Capítulo 54; Prendas Pequeñas

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Realizada la primera parte de la broma, abandonaron la lavandería y se dirigieron directamente hacia el Gran Salón para el desayuno y James, quien usualmente era el más emocionado por las meriendas, hoy ni siquiera le importaba qué tipo de mermeladas habrían en la mesa, lo único que quería saborear eran las expresiones de sorpresa en el rostro de los Slytherin. Cuando pasaban en la intersección de pasillos que daban con las mazmorras de los Slytherin, Lily Evans se les unió corriendo sospechosamente hacia ellos mientras miraba a todos lados luciendo horriblemente culpable. Remus se habría reído de ella y su nerviosismo si es que no escuchara las voces de los Slytherin resonando por el pasillo por lo que le pasó un brazo por sobre los hombros y la arrastró hacia él sin dejar de caminar, Lily se dejó llevar y se enterró contra el cuerpo de su amigo casi como si intentara desaparecer.

— Calabaza, por favor, tienes que poder actuar un poco mejor que esto —, susurró Remus pegando sus labios contra su oreja disimuladamente, Lily sintió un escalofrío.

— ¡Jamás había hecho nada así! Estoy segura que nos vieron y... —, comenzó a balbucear pero los gemelos llegaron en ese momento unos pasos más atrás y brincaron sobre Lily haciendo que la pobre casi se desmayara.

— ¡Esta muchacha aquí es el futuro de Hogwarts! —, exclamó Gideon sin siquiera esforzarse por disimular, los otros tres Merodeadores que caminaban frente a ellos con las manos en los bolsillos mientras forzajeaban contra las sonrisas que amenazaban con aparecer en sus rostros, se voltearon con las cejas alzadas abandonando todo tipo de actuación y dejándose llevar por la emoción del porvenir.

— Es pelirroja, todos los pelirrojos nacimos para la grandiosidad —, le apoya Fabian también más fuerte de lo que debía. Hasta este punto, seguramente todos los Slytherin que venía detrás y delante de ellos ya sabían que algo se tramaban.

— ¿Cómo resultó todo? ¿Lo consiguieron? —, inquiere Sirius comenzando a caminar de espaldas para poder mirar a los Prewett al hablar. Esta era una de las tantas costumbres que Sirius tenía y que Remus no podía evitar notar, el chico siempre estaba caminando de espaldas y pobre de quien se cruzara en su camino. Como siempre sucedía cuando Sirius hacia esto, Remus se mantuvo atento a sabiendas de que en cualquier momento podría tropezar o estamparse con alguien.

— Claro que lo conseguimos —, asiente Fabian con una brillante sonrisa en su rostro. Sirius dio un brinco de alegría en su lugar, Remus predijo lo que pasaría por lo que lo cogió de un hombro y lo empujó un poco hacia la derecha evitando que estampara su codo contra una pequeña chica de Hufflepuff. Sirius ni siquiera ahí dejó la conversación —. No teníamos idea como ingresar a las Mazmorras pero Lily nos ayudó con eso, ¿verdad, Lils?

— Ugh —, bufó la chica jalándose los rizos de cobre, Fabian le dio una palmada en el hombro —. Severus nunca más volverá a hablar conmigo.

— Dos pájaros de un tiro, entonces —, respondió Remus con su mirada fija en los pies de Sirius por lo que no vio venir el golpe de Lily en sus costillas —. ¡Oi! ¡Una broma y ya estás hecha toda una matona! 

— Cierra el pico —, gruñó dándole un nuevo golpe, Remus levantó el dedo medio por sobre su hombro sin siquiera mirarla. Los ojos de Sirius se fijaron en la mano de Remus y no pudo evitar fruncir el ceño.

— ¿Y eso? —, pregunta interesado, Remus alzó la vista con confusión.

— ¿El qué?

— Eso que hiciste con la mano recién —, insiste, Remus alzó una ceja incrédulo —. Así.

Y, cuando Sirius alzó su dedo medio hacia Remus, Remus no pudo hacer nada más que soltar una carcajada que no logró hacer más que confundirlo. Se volteó a ver a Lily y reconoció esa sonrisa de complicidad que indicaba que Lily estaba por jugársela a alguien y, oh, cómo amaba Remus las jugarretas de Lily.

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora