Capítulo 57; La Peor Noche de Hogwarts

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Primer detonante

Las vacaciones se resumían en largos días en el frío castillo. Tardes jugando en la sala común, noches explorando los pasillos con solo la luz de sus varitas alumbrando el lugar, visitas de Dorcas, partidas de ajedrez y gobstones, cenas que terminaban con ellos a punto de reventar y un par de salidas a los alrededores del castillo. Cuando el fin de semana llegó, McGonagall ofreció llevar a todos los chicos a recorrer Hogsmeade para poder, al menos, hacer algo un poco más divertido, absolutamente nadie negó la oferta así que, el domingo por la mañana, se levantaron muy temprano y se acicalaron para bajar a desayunar con el entusiasmo emanando de sus cuerpos. Era cierto que la compañía era agradable pero, había que decir, a veces la rutina podía ser un poco agotadora, un cambio de aires le haría bien a todos.

Desayunaron alegremente mientras hacían planes para su tarde en el pueblo, Dorcas estaba con ellos, la muchacha estaba entusiasmada por ir a la librería y Remus estaba entusiasmado por finalmente tener a alguien que compartiera su emoción. Sirius había desaparecido desde el miércoles y no se había vuelto a ver por la torre Gryffindor. Remus había recorrido el castillo desde las mazmorras hasta la torre de Astronomía pero no había rastro del chico. En un intento desesperado por encontrarlo, fue en busca de McGonagall una tarde para advertirle que su amigo había desaparecido pero, en un tono de voz muy calmo, la mujer le explicó que había hablado con él y que sabía dónde estaba, cuando Remus le pidió que le dijera, McGonagall apretó los labios.

— Creo que es mejor que le demos su espacio, ¿si?

¿Su espacio? Había pensado Remus, ¿Su espacio? ¿En serio? No, Remus conocía a Sirius mejor que nadie, estaba seguro que esto no tenía nada que ver con Peter, era algo más, seguramente era por Regulus o algo que tenía que ver con su familia, fuera lo que fuera, Sirius lo necesitaba, no necesita 'su espacio'. Esa misma noche, Remus volvió a recorrer el castillo entero, incluso la Sala de las Recompensas pero no había un solo rastro de Sirius, era como si el chico jamás hubiera existido. Claramente, Peter y James también estaban preocupados, Peter había dejado de estar molesto con él unos días atrás pero no había tenido la oportunidad de decírselo, incluso le escribió una carta clarificando que todo estaba bien y la dejó sobre la mesa de la Sala Común por la noche esperando que Sirius la leyera pero, al despertar por la mañana, la carta seguía allí intacta.

Tal vez era un poco despreciable que fingieran que Sirius estaba bien por allí vagando por el castillo (aunque todos tenían el estómago revuelto al no saber dónde se encontraba) pero, también, sabían que no había mucho que pudiera hacer más que dedicar un par de horas al día buscándole. Cuando James recordó el hechizo temporal que habían aprendido para rastrear gente, los tres dieron su misión por pérdida. Jamás podrían encontrar a Sirius mientras el chico tuviera el mapa. No les quedaba de otra que aprovechar las vacaciones y esperar que Sirius volviera a unirse a ellos en algún momento, tal vez todos intentaban tener una sonrisa en el rostro a la espera de que uno de ellos se rompiera primero y pudieran dejar esa farsa de lado pero, hasta entonces, seguirían pretendiendo que todo estaba bien.



Hogsmeade estaba cubierto de nieve, las calles estaban aglomeradas, las tiendas repletas de magos haciendo las últimas compras navideñas, Remus jamás había visto el pueblo con tanta vida. Ingresar a cada tienda fue un suplicio que no valió para nada la pena, apenas ingresaron a una sola tienda y Remus ya quería regresar a la paz del castillo pero James y Peter no parecían tener un problema con la gente, James, incluso, lo disfrutaba, el chico podría hablar con una piedra si es que se esforzaba lo suficiente. Decidió que sería mejor esperar fuera, prefería el frío a estar apretujado dentro de una tienda cuatro por cuatro. Dorcas, Peter y James ingresaron a Honeydukes , Remus le encargó un par de bolsas de regaliz a James antes de alejarse a la acera de enfrente a esperar que terminaran sus comprar. Mientras observaba las vitrinas de las tiendas con aburrimiento, recordó la cabina telefónica del pueblo. Si tenía que pasar el resto de la tarde allí, al menos podría usarlo para llamar a Benjy, ¿no?

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora