Capítulo 49; Boggarts

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Despertar a la mañana siguiente fue como abrir los ojos luego de una pesadilla. Para cuando Pomfrey llegó a la cabaña, Remus se sentía mareado y una horrible peste le ardía en la nariz, peste que, luego de girar la cabeza, la atribuyó al charco de vómito en el que estaba recostado que lo hizo vomitar nuevamente pero solo bilis, tenía el estómago vacío. Vomitar jamás era buena señal pero, en realidad, Remus no estaba tan mal, cuando Pomfrey limpió todo el caos sin siquiera hacer una mueca, Remus se sintió mucho mejor e, incluso, pudo levantarse y vestirse por cuenta propia luego de que Pomfrey curara todas sus heridas (no menores pero Remus ni siquiera les había puesto el ojo encima, tenía la cabeza muy mareada como para prestarles atención). Claro está que Pomfrey no le creyó a Remus que se encontraba tan bien como él decía, no después de su aparición ayer por la tarde cuando ni siquiera pudo caminar hacia la cabaña por su cuenta y que, además, según Pomfrey, Remus le había suplicado que acabara con su vida allí mismo, Remus pensó que estaba siendo exagerada porque no recordaba absolutamente nada de eso, sólo recordaba haberse desmayado un par de veces y un horrible dolor muscular justo luego de tomar los optativos.

Ah, sí, los optativos. No, la inscripción de electivos no era nada digno de nombre. Se dirigieron al gran salón todos los de tercero, los cinco profesores de los electivos a tomar estaban sentados frente a ellos, un pergamino con líneas horizontales frente a ellos y una pluma junto a su respectivo tintero. Los chicos hacían fila frente a los electivos a tomar, recitabas tu nombre en voz alta y la pluma escribía tu nombre en perfecta caligrafía en el pergamino, Remus agradeció esto porque en primeras, su caligrafía era una mierda, era una horrible letra muy cuadrada y separadas entre ellas, además, había olvidado usar el hechizo para su dislexia esa mañana y temía equivocarse en su propio nombre, en segundo lugar, se encontraba tan mareado que todo daba vueltas y todo se veía doble, más de una vez tuvo que sujetarse en Benjy para evitar caerse, el chico no lo dejó sólo desde que Remus le dijo lo jodido que se encontraba por la luna llena y lo agradeció, sin él, se habría desmayado en medio del gran salón. Bueno, como decía, luego de que la pluma escribiera su nombre, el profesor le daba la bienvenida y uno se retiraba al siguiente electivo o se marchaba si ya estaba listo.

Remus había decidido hacer caso a Benjy, había tenido tiempo para pensarlo (11 minutos para ser exactos) y había llegado a la conclusión que Benjy tenía razón, no podía simplemente descartar Cuidado de Criaturas Mágicas por su estúpido encuentro con Kettleburn, sí, tendría que enfrentarlo a su debido tiempo pero, mientras se mantuviera sentado en la última fila y no levantara la mano todo debería estar bien, ¿no? Runas Mágicas no le hacía mucha ilusión aún pero Lily y Sirius estaban tan felices de tener a Remus con ellos que supuso era la decisión correcta, además, sería agradable poder abrir un libro y que, por primera vez, los símbolos no bailaran la macarena.

Luego de muchas plegarias, Poppy dejó ir a Remus tras darle un voluptuoso desayuno que Remus engulló como si no hubiera comido en décadas (así se sentía, al menos). Cuando salía de la enfermería, una pequeña cabeza pelirroja le llamó la atención sentada en una de las bancas de madera fuera de la puerta con un libro abierto entre las manos aunque sus ojos miraban en todas direcciones menos hacia las páginas amarillentas abiertas sobre su regazo. Lily Evans dio un brinco en su sitio y corrió hacia Remus en cuanto le vio salir, el chico le dio una sonrisa reconfortante.

— ¿Cómo estás? ¿Te encuentras mejor? Estaba muy preocupada, ayer te fuiste del salón luciendo horrible...

— Oi —, protestó pero, en realidad, pensaba que era dulce la preocupación de su amiga que lo examinaba por encima con sus ojos. Cuando se aseguró que no había ninguna terrible herida a la vista, se relajó y suspiró.

— ¿Tienes hambre? Aún podemos alcanzar el desayuno si nos apresuramos —, propone Lily amablemente y, aunque Remus acababa de comer un plato entero de huevos revueltos, un emparedado con queso, un buñuelo con mermelada y seis galletas de mantequilla, su estómago rugió ante la mera mención del desayuno.

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora