Capítulo 42

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Escapé de slytherin, debía encontrar el cáliz.

Por lógica aun debía estar en el gran comedor, ya que quedaban solo unos días para inscribirse.

Mientras caminaba sentí como me tomaron de la cintura arrastrandome hacía un rincón.

Cuando me dí la vuelta para defenderme vi que era Draco.

-¡Imbécil! Casi me matas de un infarto -reprendí

-¿Qué haces? -indagó con una sonrisa

-Iba a tomar agua -mentí

-¿Querés que te acompañe? -cuestionó acariciando mi cintura

-No, voy sola.

Él me miró con el entrecejo fruncido.

Necesitaba deshacerme de él.

Suspiré.

-Está bien, te voy a decir la verdad.

Me miró atentamente.

-Discutí con mi padre y quiero estar un rato sola -confesé simulando tristeza

Él me miró comprensivo y acarició mi mejilla.

-Te dejo entonces, voy a dormir, si necesitas algo, solo me avisas ¿si?

Asentí y le di un beso.

Draco se fue.

¡Por fin! Aveces es más intenso que el olor a mandarina.

Continué con mi camino.

Cuando por fin llegué el comedor estaba completamente oscuro, saqué mi varita y con el encantamiento lumos iluminé mi camino, para mi desgracia, el cáliz no estaba.

De repente las luces se encendieron dejando ver al profesor Alastor Moody.

En ese momento no pensé con claridad, saqué mi varita y le apunté.

-No tema señorita Grindelwald -sonrió ladinamente

-¿Quién dice que lo hago? -alcé una ceja

-Estoy de su lado, he venido a ayudarda.

Lo miré con desconfianza.

Él profesor caminó hacía mi y extendió su mano.

-Barty Crouch Jr. -se presentó

Entre abrí un poco los labios gratamente sorprendida.

Pero como no confiaba ni en mi sombra le lancé en encantamiento revelio, dejando ver la verdadera forma del mortifago.

-Me debe dos botellas de veritaserúm por esto -protestó

Me reí.

-Debía asegurarme de que no mentías.

Él sonrió.

-¿Acaso no estabas en Askaban por casi matar a los Longbottom? -indagué

-Exacto, estaba. Con ayuda de mi madre logré salir hace tiempo, pero mi padre me mantuvo cautivo -respondió Barty

-¿Qué? ¿Cómo lo hizo? -fruncí el ceño

-Estuve bajo su control por la maldición imperio. Me obligó a llevar día y noche una capa de invisibilidad para que nadie me viese -explicó

-Que bastardo -murmuré

-Lo es, pero todo valió la pena por ayudar a mis señores -aseguró con una sonrisa

-¿Cómo lograste liberarte? -volví a cuestionar

Eran demasiadas preguntas, pero en verdad me interesaba.

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