Capítulo 58

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Cedric me miraba esperando mi respuesta.

-Am.. sí, vamos -acepté

Draco volteó los ojos y relamió sus dientes con molestia. Cedric sonrió ante su "victoria", y me llevo a bailar.

Una vez en el centro de la pista mientras bailabamos, busqué a Draco con la mirada, él le susurraba algo a Blaise en el oído mientras Daphne lo esperaba a su lado.

Si de algo tenía ganas en ese momento era de cortarle la garganta a ese desperdicio de oxígeno y neuronas.

Cedric se detuvo y me miro.

-Ven, vamos -me tomó de la mano

Lo miré extrañada y me dejé guiar por él.

Me llevó hasta el patio, se sentó en uno de los bancos y me invitó a tomar asiento.

-¿Qué ocurre Cedric? -indagué

-Quería estar a solas con vos -admitió sonriendo

-¿Eh? -emití

Él sonrió y poso su mano en mi mejilla, por inercia retrocedí unos centímetros y él comenzo a acercarse a mi..

-¡Acá estabas! Te estaba buscando -gritó Blaise entrando al patio

Alejé a Cedric de mi y me levante del banco.

-¿Qué ocurre Blaise? -cuestioné mientras le hacía caras para que me sacase de ahí

Blaise frunció el ceño confundido, y luego de asimilarlo un momento, comenzó a llorar desconsoladamente.

Cedric lo miró extrañado.

-Es horrible, te necesito amiga -sollozó Blaise mientras me abrazaba

Detestaba ese tipo de cosas, pero igual palmeé su espalda compasiva.

-¿Quieres.. no sé, un vaso de agua Blaise? -cuestioné

-Ven conmigo por favor -pidió mientras se sonaba los mocos

Me dio asquito pero acepté. Cedric me miró con mala cara, pero no le di importancia, Blaise me llevó hasta la puerta del gran salón.

-Lo siento t/n, me obligaron -dijo Blaise con preocupación

-¿Eh? -emití confundida

Blaise abrió la puerta y me empujó fuera del gran salón.

Creí que me iba a caer pero unos brazos me atraparon y sabía perfectamente de quién eran.

-¡Draco! -protesté

-Hola mi amor -me saludó sonriendo

Me incorporé y lo miré molesta.

-¿Por qué mandaste a Blaise a que me sacara? -indagué cruzandome de brazos

-Necesito que me acompañes a un lugar -explicó acariciando mi brazo

-No quiero -respondí quitándolo

-Lástima, no te pregunté.

Abrí la boca indignada y él me tomó del brazo.

-O caminas, o te llevo a rastras, es tu decisión -advirtió

-¡No podes llevarme contra mi voluntad! ¡Eso es secuestro! -chillé

-Entonces sos mi prisionera -comentó divertido

Hice puchero y me obligó a caminar.

Me llevó hasta una habitación abandonada al pie de las escaleras de una de las torres.

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