Capítulo 84

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-Mi hermosa hija -dijo mi padre al admirarme

Sonreí y asentí en agradecimiento.

-Tomen asiento niños -sugirió Voldemort, aunque sonó más como una órden

Me senté en el extremo de la mesa, con Tom a mi derecha y Matheo a mi izquierda.

-Ponganme al día, ¿qué ha estado pasando? -apoyé mis codos sobre la mesa y entrelacé mis dedos

-Hemos descubierto, señorita Grindelwald, que Dumbledore ha estado reclutando a los gigantes.. -respondió un mortifago joven

-Así que recluta criaturas.. -asentí pensativa

-También lo estamos haciendo nosotros señorita -agregó otro mortífago

-Muy bien, debemos estar preprarados para cualquier cosa.

-Son muchos los que están de su lado -dijo con desagrado mi padre

Pensé unos momentos y una idea vino a mi mente, una maravillosa idea.

-Ya que nos vemos en la obligación de reclutar gente, ¿por qué no traemos a los mortifagos que faltan? -sonreí

Los mortifagos y mi padre prestaron especial atención a lo que estaba diciendo.

-¿Qué estás tramando mocosa?

Ignoré a Voldemort y dirigí mi vista a mi mano derecha, Tom.

-Tomi, ¿qué te parece una pequeña visita a Askaban?

Él sonrió, los mortifagos se miraron entre sí con una chispa de emoción.

-Eres sensacional -susurró Matheo en mi oído

-¿A quién culparemos? -indagó mi padre

-¿Acaso no es obvio? A Sirius Black por supuesto.

Él asintió gratamente sorprendido.

-Si el ministerio lo culpa de todo, ¿por qué nosotros no? -sonreí

Tom también sonrió.

-Si no tienes cuidado los dementores podrían atraparte y arrastrarte a las celdas de Askaban -me advirtió Voldemort mientras una sonrisa se formaba en su rostro

Eso quisieras, pelado cabeza de fósforo.

-Tranquilo Lord Voldemort, no soy ni la mitad de estúpida que usted o sus secuaces, a mi no me suceden ese tipo de cosas -respondí sonriendo con falsa amabilidad

-¿Acaso estás comparándote conmigo mocosa? -cuestionó en tono desafiante

Mi padre me miró con cierta intriga y diversión, esperando a ver como reaccionaba.

Enarqué una ceja mientras me levantaba de mi asiento, Tom trató de detenerme pero igual caminé hacía Voldemort.

Me agaché a su altura y chasqueé la lengua mientras negaba con la cabeza.

-¿No le parecen palabras demasiado grandes para alguien cuya vida depende de dos palabras de una mujer? -indagué fingiendo pena

Voldemort me miró a los ojos repleto de rabia, mientras los mortifagos murmuraban entre ellos, yo me incorporé para volver a mi asiento.

-¿Sabes cuantas personas he matado? ¡más de las que haz visto en toda tu vida! ¿y tú? No eres más que la hijita malcriada de Grindelwald -escupió iracundo

Me reí de forma irónica y regresé la vista a él.

-¿Y de que te ha servido? No pudiste matar a la única persona a la que necesitabas muerta, a Potter.

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