El Secreto De Lee Félix [En Edición]

36

—Lo que me pides es inutil—opto por colocarse más seguro.

—Mira yo sé que son tus asuntos...

—Exacto—interrumpio.

—Pero entiendeme por una parte tengo mi antiguo matrimonio en juego y bueno finalmente Eric acudió a mi ayuda—Hablo serenamente.

—San se que quieres a Erick pero como tú lo dijiste anteriormente son mis asuntos y no me parece correcto que solo por un niño estúpido vengas aquí a decirme que cambie de parecer con respecto a su...a Félix.

Giro un poco su cabeza al oir sus palabras que lo insultaron por cierto, injustamente el estaba siendo amable sin embargo estaba recibiendo mala saña por parte del contrario.

—No te expreses asi—Volvio a verlo.

—Si tanto lo querías donde estabas cuando intentaron matarlo?—arqueo una ceja.

—Y-yo.

—el mayor sonrio un poco—No estuviste y por si no lo sabías fui yo quien lo rescató dándole ayuda médica mucho tiempo para estar como ahora de lo contrario ahorita estaría en un maldito cementerio.

El pelinegro agachó la cabeza pensando en todo lo que pasó lo cual en parte era su culpa ya que tenía tanta rabia en su momento olvidándose por completo del gran amor que sentía por él.

Flashback

—tu no Te vas—lo jaloneo.

—sueltame!—retrocedio—Yo voy a cumplir mi tarea y punto así que no intervengas—se dio la vuelta.

—Erick!—molesto.

El menor abrió la puerta dejándola así a paso veloz restándole importancia a los gritos de su marido.

El castaño molesto llamo desde el celular a sus guardias para impedir su misión y fracasará en el intento, no le gustaba para nada que fuera solo a dicho lugar con aquel extraño que por cierto no era cualquier persona.

De antemano lo conocía desde que eran más jóvenes que pensar en ambos llendose para escapar otra vez le ardía la sangre a tal grado de pedirle a su guarura que hiciera lo que fuese evitando que cruzarán la frontera.

πππ

Por otro lado Erick llegó al lugar esperado encontrarse con su amado prohibido Juyeon quién al verlo le sonrió dulcemente corriendo para abrazarlo finalmente.

—Temia que no vinieras—hablo separándose.

—Claro que si, solo inventé una excusa para llegar—sonrio.

—En dado caso vámonos antes de que San se entere—caminaron al auto.

—me parece bien.

Sin darse cuenta eran observados por alguien más, quién llamo a su jefe contándole la situacion haciéndolo enfurecer de rabia.

—Matalos!—hablo desde la otra línea.

πππ

—como?—confundido.

—Lo que oíste tu amigo fiel se escapó!—molesto.