Capítulo 7.

899 58 0
                                    




─┈ꗃ ▓▒ ❪ act one ― chapter seven. ❫ ▒▓


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


────── ๑ ໒৩ ๑ ──────


LAS HERMANAS MIKAELSON SEGUÍAN EL paso que marcaba la marcha fúnebre. Rebekah lloraba desconsoladamente por la pérdida de su amado, el hijo del gobernador de la ciudad. Era cierto que llevaban prácticamente dos años saliendo juntos, viviendo aventuras y viviendo momentos que la rubia menor jamás olvidaría, más, nunca pensó que su final sería tan trágico. Odiaba a su hermano Klaus con todas sus fuerzas en esos momentos. No tenía ningún derecho en hacer lo que había hecho, ni en mentir respecto a la caída del joven. No tenía ningún derecho en acabar con la vida de su amado, de ese hombre al que iba a entregarle su eternidad. De quien se había enamorado desde lo más profundo de su alma.

Por su parte, Agnetha no podía decir que estaba enfadada. Sabiendo cómo era Tyler, él no iba a parar pese a sus insistencias, pero eso no significaba que no estuviese triste. Con su muerte, esa poca humanidad que había recuperado después de varios siglos, se había perdido de nuevo. Se había ocultado en lo más profundo de su ser, aun sabiendo que la compañía del sobrino del gobernador no era la mejor. Y, en el fondo, lo que más detestaba es que no podía enfadarse con su hermano mellizo, pues también estaba agradecida por haberla salvado, una vez más, como cuando todavía eran humanos.

Ambas iban vestidas de luto, con unos vestidos negros hasta los pies. Por el caso de la menor, Bekah, su vestido era de manga larga, cubriendo sus pálidos y delgados brazos. Por el caso de la mayor, su vestido era de tirantes, pero traía un pañuelo de seda, negro también, que cubría sus hombros.


Al final de todo, dónde pasaban los últimos habitantes que habían ido a decirles un último adiós a esos dos jóvenes, se encontraba Klaus, paró en seco a la par que miraba fijamente a un joven de piel morocha, que trabajaba como jornalero, siendo víctima de abusos por parte de su jefe, según parecía ser.

Le recordó a él en demasía. Cuando su padrastro, Mikael, le torturaba siendo un niño por ser débil. Por haber recibido todos los castigos en nombre de su melliza, porque no quería que la lastimase a ella, a pesar de que era su ojito derecho. Siempre se había visto débil frente al marido de Esther, pero en realidad nunca lo había sido. Si no que había ocultado las garras, hasta que fue convertido en el ser nocturno más veloz, gracias a la magia negra que usó su progenitora.

Resultó que el niño era el hijo del gobernador, que había tenido un desliz fuera del matrimonio.

"Otro bastardo" pensó Agnetha, acercándose a Klaus, cuando vio que no seguía el ritmo de la marcha fúnebre.


―Nik ―le llamó, frunciendo el ceño, una vez estuvo lo suficientemente cerca de su mellizo―. ¿Por qué estás viendo al chico?

Pero no continuó la conversa. Al ver el azote que recibía por querer comer una manzana roja que había caído al suelo, lo comprendió. Los recuerdos del pasado también inundaron su mente. Cerró sus ojos, que escocían y estaban rojizos debido al llanto, por unos segundos, para respirar profundo. No era el mejor momento para ponerse a recordar. No necesitaba mostrar más debilidad ante los ciudadanos de la ciudad de Nueva Orleans.

Pero lo que más recordaba era que veía a Niklaus en el mismo sitio que aquel niño indefenso, pero en otra época. Entonces, entendió todo. . . Nik siempre la había protegido de Mikael, llevándose todos los castigos para que no la tocase. Fue entonces cuando comprendió todo. Y se arrepintió, más si podía hacerlo, de haberse alejado. Ya no solo de sus hermanos, también de su mitad.

Se mordió el labio inconscientemente y se acercó al niño, a quien tendió otra manzana, mirando muy mal al hombre.

―Si veo que vuelve a ponerle una mano encima al niño, acabaré con su insignificante vida sin pestañear ―dijo, seriamente, mirándole fijamente―. Fuera de mi vista, rápido.


Mientras amenazaba, mejor dicho dejaba claro lo que sucedería si lastimaba de nuevo al joven, Niklaus se había acercado al niño, para hablarle.

No recordaba la última vez que vio a su hermano ser tan cercano a alguien, sin querer nada a cambio. Se sentía afortunada de ver, todavía, un poco de luz en la oscuridad de Klaus. Quizás, ese niño era lo que necesitaba para su redención. O eso es lo que pensaría Elijah, si estuviese viendo la imagen que Agnetha tenía delante.

―Como el dios de la guerra en la mitología romana ―murmuró ella, al escuchar Marcellus―. Vas a ser todo un guerrero, créeme.




* *

n/a. apareció marcel y no puedo estar más emocionada, pues se vienen un par de capítulos bastante emotivos y con muchos cambios.

os tengo que agradecer el apoyo que le estéis dando el fic, ya sea porque sois nuevos por aquí o lo estáis releyendo. sea cual sea la razón, deseo que os guste tanto como a mí reescribirlo <333


VOTE | COMMENT | FOLLOW ME

POWER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora