Capítulo 9.

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─┈ꗃ ▓▒ ❪ act one ― chapter nine. ❫ ▒▓


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KLAUS HABÍA ADOPTADO A MARCELLUS. No le había preguntado la la opinión a ninguno de sus hermanos, pero tampoco fue necesario, puesto que fue muy bien recibido por parte de toda la familia. Niklaus le veía como un hijo, así como Marcellus le veía como un padre. Y los hermanos de Niklaus eran como sus tíos, aunque nadie podía negar los ojitos que le ponía a Rebekah cuando estaban practicando con la espada a solas. Era un buen niño, no podía negarlo nadie.

Con Klaus aprendía de la vida, conceptos generales, cómo ser un buen hombre, como ser un rey. Ese era el objetivo de Niklaus Mikaelson: llevar a Marcel Gerard por el camino que él había seguido, aprendiendo del mejor.

Con Elijah aprendió a leer, a tocar el piano y a recitar. Le cultivaba la mente con las grandes obras de la historia, en las que todos ellos habían estado presentes durante el proceso de la escritura. El niño aprendía de lo más rápido, pasando mucho tiempo con el Honorable. . . causando celos a Nik, inconscientemente, por aquello.

Con Rebekah, en cambio, aprendía el noble arte de la lucha con espada. A ser un buen espadachín, con estrategias y un as bajo la manga.

Agnetha le enseñaba historia, que complementaba un poco todo lo que sus otros hermanos le enseñaban. También le mostraba lo que podía hacer con la magia, siendo éste un secreto que ambos compartían, pues nadie de la familia le había mencionado nada acerca del mundo sobrenatural. Acordaron que, por el momento, era mejor mantenerlo en secreto hasta que Marcel fuese mayor.

Aun así, Aggie no siguió la norma que establecieron y, de vez en cuando, desde que el chico la vio haciendo magia en el patio del Complejo, comparten momentos que solo los dos vivían.

Pero también se divertía con él, era como si tuviese a Kol de nuevo y fueran niños que jugaban para pasarlo bien.

Ay, Kol.

No había día que Aggie no pensara en su hermano. A veces seguía maldiciendo a su mellizo por haberle inducido a un largo sueño con la daga mística, haciéndole compañía a Finn en el ataúd, pero era cierto que las aguas habían calmado y su padre parecía no seguirles, por lo que también estaba agradecida de poder pasar unos tiempos tranquilos.

Le extrañaba, sí. Pero amaba la tranquilidad que había a su alrededor cuando no estaba presente, también. Era algo extraño, es cierto, pero parecía ser que todos entendían y pensaban lo mismo.


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