–SIENTO, llegar tarde–, suspiró Athena al entrar en la casa de los Black. Su coche se había negado a arrancar esa mañana por alguna razón olvidada de Dios, así que tuvo que correr a su casa y, por supuesto, se había topado con uno de los Lobos. Literalmente se topó con uno de ellos, cuyo nombre no conocía en su forma de lobo. Se había disculpado varias veces antes de salir corriendo de nuevo, con la esperanza de no haber dañado la relación muy débil y peligrosa que tenía con los lobos. Odiaban a los Vampiros pero no tenían ninguna razón lógica para odiarla a ella, la regla de Billy siempre fue desde que solía ser Alfa.–¿No soy lo suficientemente importante para ti?– Billy se rió entre dientes desde algún lugar de la casa mientras ella se quitaba un abrigo empapado por la lluvia y lo colgaba en el perchero junto a la puerta.
–Han pasado diez minutos–, se quejó Athena mientras le daba un abrazo, notando a Jake en el sofá. Tenía un ceño fruncido horrible en su rostro, un aura de profundo desconcierto lo rodeaba mientras miraba lo que parecía ser una tarea de matemáticas debido a las ecuaciones escritas en sus papeles.
–De un tiempo valioso–, agregó Billy con una sonrisa divertida, disfrutando demasiado de su molestia.
–Sí, sí–, se rió falsamente, desplomándose en una de las sillas más cercanas de la cocina con un agotamiento fingido y exagerado, en parte para el beneficio de Jake. Había sospechado por el hecho de que ella nunca parecía cansada o casi nunca comía mientras estaba en su casa. Entonces, planeó introducir lentamente algunas acciones más humanas que lo confundirían hasta que Billy decidiera que estaba listo para saber.
Al mediodía, después de comer una ensalada fingida, un golpe en la puerta resonó en la casa. Athena asintió hacia Billy, para que supiera que la persona estaba aquí para verlo, por lo que tendría más sentido que respondiera. La conversación fue llevada afuera, lejos de los oídos de Jake en su mayor parte pero en parte de los de ella. Sam (el líder de la manada) había aparecido en la puerta, podía decir por su olor y por los sonidos que emitía, no estaba feliz en lo más mínimo. –¿Cómo te va estar castigado?" preguntó, dejándose caer en el sofá junto a Jake con un suave suspiro.
–Apesta–, refunfuñó, mirando la tarea en su regazo con tanta furia que Athena casi pensó que estallaría en llamas.
–Ese es el castigo por romper el toque de queda–, se rió entre dientes, encendiendo la televisión mientras hablaba. Si Billy le preguntaba, argumentaría que solo quería ver algo mientras esperaba que él terminara de hablar, no para que Jake pudiera tener alguna conexión eléctrica. –Para darte una lección–, continuó, adoptando una voz que sonaba vagamente como la de Billy y lo hizo reír.
–Sí, la lección de no dormir frente a tus amigos. Me desperté con dibujos en toda la cara, nadie tenía ni siquiera delineador de ojos–, respondió Jake mientras dejaba los libros deslizándose de su regazo, toda su atención se centró en la rara vista de la televisión que podía adormecer su cerebro con exceso de trabajo durante unos minutos.
–¿En serio?– Athena puso una expresión falsamente confusa que reflejaba la de él. –Me pregunto cómo sucedió eso–, sonrió, observando cómo la perplejidad que surcaba su ceja solo crecía.
Billy terminó su conversación y volvió a entrar, sin darse cuenta de cómo Jake tenía los ojos fijos en la televisión en lugar de su tarea. Athena le dio un suave codazo e hizo un gesto hacia sus libros, con la esperanza de mantener el entusiasmo tanto como fuera humanamente posible. Eventualmente, después de una buena media hora de charla, Billy se dio cuenta y envió a Jake a su habitación. Athena se ganó una mirada de él, pero al final dijo que valía la pena.
–¿Cómo están los Cullen?– Billy preguntó en un susurro, sin saber si su hijo estaba escuchando o no. Athena sabía que él tenía audífonos escondidos a escondidas (que ella definitivamente no le había dado) metidos en sus oídos y no escucharía una palabra. No es que ella le diría eso a Billy.
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WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓN
FanfictionAthena disfrutó viendo los placeres más pequeños, hasta un simple escarabajo en la tierra. Después de todo, después de unos buenos años de vida, no podía dejar de notar las cosas más pequeñas. Las grandes cosas ya no tenían el mismo efecto. Ella sim...