80 - Primavera

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EL INVIERNO, SE CONVIRTIÓ en primavera con lo que parecía, un solo destello rápido de la luz más brillante. Todos los vampiros se fueron en los primeros días de enero, cada uno con una sonrisa radiante y en el caso de Benjamin, muchas promesas de comenzar a enviar cartas una vez más. Lo prefería a las llamadas telefónicas, especialmente con viejos amigos como él. Cuando llegó marzo, la casa había llegado a un ritmo de trabajo como de costumbre. Todos vivían sus pequeñas vidas, la mayoría de las veces se reunían por la noche para charlas que duraban hasta muy temprano en la mañana.

Athena estaba de pie en el pequeño balcón que salía de su propio dormitorio, uno que requería escalar por una ventana para llegar. Casi nunca se paró allí, dando todo el espacio a las plantas, pero hoy sintió la necesidad. Había encendido el tocadiscos de su habitación, tocando música suave que apenas se convertía en pensamiento mientras miraba hacia el horizonte. Sus ojos estaban distantes, nublados mientras miraba el sol poniente mientras se ocultaba detrás de la tierra. El cielo se pintó de hermosos colores: rosas suaves, tonalidades de rojo y amarillo, el naranja brunt más encantador revuelto.

Jasper, de quien no se había dado cuenta había entrado por la puerta, se detuvo en la puerta de su dormitorio. Apoyó un hombro contra la madera y solo observó la vista ante él. La forma en que el sol golpeaba su rostro, anaranjado y brillando tan sutilmente que los destellos de su piel casi eran superados por su belleza. Cómo jugaba con el collar que había elegido ese día con dos dedos, dándole vueltas en la cadena de plata y sin dejar que colgara nunca donde debía. La suave sonrisa que tiró de su labio, en contraste con el ceño fruncido habitual que yacía allí cada vez que estaba sumida en pensamientos sobre algo horrible, parecían ser más pensamientos horribles recientemente, dado que Billy estaba peor. La forma en que su cabello brillaba bajo la luz del sol, ondas desordenadas pero perfectas que caían de su cabeza como de costumbre. Juró que nunca olvidaría ese momento, prometiéndose a sí mismo que permanecería para siempre en su memoria durante los años y años venideros. La absoluta perfección que vino con Athena.

–Es muy grosero mirar fijamente, Sr. Whitlock–, sonrió, todavía mirando a lo lejos.

Él se rió entre dientes y trepó por la ventana también, bajándose del marco antes de moverse para pararse junto a ella. –Te veías tan tranquila que no quería arruinarlo.

–Nunca podrías arruinar mi paz, solo aumentarla–, sonrió suavemente mientras él envolvía sus brazos alrededor de su cintura, besándola brevemente en la mejilla.

–¿Qué estabas pensando?

–Nada– volvió a sonreír, sin dejar de mirar la pintura en constante cambio en el cielo y el suelo debajo de ella. –Solo en el cielo y los árboles.

–Eso parece ser muy frecuente en ti–, medio susurró, rodeándose de una nube de su relajación y felicidad. Calmó la tensión en sus hombros junto con la siempre anhelante sed en su garganta. –Aunque veo lo que ves en él. A veces.

–Bien, porque te lo estabas perdiendo antes–, se rió suavemente, inclinándose hacia él en lugar de la barandilla. Volvió la cabeza y sonrió, –Estoy planeando una sorpresa para ti, por cierto.

Él levantó una ceja, mirando hacia abajo para leer su expresión, –¿Lo estas?

Ella asintió con entusiasmo, una sonrisa a juego arruinó su sonrisa pacífica anterior, –Va a ser mucho mejor que el baile.

–¿Es ahora?– preguntó, la intriga en la situación comenzaba a crecer cuanto más la miraba a los ojos.

–Definitivamente–, sonrió ella, intentando sofocarlo con sus labios ya que no quería que él se diera cuenta de lo que podría ser. Realmente quería que fuera una sorpresa, lo deseaba desesperadamente.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora