EDWARD HABÍA regresado una vez, un día después de que Bella hiciera su aparición. Solo explicó a dónde iba y empacó una pequeña bolsa de cosas que no podía faltar durante el tiempo que se fuera. Athena no tenía idea de dónde había desaparecido y solo Carlisle sabía dónde estaba. Se preocupaba más por él cuanto más tiempo se había ido, parecía que Bella tenía la misma preocupación creciente. Todos los días, comenzando dos días después del pequeño viaje de Edward, Bella había comenzado a hacerle preguntas sobre su paradero. Athena se las arregló para vivir con eso durante unos días, con la esperanza de que terminara lo suficientemente pronto porque no creía que se pudieran hacer tantas preguntas. Estaba muy muy equivocada.
Athena había hecho un viaje a la biblioteca durante su descanso, queriendo ver qué tipo de libros tenían disponibles. Deambuló por los pasillos durante unos minutos, recogiendo libros al azar cuyos lomos no reconoció. Se sorprendió gratamente al ver que la portada de uno de sus libros había sido rediseñada, se veía mucho más limpia y bonita que la primera versión encuadernada en cuero que estaba en la estantería de su casa. Encontró un rincón tranquilo y sacó algunas hojas de papel, elaborando un ensayo para su clase de inglés. Escribió rápidamente, las palabras inundando la página con una letra casi ordenada. Su tren de pensamientos se detuvo cuando cierto mortal entró en la biblioteca. Athena suspiró y se retrajo más en la esquina, con la esperanza de que nadie la notara. Justo cuando planeaba escapar de la biblioteca, una sombra comenzó a crecer en la página y supo que era demasiado tarde. La sed floreció en su garganta y el latido acelerado de su corazón no ayudó en nada a la situación, Athena no había comido en mucho tiempo. Hizo que su propia mente se volviera confusa, sabiendo que ayudaría un poco con la sed en las situaciones más extremas.
-Bella-, habló, evitando que la tensión que sentía en su interior se mostrara en su rostro mientras la miraba.
-¿Cómo estás?- preguntó Bella en voz baja, pasándose una mano por el cabello por el nerviosismo.
-Los dos sabemos lo que realmente quieres preguntarme-, suspiró Athena, ya harta de la conversación. Podía ver por qué Bella podía ser una buena persona con quien hablar, pero las constantes preguntas sobre Edward durante su primera conversación enloquecieron a Athena.
Sus ojos se abrieron momentáneamente, sorprendida de saber exactamente lo que estaba pensando. No fue difícil. Eventualmente, Bella suspiró, cediendo a la tentación. -¿Sabes adónde fue Edward?
-No, no lo hago.
-¿Sabes si hice algo mal o?
Athena no supo si estalló por pura irritación o por hambre, tal vez fue un poco de ambos. -Mira Bella, Edward probablemente solo esté enfermo o algo así. Dudo que tengas algo que ver con eso-, continuó, pasando junto a una aturdida Bella mientras salía rápidamente por las puertas de la biblioteca. Athena caminó hacia su casillero, planeando tomar el resto de sus cosas para poder hacer una escapada rápida después del almuerzo; ese día estaban pinchándose los dedos en Biología y no quería estar presente para eso. Justo cuando abrió la puerta, una figura llegó al otro lado de ella.
Rápidamente sintió su estado de ánimo y frunció el ceño a juego. -Te vuelve a molestar.
Athena golpeó el casillero de Lisa demasiado fuerte, enviando a Jasper una mirada preocupada. Ningún humano pareció darse cuenta. -Es posible que tengamos dolores de cabeza porque creo que me está dando el primer dolor de cabeza que he tenido en siglos-, suspiró, apoyando la cabeza contra el frío metal del casillero.
Él se rió para sí mismo en voz baja y ella giró la cabeza, la molestia se arrugó en las esquinas de sus ojos. Jasper casi pareció sorprendido por lo oscuros que se habían vuelto sus ojos. -Creo que sé lo que necesitas-, respondió él mientras ella sacaba la cabeza del casillero con intriga.
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WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓN
FanfictionAthena disfrutó viendo los placeres más pequeños, hasta un simple escarabajo en la tierra. Después de todo, después de unos buenos años de vida, no podía dejar de notar las cosas más pequeñas. Las grandes cosas ya no tenían el mismo efecto. Ella sim...