ELLA SUSPIRO profundamente mientras cerraba la puerta de su casa, tirando las llaves en la olla cercana. El anochecer había comenzado a acercarse una vez que dejó la casa Black. Antes de irse, se aseguró de que Billy y Jake estuvieran alimentados (ya que Jake era un cocinero notoriamente horrible) y que los dos tuvieran todo lo que necesitaban. Jake prometió enviarle mensajes de texto cada hora con actualizaciones y Billy prometió llamarla si empeoraba más de lo que estaba ahora, aunque no admitiría fácilmente tener más dolor del que tenía ahora.Subió directamente las escaleras y se preparó un baño de burbujas, necesitando las aguas calmantes para disipar algunas de las fuertes emociones que mostraban sentimientos mortales en sus brazos y hombros. Se sentía pesada, tan pesada que subir las escaleras era una tarea en sí misma. Se recogió el pelo corto lo mejor que pudo, algunos de los mechones aún colgaban en el agua mientras yacía en completo silencio, salvo la suave música clásica que emitía su iPod.
Athena estaba tan relajada que se perdió el primer zumbido de su teléfono. Se sentó en el baño, se limpió las manos en una toalla cercana y luego tomó su teléfono. Jadeó ante el nombre en la pantalla e inmediatamente lo presionó contra su oreja, aceptando la llamada justo cuando el teléfono llegaba a su lugar de descanso. –Recibí tu mensaje.
Suspiró aliviada y salió del baño, tapándose con una toalla. –¿Estás bien?–, Preguntó ella rápidamente, sin darse cuenta de lo mucho que escuchar su voz había relajado las voces de pánico en su cabeza.
–Relativamente–. Suspiró profundamente, con la mente claramente en otra parte. No es que esperara otra cosa, simplemente estaba contenta de recibir la llamada telefónica en primer lugar.
–¿No fuiste mutilado por ningún oso?– preguntó alegremente, agregando una exhalación suave pero aguda que funcionó como una risa.
Se rió suavemente, sorprendiéndose incluso a sí mismo. –No y no uses esa broma con Emmett, no sería bien recibido.
–Está bien, claro–, respondió con una expresión confundida pero intrigada. Inmediatamente se le ocurrieron múltiples teorías sobre lo que podría haber sido, pero decidió que probablemente era mejor no preguntar, por el bien de Emmett. –¿Sigues... dondequiera que estés?– preguntó, después de haber puesto el teléfono en el altavoz para poder vestirse rápidamente, se sentía extraño hablar por teléfono solo con una toalla. A ella no le gustó nada.
–Lo estoy–. Respondió claramente, sin dar ningún tipo de pista sobre dónde estaba. Podía decir que él estaba afuera, debido a la suave brisa y los pájaros en el fondo, pero podría estar en cualquier parte del mundo. Tenía suficiente tiempo para viajar a cualquier lugar después de todo. Siguió un silencio mientras se encogía de hombros para ponerse el jersey, sin saber muy bien adónde llevar la conversación. No quería ser demasiado insistente, pero algo dentro de ella anhelaba verlo y disculparse cara a cara. Quería la calma que siempre lo rodeaba y volver a sentir su presencia, la forma en que el suave olor a pino siempre lo rodeaba. Después de no verlo por tanto tiempo (el tiempo siempre se sentía muy estirado para los Vampiros) Athena solo quería un abrazo, la cosa con Billy ciertamente no ayudaba a los sentimientos que convertían su estómago en un revoltijo de nervios.
Silenciosamente se tragó su orgullo y preguntó en voz baja, –¿Ven a verme, por favor? Te extraño.
–No quiero hablar con nadie en este momento, irme podría significar tener que hablar con alguien–, respondió con un suspiro.
–Me estás hablando a mí–, respondió ella con una ceja levantada, bajando las escaleras para volver a ponerse cómoda en el sofá. Su sala de estar tenía un aura tan relajante que ella amaba tanto que pronto se convirtió en su lugar favorito de la casa. Aparte de su biblioteca que ocupaba la totalidad de un dormitorio libre, completo con una escalera móvil para llegar a los estantes superiores.
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WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓN
FanfictionAthena disfrutó viendo los placeres más pequeños, hasta un simple escarabajo en la tierra. Después de todo, después de unos buenos años de vida, no podía dejar de notar las cosas más pequeñas. Las grandes cosas ya no tenían el mismo efecto. Ella sim...