70 - Niño inmortal

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ATHENA BAJÓ las escaleras, acababa de terminar de ver una película con Rosalie y se dirigió hacia la música que provenía del piano. Ella sonrió al entrar en la habitación, viendo como Edward le enseñaba a jugar a su hija. Al adentrarse más en la habitación, sintió un ligero cambio en la atmósfera. Carlisle parecía terriblemente preocupado por algo, pero su expresión tomó la de una persona helada. Echó un rápido vistazo a la mente de Jake, descubriendo lo que estaba pasando justo cuando se sentó en una de las sillas de la habitación. Frunció el ceño mientras abría su libro, pensando por qué lrina había actuado de esa manera al ver a Renesmee.

Luego, mientras pasaba la página a un nuevo capítulo del libro, Alice respiró hondo mientras caía en una visión, Athena entró en su mente, viendo la visión, justo cuando el jarrón de flores en su mano cayó al suelo. Observó cómo los destellos de vampiros vestidos con túnicas negras con símbolos alrededor del cuello caminaban por la nieve, rodeados de tantos otros con la misma mirada concentrada en sus ojos. Su libro se cerró de golpe cuando la visión terminó, el pánico inundó sus venas con tanta intensidad que no pudo bloquear a Jasper. Su cabeza giró en su dirección, mirándola con tanta preocupación en lugar de mirar a Alice. –¿Alice?– Luna preguntó en voz baja, habiendo corrido en ayuda de su esposa.

–Los Vulturi, vienen por nosotros–, Alice hizo una pausa, dejando que la noticia penetrara a todos en la habitación mientras parpadeaba para borrar los restos de la visión. –Aro, Caius, Marcus, la Guardia. E Irina–. Cuando terminó, Renesmee corrió a los brazos de su madre, que la sujetaron protectoramente.

–¿Por qué? ¿Qué vio Irina en el bosque?– preguntó Carlisle, el comportamiento calmado que tenía empezaba a flaquear. Mientras tanto, Athena comenzó en el suelo, tratando de no mostrar el miedo que sabía que brotaría de sus ojos. La fuerza colectiva de los Volturi era lo único que le asustaba, no porque no pensara que podría manejarlos, sino porque había tantas cosas horribles asociadas con ellos en su vida.

–Ness pescaba copos de nieve–, respondió Jake con el ceño fruncido.

La habitación quedó en silencio, nadie estaba seguro de lo que estaba pasando y por qué los Volturi los cazarían de esta manera. Luego, hizo un clic en su cabeza cuando él cayó de un recuerdo de los terrores de Italia. Medio susurró, llegando a la conclusión en su mente mientras hablaba, –Deben creer que es un niño inmortal.

–¿Niño inmortal?– Bella repitió, luciendo confundida en lugar de preocupada como todos los demás.

–Los niños inmortales eran muy hermosos. Encantadores, estar con ellos era amarlos. Pero su desarrollo se congelaba a la edad en que cambiaban, descontrolados, desobedientes, un solo berrinche destruía toda una aldea. Los humanos oyeron la devastación, corrieron los rumores. Los Volturi tuvieron que intervenir, como los niños no podían proteger nuestro secreto debían ser destruidos–, explicó Carlisle brevemente, sin profundizar demasiado, ya que era realmente demasiado para explicar en un ambiente tan tenso.

–La madre de las Denali creó a un niño inmortal, Aro solía hablar de eso con bastante frecuencia–, agregó Athena con un suave suspiro, tratando de no pensar demasiado en su vívida descripción de la brutal noche.

–Pero Renesmee no es como esos niños, no la mordieron–, argumentó Bella, poniéndose en modo maternal protector mientras fruncía el ceño. –Ella nació de mí, crece cada día.

–Hay suficientes pruebas en los pensamientos de Irina–, respondió Edward con calma, aunque todos podían decir que era todo lo contrario.

–Hay que pelear–, respondió Jake, inclinándose hacia adelante en su silla como si eso lo preparara para una batalla contra el gobierno roto de vampiros. Athena suspiró, sin creer lo rápido que entró en modo de batalla y ni siquiera parecía estar preocupado por el resultado de todo.

–Sus armas son muy poderosas–, respondió Jasper, todavía mirando solo a Athena. –Nadie puede contra Jane.

–Alec es peor–, añadió Alice, agarrando la mano de Luna un poco más fuerte que antes.

–Entonces los convencemos.

–Vienen a matarnos, no a hablar–, declaró Emmett, chasqueando los nudillos como solía hacer en estas circunstancias.

–Tienes razón. No nos escucharán. Pero tal vez hay otra forma–, teorizó Edward, mirando a Carlisle en lugar de a su familia. –Carlisle tenemos amigos en todo el mundo.

Carlile se volvió hacia Athena, esperando que levantara la vista del suelo al notar la falta de conversación en la habitación. Una vez que levantó la vista, la confusión debido a la repentina interrupción de la conversación escrita en toda su cara, –¿Crees que funcionará?– preguntó, sabiendo sobre su pasado con Volturi y cómo ella era parte del funcionamiento interno como él.

–Hay una pequeña posibilidad–, respondió ella en voz baja, encogiéndose de hombros. –Aro no es de grandes confrontaciones con vampiros poderosos o con los que quiere para su clan. Valora la autopreservación por encima de todas las fechorías–, se burló, recordando todas las cosas en el pasado que había hecho para preservarse. Incluso había apuñalado por la espalda a Caius una o dos veces. Carlisle asintió con total acuerdo y luego se volvió hacia Edward.

–No les pediré que peleen–, continuó Carlisle, sacudiendo la cabeza ante la sola idea.

–No pelear, ser testigos–, dijo Edward entusiasmado, creyendo claramente que la idea funcionaría mejor que la mayoría de la gente.

–Nuestros amigos harían eso–, agregó Esme con una sonrisa convincente. A partir de ahí, la habitación cayó en los planes que se estaban haciendo entre la familia. Sin embargo, Athena no era necesaria, así que salió de la habitación, tomando todos los métodos que pudo para frenar sus pensamientos. La música no funcionó en absoluto, incluso después de la hora completa de escuchar. Ella simplemente no debería enfocarse en el Volturi y todos los terrores con él, no había forma de escapar. Con un suspiro irritado y frustrado, salió y trató de encontrarle sentido a toda la información reunida a la vez. Ella solo quería escapar de la casa por un rato –¡Luna!– gritó hacia la ventana abierta en su habitación y la de Alice. Segundos después, Luna asomó la cabeza por la ventana y sonrió.

–¿Es hora de tirar piedras?– ella se rió en voz alta, golpeando sus dedos contra el marco de la ventana. Originalmente, Athena solo quería ir a un bar o algo así, pero ahora que la idea de tirar piedras se había metido en su mente, no podía pensar en nada mejor.

–Es hora de la experiencia de tu vida–, se rió justo cuando Luna saltó por la ventana, volteando el marco cuando aterrizó a solo unos centímetros de donde estaba Athena.

Corrieron a la colina más cercana, hablando todo el camino hasta que llegaron a la cima de la colina. Athena inmediatamente recogió la roca más cercana, que era una pequeña roca, y la arrojó lejos de la cima del acantilado, donde sabía que no había mortales en absoluto. Luna inicialmente se rió, pero luego recogió una piedra y la arrojó en la misma dirección. Lo escuchó aterrizar y luego suspiró aliviada, girándose hacia Athena, –Está bien, ahora lo entiendo. Esto es casi tan catártico como llorar, casi.

–Te lo dije–, se rió entre dientes, recogiendo algunas piedras más pequeñas para arrojarlas mientras la ira se acumulaba en su estómago. La próxima llegada de todos los Volturi hizo que comenzara a preocuparse por algo en lo que no había pensado durante mucho tiempo. Algo que era mucho más preocupante para ella que la amenaza inminente sobre su vida. Confrontación.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora