13 - Control mental

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DESPUÉS DE FINALMENTE encontrar una bestia que pudiera calmar el hambre de sangre que envolvía toda su alma, Athena caminó hasta la casa de los Cullen en la víspera de la confesión de Edward con Bella. Según él, toda la situación salió tan bien como cualquiera podía esperar. Bella estaba confundida y tenía miles de preguntas que respondió con la verdad, sin escatimar detalles. Athena notó cómo su conocimiento había afectado a Edward. Parecía menos oscuro, menos agitado por sus propias emociones. A menudo veía el fantasma de una sonrisa en su rostro cuando hablaba de Bella. La cantidad de veces que habló sobre ella haría que cualquiera pensara que era una especie de diosa griega, no solo una mortal con la que se tropezaron en vida. La emoción repentina mostrada no significaba que ella lo perdonara por insinuarse a Bella, eso posiblemente nunca podría ocurrir, sin embargo, ella entendió por qué lo había hecho. No es que excusara un comportamiento como ese.

Empezó a subir los escalones, limpiándose vagas manchas de sangre de la comisura del labio cuando Alice apareció en la puerta. –Me gusta el collar–, felicitó mientras Athena entraba por la puerta, quitándose una chaqueta incómoda que había sacado de su armario solo por el efecto que causaría a los humanos. Según ellos, hacía tanto frío que los vientos hacía difícil recuperar el aliento. Solo un loco saldría a caminar con este clima, bueno, esos y los vampiros.

–Gracias, Alice–, sonrió, mirando la piedra que colgaba de su cuello.

–¿Qué piedra es?– preguntó ella, con el interés capturado automáticamente. Eso siempre había sido algo con lo que Alice estaba fascinada, de hecho, su habitación tenía una gran colección, ¡pero nunca pensó que Athena compartiría el mismo interés!

–Roja Jasper, la uso para revitalizar el alma– sonrió, tomando el cristal con sus dos dedos mientras trazaba la jaula de alambre que lo envolvía.

¿Jasper?– repitió con una sonrisa traviesa.

–Pura coincidencia–, respondió Athena con los ojos en blanco, sin saber que, de hecho, Jasper estaba escuchando su conversación mientras estaba parado en la parte superior de la escalera. Alice podía decir que tenía una sonrisa de suficiencia en su rostro, sin siquiera mirar en su dirección.

–Si tú lo dices–, respondió Alice con un tono que mostraba que no creía una palabra que salía de su boca. Ella se rió suavemente, la reacción de Athena no pintaba la imagen de la veracidad.

–¡Lo es! ¡Lo he tenido durante años!– exclamó en voz baja, esperando que no atrajera a nadie a la conversación.

Alice arqueó una ceja, –¿Y acabas de empezar a usarlo ahora?

–Sí, tengo una razón que no mereces saber debido a la insinuación anterior–, terminó Athena y se adentró más en la casa, luchando por no mirar hacia atrás y reír como Alice. Realmente había sido una coincidencia; ella solo pensó que si la visión de Alice se iba a hacer realidad, también podría trabajar en su alma por tanto tiempo como pudiera. Una visita al mal no era algo que ella quisiera particularmente.

Alrededor de las tres de la mañana, después de que Carlilse regresara del hospital, todos los recuerdos del clan Cullen (y Athena) se sentaron en su sala de estar escuchando el murmullo sordo de la televisión mientras discutían sobre sus días. Athena disfrutó el raro momento en que cada Vampiro tenía una sonrisa en su rostro, riéndose junto con y de los otros miembros de su familia. Ver una familia feliz como la de ellos le devolvió la soledad con rápidas patadas en el estómago, un sentimiento que ocultaba de Jasper.

–¿Athena?– llamó Carlisle, sacándola de sus pensamientos. Ella solo había estado escuchando a medias su conversación, sintiéndose muy fuera de lugar. Trató de pensar en una excusa que tuviera más sentido para poder dejarlos con su diversión familiar.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora