44 - Oh

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ATHENA SE SENTÓ en la sala de estar de la casa de los Cullen, riendo con Luna sobre una historia de cuando era más joven, la vida mortal de Luna cuando era más joven. Esa conversación se detuvo cuando Bella y Edward, claramente extremadamente enojado, entraron por la puerta. Se dirigieron directamente a la oficina de Carlisle sin siquiera decir una palabra entre ellos o cualquier otra persona con la que pasaban, la intrigaba pero no era asunto suyo.

Unos quince minutos después, la conversación con Luna se detuvo cuando Alice le pidió que saliera a caminar con ella. Entonces Athena fue a subir las escaleras, en busca de Jasper o para usar su televisor en su dormitorio. Solo cuando pasó por delante de la oficina de Carlile, se detuvo y escuchó, sintiendo que algo andaba muy mal por la forma en que Edward se comportaba. –Jacob me besó y le di un puñetazo en la cara– Bella se rió entre dientes mientras Carlisle vendaba su muñeca rota.

–¿Él hizo qué? ¿Dijiste que estaba bien hacerlo?– preguntó Athena, ahora entrando en la puerta por la que había estado mirando previamente mientras tenía una conversación sin palabras con Edward. Bella levantó la mirada hacia ella y luego volvió a bajar al suelo, una mirada inquieta en sus ojos apareció cuando miró de nuevo a Edward. Por eso, y los puños cerrados de Edward, se hizo una idea.

–Bueno– Bella se apagó, hablando tan bajo que un mortal probablemente no habría sido capaz de escucharla. Athena apenas podía oírlo ella misma, demasiado concentrada en la rabia que tensaba sus músculos.

–Vuelvo enseguida–, sonrió suavemente, tratando de ocultar la pura furia de todos en la habitación. Giró sobre sus talones y bajó corriendo las escaleras, eligiendo ignorar las llamadas de Bella para que se detuviera y seguir el pensamiento de furia de Edward que no pudo haber hecho algo debido al tratado. Athena no seguía el tratado, por lo que podía hacer todo lo que quería. Dentro de lo razonable, por supuesto, y esto... bueno... definitivamente era razón suficiente para causar algún daño.

Cuando llegó a la casa Black, abrió la puerta de golpe y se dirigió directamente a la habitación de Jacob, golpeando la puerta con tanta fuerza que la madera casi se astilló bajo sus puños. –¡Jacob Black!– exclamó, la ira mostrándose claramente a través de su voz retumbante. Billy apareció detrás de ella, con una ceja levantada mientras la miraba con una ligera preocupación pero sobre todo confundida.

–Que hizo–

–Eres un niño enfermo y enfermo– dijo Athena con furia mientras él abría la puerta. Le dio un puñetazo en el hombro, cuatro veces. Una por Bella, dos más por Bella y una por Edward ya que él no podía hacerlo por sí mismo. La otra fue por ella y todo el grupo de personas que querrían golpearlo también. Disfrutó de la mirada de dolor en su rostro, sabiendo que se merecía mucho más que eso. –¡No vas a besar a mujeres cuando obviamente no quieren besarte y no han dado su consentimiento!

–¿Él qué?– Billy exclamó con pura indignación sonando tan claramente en su voz que la sacó de su bruma de ira, un poco.

Miró a los ojos del lobo, manteniendo un contacto visual tan intenso mientras hablaba con la mandíbula apretada, –Dios, desearía que pudieras sentir el dolor que quiero infligirte.

–Yo–

–No, ni siquiera te atrevas a pensar en tratar de defenderte. Me das asco–, gruñó y se encontró burlándose suavemente cuando Jacob miró a su padre en busca de ayuda.

–No me mires–, añadió Billy con un tono conciso que no había escuchado antes. En realidad, nunca había visto tanta ira dentro de él. Ni siquiera cuando Sam había sacado esa discusión hace unas semanas, este era un territorio desconocido y, sinceramente, era muy necesario. Se merecía todo lo que recibió por lo que le hizo a Bella, ya sea que ella dijera que estaba bien o no. Besar a alguien en contra de su voluntad nunca está bien y nunca hubiera estado bien en lo más mínimo.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora