20 - Libros

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ALICE DEJÓ a Athena en el borde de la reserva, sabiendo que no se le permitía ir más allá. Después de agradecerle, corrió entre los árboles, era un día tan soleado que incluso ella podía sentir el aire cálido que se deformaba entre su cabello mientras corría. Una vez que llegó al borde del bosque, se quitó un abrigo que le había prestado Alice y se lo puso sobre la cabeza usándolo para protegerse mientras se acercaba al edificio. Después de todo, cualquiera podría pasar caminando en un momento dado. Rápidamente llamó a la puerta y sonrió una vez que se abrió. Jake se paró en la entrada con el ceño fruncido por la confusión, pero pronto la dejó entrar y cerró la puerta. Athena colgó el abrigo en la puerta y rápidamente entró en la sala de estar, haciendo una línea de abdominales para Billy. La envolvió en un abrazo tan fuerte que se preguntó si le haría daño por un segundo, luego recordó la situación pasada de lobo y se rió suavemente para sí misma. –Me asustaste–, medio susurró mientras se abrazaban, sin sentir la menor incomodidad.

–Lo siento–, suspiró suavemente cuando rompieron el abrazo, sintiéndose aún más horrible cuando notó la mirada de tristeza en sus ojos. Odiaba lo que le había hecho pasar. Ella desvió la mirada y descubrió que Jacob la había estado mirando de manera peculiar todo el tiempo, le tomó un rápido vistazo a su mente para saber de qué se trataba. –¿Él sabe?

–Tenía que decírselo, todo el asunto de tu muerte se derramó por completo– respondió Billy en voz baja, observándola atentamente por una reacción que ella le dio con una sonrisa suave y tranquilizadora.

–Ah, bueno. ¿Alguna pregunta, Jake?

–¿Te afecta el ajo? ¿Es por eso que nunca comiste ni bebiste nada? ¿Qué pasa con las luces brillantes? ¿Puedes ver tu reflejo? ¿Qué sucede en el sol?– soltó como si todas las preguntas hubieran estado pululando en su mente todo este tiempo y probablemente lo habían hecho.

–No, sí, no, sí y puedo demostrártelo–, respondió ella con una suave risa y luego se dirigió hacia la ventana, abriéndola por completo antes de que los dos mortales registraran su cambio de destino. Lentamente sacó su brazo por la ventana, llegando justo más allá de la sombra del techo mientras sus dedos brillaban con chispas que hicieron que Jake caminara más cerca de la ventana con curiosidad.

–Woah–, espetó, mirando los colores bailar a lo largo de sus dedos y bajando por toda su palma.

–¿Algo más?– preguntó mientras sacaba la mano de la ventana ya que un latido diferente había llegado a sus oídos.

–Nop, papá explicó las otras cosas–, sonrió, sintiéndose muy fascinado por todas las historias que Billy le había contado antes de dormir sobre una joven vampira y su amigo lobo que ahora sabía que eran ciertas. Eso y el tratado Cullen del que le había hablado a Bella en la playa.

–Sí, pero casi nunca dice la verdad–, bromeó, aunque había algo de verdad detrás. Cuando era adolescente, Billy solía decir tantas mentiras sobre cosas que ella sabía que eran mentiras solo por diversión; era una extraña broma interna entre ellos.

–Grosera–, respondió rápidamente. Athena se volvió para mirarlo, levantando una ceja que habló por ella. Los dos se miraron el uno al otro por un segundo y luego comenzaron a reír, para confusión de Jake.

–Jake está de acuerdo conmigo– afirmó mientras cerraba ligeramente la cortina, protegiéndose del sol en caso de que alguien pasara caminando. La cabeza de Jake se iluminó con miles de preguntas, cada una girando en torno a la misma respuesta simple. –¿No le contaste sobre esa parte?– ella se rió entre dientes, mirando a Billy con una ceja levantada

–Pensé que no querías que la gente supiera sobre tu don–, respondió encogiéndose de hombros, mirándola con una expresión de preocupación que ella solo había visto unas pocas veces en su vida.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora