37 - Abrazos

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DESPUÉS de un largo recuento de lo que Alice le había contado sobre el encuentro con los Vulturi y algunas otras discusiones que los habían llevado hasta la mañana, la conversación que deberían haber tenido hace meses después del beso inicial surgió con bastante naturalidad. Hablaron de eso durante unos minutos mientras él la llevaba a la escuela, sopesando las opciones sin una pizca de incomodidad. –Digo que solo veamos qué sucede–, habló en voz baja mientras él detenía el auto en una parte protegida del área de estacionamiento para que ningún mortal viera que habían regresado todavía. –Sabes vivir el momento–, agregó con una sonrisa suave, haciendo referencia a una conversación que habían tenido después del beso. Recuperó una sensación confusa que inundó las yemas de sus dedos y todo el camino hasta los dedos de los pies, envolviéndola en un entumecimiento feliz.

Él se rió entre dientes, sacándola del sentimiento, –Evasivo.

–¿Sabes que soy diferente?– preguntó ella con una ligera ceja levantada. Con una suave sonrisa y un murmullo de despedida, abrió la puerta del auto y la cerró suavemente, y continuó alejándose del auto mientras se ponía los audífonos en la cabeza. Se alegró de descubrir que nadie la vio salir del auto y nadie pensó que el hecho de que tuviera un ascensor fuera sospechoso, de hecho, resolvió la imagen que algunas personas tenían de ella. Pensaron que un miembro de la familia debía haberla dejado, algo que le hizo sonreír durante la mayor parte del día.

En el almuerzo, se retiró a la biblioteca y leyó como siempre, solo que esta vez hubo una distracción. Antes de salir de la casa, Jasper había puesto su nuevo número en su teléfono, así que ahora los dos enviaban mensajes de texto sin cesar, poniéndose al día con el otro. Fue agradable que él respondiera a sus mensajes esta vez, en lugar de hablar con una pared de ladrillos por algún tipo de realeza en un momento muy confuso y adormecedor para ella. Se las arregló para leer unos dos capítulos, en comparación con los veinte habituales cuando sonó la campana del último período.

–¿Por qué estás tan sonriente?–, preguntó Eric mientras entraba en su última lección del día, tomando asiento a su lado ya que él siempre la reservaba para ella. A ella le gustaba eso de él, eligió sentarse con ella como de costumbre en lugar de mudarse para estar con Angela. Pensó que hacía que su relación fuera menos abrumadora, no demasiado dependiente como la mayoría de las relaciones mortales de la escuela secundaria. ¿Quién quiere ver a dos personas besándose en la parte de atrás de un salón de clases de inglés?

–Nada, Eric, nada en absoluto–, respondió con una voz casi vacía, luchando contra la sonrisa que se mostraba en su rostro de manera tan prominente. Él no lo creyó en absoluto, en lugar de sentir la necesidad de preguntarle qué estaba pasando. Hacía mucho tiempo que no la veía así, en cierto modo era refrescante.

–¿Es este uno de los que no has comido hoy, así que estás un poco loco por momentos? Porque tengo una manzana si la quieres–, ofreció, empujando su silla ligeramente hacia atrás para que fuera más fácil alcanzar su bolso si ella decía, ella lo necesitaba.

Ella sonrió agradecida, el gesto calentó su corazón. –No, no, estoy bien. Solo feliz–, respondió ella, mirando hacia el frente de la muchacha donde la maestra estaba analizando incorrectamente una de sus propias novelas. Observó la expresión de Eric cambiar por el rabillo del ojo, la súbita elevación de la ceja y quinteto del ojo que desesperadamente quería evitar.

Así que levantó la mano. –¿No cree que esto es una locura? Quiero decir, a veces la puerta es simplemente roja, no hay peligros ocultos detrás de ella. No es una novela que discuta los 'peligros' de los que está hablando, así que ¿por qué diablos elegiría el autor? para agregar una visión oculta de peligro cuando escriben sobre una pequeña familia sana y todo lo que hicieron. Es una locura, ¿no creé? Lo retorcida que se ha vuelto la sociedad moderna debido a sus puntos de vista sobre los clásicos. La puerta es solo roja, no es una señal de sangre o peligro o incluso llamar a las mujeres putas. No lo es y, francamente, es un comentario muy sexista. Es una puerta roja y la audiencia ni siquiera lo notaría tan profundamente o lo analizaría. en la medida en que lo eres.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora