50 - Gratitud

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ATHENA SE RÍE como todos los demás y luego se detuvo cuando comenzó a escuchar los pasos muy lejanos y ligeros de los Vulturi. Fue directamente a la cabeza de Sam, sabiendo que todos los lobos podrían escucharla a través de sus pensamientos. Era la forma más eficiente de deshacerse de ellos de forma segura. –Tienen que salir de aquí–, dijo en su mente, haciendo una pausa cuando encontró a Jacob todavía mirándola con los ojos muy abiertos. –Lejos lo más rápido posible, ¿entiendes?

Ella sonrió aliviada cuando Sam asintió con la cabeza, la manada ya desaparecía en la línea de árboles. Luego, después de pensarlo dos veces, buscó entre todos los diferentes pensamientos para encontrar el de Embry. –¿Pasa por la casa de Billy por mí?– preguntó rápidamente, necesitando que él supiera que todo estaba bien y que estaría allí pronto. No podía confiar en que Jacob le dijera eso, dado su actual estado de shock.

–Ya iba a hacerlo–, la respuesta de Embry resonó en su cabeza y ella sonrió, agradeciéndole rápidamente antes de volverse loca y concentrarse en los ahora fuertes pasos que venían de la siguiente ola de batalla. Rápidamente corrió hacia los demás, entrelazando sus dedos con los de Jasper para tener algún tipo de consuelo durante toda la prueba. Arriesgarse a no reaccionar lo suficientemente rápido valía la pena a los ojos de ella y aparentemente a los suyos, dado que él ni siquiera se inmutó cuando ella tomó su mano.

–Todo estará bien–, susurró para sí misma, balanceándose ligeramente sobre sus talones. Las capas negras aparecieron a la vista y sus hombros se tensaron de nuevo, observando cómo se acercaban con el pensamiento aterrador y creciendo en su estómago.

–Dilo a ti misma– le susurró, sonriendo en broma en un intento de calmar algo de la incertidumbre dentro de ella sin el uso de su don. Aunque tenía su permiso para usarlo cada vez que sus emociones estaban descontroladas, lo veía como un último recurso y solo lo haría si la hacía sentirse más cómoda o en menos peligro. Los nervios constantes que rodeaban a algo que podía atacar en un momento dado no eran lo mejor del mundo, en cuanto al tiempo de reacción.

–Lo estoy–, respondió en tono de broma, hablando tan bajo que esperaba que los Vulturi no hubieran escuchado una palabra. El silencio cayó sobre ellos cuando los cuatro Vulturi se acercaron, arrojando las capuchas de sus capas hacia abajo en unísono imperfecto que provocó odio en su estómago. Jane y Felix la miraron con tanta atención que ella miró hacia otro lado para evitarlo.

–Impresionante. Nunca he visto a un clan escapar intacto de un asalto de esta magnitud–, dijo Jane lentamente, mirando con sus ojos rojos alrededor del clan. Jasper apretó ligeramente su mano y calmó un poco la ansiedad, sintiéndose aliviado cuando notó la relajación visible dentro de ella. No estaba completamente relajada, no, eso no habría sido bueno, pero lo suficientemente relajada como para poder mirarlos a los ojos sin vacilar.

–Tuvimos suerte–, respondió Carlisle, apegado al plan falso que habían concedido días atrás ante la sola mención de una posible aparición de los Vulturi.

–Lo dudo. Parece que tenían ciertas armas–, respondió Jane, mirando a Athena mientras se detenía. –De su lado–. Ante este comentario, Athena se desconectó por completo. Solo quería alejarse de las excavaciones constantes que le recordaban un pasado que solo quería olvidar. Pensó en su libro, esperando a que se recuperara ante el repentino golpe de genialidad de la escritora.

Volvió a la realidad cuando Bree Tanner, la joven recién nacida a la que se le había ofrecido alojamiento con el Clan Cullen, gritó de agonía porque, debido a la atmósfera, debe haber sido al menos la tercera vez.

–Riley no nos lo dijo. Dijo que nuestros pensamientos no estaban a salvo–, exclamó mientras el dolor que Jane le infligía se desvanecía de su cuerpo. Athena quería revertir el dolor de regreso a Jane, hacerla sufrir por todo lo que le había hecho pasar a la joven vampira, oh, cómo anhelaba tal reacción de dolor. Pero no pudo. Sería peor para todos los presentes si lo hiciera. Indefensa ni siquiera comenzó a explicarlo.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora