75 - Práctica...de nuevo

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PASARON MÁS Y más días, pero la nieve ni siquiera había comenzado a caer y mucho menos adherirse al suelo. Las tensiones, como siempre, eran altas pero alcanzaron nuevos niveles (en el caso de Carlisle) cuando la noticia de que los Volturi interrumpieron el viaje de un vampiro a Forks con fuerza brutal y matándolos, la esperanza de que no tuvieran que participar en una pelea cayó como un rayo. piedra arrojada por un precipicio, de repente y todo a la vez.

Subió las escaleras, después de registrarse con Benjamin, una conversación tensa que se estaba produciendo en la sala de estar llamó su atención. La voz de Edward hizo eco en su cabeza, mezclada con varios pensamientos fuertes de otras personas en la habitación, –Jane y Alec intentarán eliminarme primero ya que puedo predecir sus movimientos y luego se moverán hacia Athena–. Al escuchar su nombre, la intriga dentro de ella creció a un nivel en el que se encontró entrando a la habitación sin siquiera pensarlo dos veces.

–Lástima que no todos tenemos el escudo de Bella–, respondió Kate, una vampira con la que Athena en realidad no había hablado pero que encontró bastante interesante, mientras se sentaba en uno de los asientos.

–Sin embargo, no me ayuda a pelear–, se encogió de hombros Bella, sonriendo en dirección a Athena.

–No, pero podrías ayudarnos, si pudieras proyectarlo–, sugirió Tanya, –proteger a alguien que no seas tú misma.

Bella frunció el ceño, preguntándose, –¿Es posible?

–Los dones se desarrollan con el tiempo–, respondió Carlisle encogiéndose levemente de hombros, sin saber si sería posible para ella.

–Al principio, solo lo tenía en mis palmas. Ahora puedo extenderlo a todo mi cuerpo–, explicó Kate con una leve sonrisa orgullosa, después de todo, tomó años de práctica.

–Yo solía ser capaz de hacer una mente a la vez, ahora, si realmente me concentro, puedo cambiar cualquier mente en mi entorno cercano–, intervino Athena, haciéndoles saber un secreto que había mantenido oculto durante mucho tiempo. Ella tendía a hacer una mente a la vez, porque eso era manejable y hacer más de una mente a la vez ondulaba su mente con agotamiento extendido. Así que nunca le contó a nadie sobre eso, no queriendo que algo dependiera de ella usando ese poder para sobrevivir. Así fue como derribó a los Volturi, gracias a la ayuda y práctica de Lila en meditación y otras cosas de despertar consciente.

Bella levantó una ceja, frunciendo el ceño ligeramente confundida, –¿Así que se trata de enfocarte?

–Depende del don. La visualización funciona para mí–, agregó Kate y la intriga de Bella creció aún más.

–Dime.

Bella decidió usar el método de visualización, sintiendo que funcionaría mejor para ella. Así que Emmett, Kate y Edward esperaron que ella imaginara el escudo en su mente, el color del mismo y cómo salía de su cuerpo para poder impulsarlo hacia los demás. Pero hasta ahora, había sido demasiado infructuoso. –Creo que necesita algo que la motive–, Kate levantó una ceja, mirando a Athena sugestivamente mientras se reía levemente.

–No–, protestó Bella, interponiéndose en el camino directo de los dos.

–Está bien– la tranquilizó Edward, sonriéndole suavemente porque sabía que era algo que tenía que hacer. Y confió en que Athena no haría nada demasiado grave, –Nada demasiado doloroso, Athena.

–Pero eso no es un incentivo, Eddie–, sonrió en tono de broma, comenzando a profundizar en su mente.

–Concéntrate o le va a doler–, escuchó decir a Emmett antes de entrar por completo en la mente de Edward, comenzando un pequeño pero muy doloroso ataque en sus receptores de dolor. Hizo que los de sus brazos funcionaran demasiado bien, tanto que incluso la más mínima brisa se sentía como fuego quemando su piel. En cuestión de segundos, Edward se dobló en el suelo y Athena revirtió el daño, sintiéndose un poco horrible a pesar de que era necesario.

–Lo siento. ¡Dije que no estaba lista!– exclamó Bella, ofreciéndole una mano a Edward para ayudarlo a levantarse mientras fruncía el ceño profundamente.

–¡Oye, no la estás motivando!– Emmett exclamó con una ligera risa entrelazada entre las palabras, encontrando entretenida la terrible situación.

–¿Quieres intentarlo?– Edward medio ladró de vuelta, haciendo que Emmett levantara las manos a la defensiva. Athea y Kate se rieron en voz baja, observando la interacción con atención.

–¿Lista Bell?– Athena preguntó después de unos segundos, dejándola prepararse esta vez. Ante el asentimiento de Bella, Athena volvió a la mente de Edward e hizo lo mismo otra vez, esta vez debilitando la fuerza muy levemente. Se sentía muy mal por no hacerlo.

–¡Athena!– Bella gritó, sacándola de la cabeza de Edward mientras volvía a la normalidad. Ella se disculpó con Edward en su mente, pero él lo descartó, diciendo que era necesario para su familia, por lo que haría cualquier cosa. Ella sonrió ante eso, preguntándose cómo se sentiría ese nivel de protección.

–Esta vez voy a incendiar los receptores de dolor en su mente–, continuó después de que Bella dijera que estaba lista para hacerlo de nuevo. Edward miró a su esposa como si estuviera suplicando que funcionara esta vez, no queriendo volver a sentir tanto dolor. Athena negó con la cabeza ante la sonrisa de Emmett antes de volver a su mente, comenzando a cambiar ciertas cosas antes de que ella fuera efectivamente apartada de su mente. –Definitivamente funcionó esta vez–, dijo sorprendida, no acostumbrada a sentir tal fuerza de un don de bloqueo. Claro que aún podía entrar en la mente de Bella, pero le tomó mucho esfuerzo y solo funcionó porque ella misma podía bloquear ciertas cosas, ningún otro don tenía esa habilidad. Bella sonrió con orgullo, mirando a su marido que no sufría dolor con puro alivio.

–Deberíamos intentar de nuevo, esta vez con el don de Kate–, sonrió Bella, emocionada de poder probar su don de nuevo.

–¿Emmett?– Edward sugirió y Emmett retrocedió, retrocediendo tanto que casi tropezó con un árbol.

Más tarde, Athena se dejó caer en su sofá y accidentalmente tiró el libro que había vivido en su mesa de café durante unas buenas semanas sobre la alfombra. Con un profundo suspiro, levantó su cuerpo y recogió el libro sin atrapar inmediatamente el pequeño cuadrado arrancado de un trozo de papel rayado que cayó de detrás de la portada. Ella, después de finalmente mirar al suelo, recogió el papel con una ceja levantada.

Ella sonrió brillantemente al reconocer la letra y luego frunció el ceño al saber por qué estaba allí. –¿Cala?– leyó en voz alta, pensando en lo que Jasper le había hecho a su pobre planta. Ella, después de encender la radio por un poco de ruido de fondo que su mente necesitaba, se acercó a la planta junto a la puerta y examinó la tierra. En la misma esquina de la maceta, la parte que daba a la pared, una pequeña esquina de plástico de una bolsa sobresalía del suelo. Con gran intriga, arrancó suavemente la bolsa de la planta. Ella se rió entre dientes mientras sacaba la siguiente nota de la bolsa, con la esperanza de que él no la enviara a una larga búsqueda del tesoro sin razón aparente.

Esta nota era mucho más larga que la anterior, esta vez tenía más de una palabra. Mira en el armario debajo de las escaleras cariño, te prometo que este es el último. Así que, por supuesto, fue directamente al armario y miró a su alrededor en la penumbra en busca de algo fuera de lugar. Después de mover una maceta grande, encontró una caja de zapatos que ciertamente no había estado allí antes. Con una sonrisa de intriga, sacó la caja del armario y se sentó en el suelo con ella en su regazo.

En la parte superior de la caja, escrito con rotulador oscuro, había una sola cara guiñando un ojo. Ella levantó una ceja y abrió la caja, riéndose de lo que había dentro. Él había doblado su suéter favorito, el que ella pensaba que era increíblemente atractivo y prácticamente lo había ahogado con lo que fuera que lo hacía oler tan bien. –Absolutamente– se rió entre dientes, sacando el suéter de la caja. –Pequeño engreído–

Justo cuando desenredaba el jersey, planeando quitárselo por la cabeza, un objeto cayó al suelo con un ruido sordo. Miró en su dirección y encontró un libro, un libro que reconoció en segundos. Ella jadeó de alegría cuando dejó caer el suéter, agarrando el último libro de su lista de novelas que quería leer antes de morir. La novela que no encontraba por ningún lado.

Con una sonrisa, se quitó el jersey por la cabeza y se hundió en el sofá. Se envolvió en cobijas, acostándose cómodamente en el sofá mientras comenzaba a leer el libro, los brazos del suéter doblados sobre su mano que pasaba constantemente por su nariz mientras leía.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora