EL DÍA siguiente al viaje escolar, Athena y Luna faltaron a la escuela para su pequeño viaje de compras que terminó durando treinta y seis horas. Honestamente, Athena no tenía idea de cómo se habían perdido tanto en el tiempo. Luna seguía sugiriendo lugares a los que debían ir y fueron, riéndose juntas. Comenzaron el día comprando en dos centros comerciales diferentes y luego fueron a buscar comida: un león de montaña había estado en el menú para esa noche en particular. Entonces decidieron ir a un club sin más motivo que el de ser algo que ambos querían hacer. Athena tenía el pequeño problema de que le faltaba una identificación, pero ese problema se resolvió rápidamente, gracias a Luna. Encantó al portero y él los dejó entrar a los dos, siempre y cuando prometiera no beber nada. si fuera humana, esa regla se habría roto tan pronto como entró por las puertas. Bailaron al ritmo de la música a todo volumen, riéndose la mayor parte del tiempo y asustando a los tipos espeluznantes con una sola mirada amenazadora. Salieron del club después de unas horas, eventualmente se aburrieron y en su lugar se conformaron con vagar por la ciudad, observando a las mujeres borrachas en casa para asegurarse de que regresaran bien. Alrededor de las tres de la tarde del día siguiente, regresaron a Forks y Luna la dejó antes de acelerar por la carretera. No se había divertido tanto en mucho tiempo.
Al día siguiente, después de una visita sorpresa de Jasper, Alice y Luna aparecieron en la puerta de su casa para pasar el rato como lo habían planeado en su chat grupal hace solo diez minutos. Rosalie había sido invitada pero decidió quedarse en casa, muy probablemente con Emmett. Hablaron durante horas, riéndose de varias películas que lograron ver al doble de velocidad. Otra ventaja del estilo de vida vampírico.
-Echo de menos el alcohol-, murmuró Luna mientras miraba el techo del sofá de Athena.
-Yo también-, Athena suspiró mientras escuchaba la música aburrida que sonaba durante los créditos de la película que acababan de ver.
Alice se volvió hacia Athena, con una ceja levantada con curiosidad. -¿bebiste?
-Pude ver a muchas personas intoxicadas. Parecía tan divertido y libre-, suspiró, deseando haberlo experimentado alguna vez. Podían beber alcohol, pero tendría que volver a subir de una manera no tan glamorosa, además de que tenía muy poco efecto.
-Bueno, lo creo-, respondió Luna en voz baja mientras recordaba sus días como humana. -Lo que daría para poder beber cerveza de nuevo-, suspiró y el grupo quedó en silencio por unos momentos. -Incluso extraño llorar- continuó Luna de la nada, captando la atención de los otros vampiros mientras ambos se sentaban para mirarla directamente.
-Esto tomó un giro oscuro-, respondió Alice en voz baja, los ojos llenos de preocupación pero un tono ligeramente divertido en su voz se mantuvo claro.
-Lo digo en serio. No hay nada como dejar salir todas tus emociones a través de las lágrimas-, respondió Luna, manteniendo la mirada fija en el techo mientras suspiraba profundamente.
Athena levantó una ceja confundida. -¿Así que no se hierven a fuego lento en algún lugar de tu cabeza para siempre como humano?
-No-, se rió entre dientes. -Llorar es terapéutico.
-Solo tiro piedras a los árboles o colina abajo, a veces cantos rodados si están cerca-, se encogió de hombros, pensando que eso es lo que la mayoría de la gente hacía para resolver el tipo de dolor en el que ella simplemente la incitaba a gritar. Alice y Luna se rieron, imaginando la escena. -¡Es realmente catártico!
El silencio los abrumó mientras las risas se apagaban, Athena escuchaba las hojas rozar las ventanas del segundo piso. El sonido la molestaba inmensamente y casi quería trepar al árbol en este momento y resolver la situación. Luego, cuando su mirada pasó por un armario marrón cerrado en el que no había pensado desde que se mudó, se le ocurrió una idea: -¿Alguien quiere jugar al monopoly?
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WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓN
FanfictionAthena disfrutó viendo los placeres más pequeños, hasta un simple escarabajo en la tierra. Después de todo, después de unos buenos años de vida, no podía dejar de notar las cosas más pequeñas. Las grandes cosas ya no tenían el mismo efecto. Ella sim...