76 - Eric

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DOS DÍAS antes del día de la conversación o batalla, dependiendo del estado de ánimo de Aro, Athena bajó las escaleras poco después del mediodía. Había pasado la mañana acurrucada en la cama con libros y películas reconfortantes mientras el temor infectaba profundamente su estómago. Y el Jasper perdido había comenzado a alcanzar niveles que se sentían como si algún órgano dentro de ella hubiera sido arrancado, cortado brutalmente en miles de pequeños pedazos y luego arrojado nuevamente dentro y aplastado en el agujero donde había estado antes. No lo había visto en semanas. Pasar de ver a alguien todos los días, durante la mayor parte del día, parte del tiempo, a no ver a nadie sin ningún contacto le pasó factura muy rápidamente. No sabía si aún vivía o si había pasado algo y no lo sabría hasta dentro de treinta y seis horas más, llenas de minutos en los que podía ocurrir algo desastroso.

Ella había estado planeando salir a cazar, como la mayoría de los vampiros hoy, pero un zumbido en su teléfono que llegó a través de un contacto con el que no había hablado en mucho tiempo, detuvo ese plan de acción. –¡Athena! ¿Cómo estás?– La voz alegre de Eric retumbó por el teléfono, trayendo un cierto tipo de sonrisa a su rostro.

–Estoy bien Eric, ¿cómo va la universidad?

Tan estresante–, suspiró profundamente, golpeando un lápiz contra un cuaderno. –Pero la gente aquí es una de las personas más divertidas que he conocido, así que eso es un profesional.

Ella jadeó, fingiendo estar ofendida por su falta de reconocimiento de su humor, él solo se rió y suspiró profundamente como si no se hubiera reído tanto en mucho tiempo. –¿Es lindo el lugar?

Es un dormitorio de universidad–, se rió en voz baja. –Así que no, en realidad no. De todos modos, ¿hay algo interesante en casa?

–No, en absoluto–, suspiró, mintiendo entre dientes mientras fingía aburrimiento. –Es el mismo viejo bosque y lluvia de siempre.

Probablemente no voy a volver para Navidad, mis padres van a venir, lo que va a ser interesante.

Ella levantó una ceja, –¿A un dormitorio universitario?

Van a conseguir un hotel–, respondió él, con la voz mostrando diversión y el mismo pensamiento que ella tenía. Eso es simplemente extraño en realidad.

–Interesante–, respondió después de una larga pausa, tratando desesperadamente de no mostrar cómo veía realmente la situación. Intentando y fallando.

Eso es lo que pensé–, se rió, reavivando su comodidad en la situación. –Tendrás que venir y visitarme también, ¿sabes?

–Sin duda–, se rió, –pero no cuando estás estresado hasta el punto de quiebre absoluto.

Suena como un plan, siempre y cuando traigas pastelitos.

–Por supuesto–, se rió en voz baja, mirando a la cocina donde docenas de pasteles resonaban en la superficie. Estaba estresada y no tenía otra salida, hornear era la única opción para distraerse por un rato, Renesmee parecía preferir los pequeños descansos de la casa de los Cullen en casa de la tía Athena. Entonces, justo cuando estaba a punto de tomar la conversación en otra dirección, un ruido sordo resonó en sus oídos y un hedor se apoderó de su nariz. Voló hacia la puerta, abriéndola con la cara contorsionada de rabia y los ojos muy abiertos mirando al lobo en el umbral. Inhaló profundamente, agarrando el teléfono en su mano un poco más fuerte que antes. Estabilizó su voz, con la mandíbula bloqueada mientras miraba el alma de Embry Call, –¿Eric? ¿Puedo devolverte la llamada?

Se incorporó en su silla ante su repentino cambio de tono, dejando de tamborilear en su escritorio mientras preguntaba, –¿Está todo bien?

–Oh, sí, sólo hay una rata en mi porche y necesito deshacerme de ella–, respondió ella, mirándolo con tanta intensidad que pensó que el suelo a sus pies se incendiara.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora