12 - Conocimiento

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ATHENA ENTRÓ en su laboratorio de química mientras Eric charlaba emocionado sobre sus opciones para el tema del baile de graduación. Quería una opinión que, sinceramente, a ella no le importaba lo suficiente como para darla en ese mismo momento. No había comido en varios días y la sed de sangre había comenzado a hacer que cualquier pequeño inconveniente fuera mucho peor de lo que debería haber sido originalmente. Mezclado con su mecha corta, formaba una combinación peligrosa. Se suponía que iba a cazar anoche, pero se encontró deambulando sin rumbo por el bosque sin siquiera un insecto a la vista. Fue la ocurrencia más extraña y no podía pensar en una razón de por qué. Incluso había buscado en la reserva y tampoco encontró nada, aparte de Seth, pero no quería beber de él. Había regresado a casa con un dolor en la garganta que desapareció una vez que algo que Alice había mencionado sobre su visión se hizo realidad. La puerta trasera de Athena se había quedado abierta de par en par, aunque ella juró que la había cerrado con llave. De repente, su casa se sintió insegura.

Eric y Athena se hundieron en sus asientos al fondo de la sala y sacaron todo lo que necesitarían para el examen que estaban a punto de realizar. Para él, un estuche lleno de herramientas estaba en su escritorio mientras que ella solo tenía un lápiz. Luna pronto entró en la lección, su elegancia habitual se ejemplificó cuando giró algunas cabezas mientras tomaba asiento en la fila del medio. Ella susurró, por debajo del nivel humano, una broma que hizo que Athena luchará por no reírse. Se rió para sí misma, girando el lápiz en sus dedos en círculos con la esperanza de distraer su mente de la risa.

–¿Qué?– preguntó Eric, sus ojos mostrando todos y cada uno de los signos de preocupación mientras buscaba los casi negros de ella.

–Oh, nada, solo tuve un pensamiento extraño–, respondió Athena, apartando toda preocupación mientras le sonreía suavemente. Sin embargo, Eric no parecía convencido.

–¿Estás bien? Pareces estar fuera de lugar hoy, más tranquila–, bajó la voz a un susurro cuando el maestro entró en la habitación, con los brazos llenos de los papeles que iban a tomar. Lo escuchó tragar profundamente cuando el maestro comenzó a repartir los papeles, exigiendo silencio entre los estudiantes que charlaban.

–Estoy bien, Eric, solo que no comí esta mañana–, bromeó, intentando quitarse algo de la preocupación que él sentía por ella. Técnicamente no era mentira, ella no había comido esa mañana y las quince mañanas anteriores. Eric se rió en voz baja, luchando por amortiguarlo con el dorso de la mano mientras ambos escribían sus nombres en el frente de la prueba.

–Tengo mi desayuno en mi mochila si la quieres–, susurró mientras escuchaban el consejo de la maestra que, en su experiencia, nunca ayudó a los mortales a responder una sola pregunta en el folleto. Ella no envidiaba su falta de retención.

–Oh, no–, espetó un poco demasiado rápido. Eric volvió la cabeza ligeramente, mirándola con desconfianza. –Está bien, solo tendré algo entre lecciones–, se encogió de hombros, con la esperanza de jugarlo lo suficientemente bien.

–¿Estás segura?– susurró, viendo como ella asentía con la cabeza. –Está bien–, Eric sonrió y luego volvió a concentrarse en el papel mientras trataba de leer las preguntas a través de la página para poder comenzar.

Ella y Luna terminaron el trabajo en diez minutos, lo revisaron dos veces en busca de errores. Entonces, en lugar de simplemente sentarse allí en un silencio aturdidor y aburrido por el resto de la hora, Athena decidió que dejaría que Luna fuera la primera en enterarse de su regalo. Solo esperaba que no tuviera repercusiones negativas que la llevaran a tener que salir de la sala de pruebas, huyendo de Forks sin tiempo para despedirse de Billy. Se concentró en la parte posterior de la cabeza de Luna y cerró los ojos, dejando que su conciencia se deslizara en la suya.

WRITER IN THE DARK • JASPER HALE - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora