Capitulo 37

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MARIZZA

Cuando desperté, tanto que estaba débil, apenas recordaba quién era y solo después de las miles de preguntas de los médicos logré ordenar los momentos en mi cabeza aturdida y levemente confundida como el resto de los médicos estudiando mi cuerpo.

Me quedo mirando a los médicos que tratan mis arañazos de asfalto vendarlos para no infectarme.

Me quedo a escuchar los consejos del médico sobre el reposo cuidadoso, que en mi opinión parece lejano ya que tengo que cuidar a la niña sola.

Su voz regresa automáticamente a mi mente, gritando mi nombre cuando ese auto frenó y se abalanzó sobre mí de todos modos.

Incluso recuerdo que en ese momento me dejé llevar totalmente por el cansancio, tanto que en el impacto no encontré ninguna fractura.

Veo que las enfermeras me entregan el documento de alta de esta corta estadía aquí en el hospital y una vez que me he medido la extraña fiebre a los 38, provocada por el cansancio, noto con la punta del ojo que Pablo entra lentamente a la habitación, después de haber llamado a la puerta, dirigiéndome una mirada completamente preocupada y arrepentida.

-¿Puedo ...?

Temeroso de mi posible reacción, pide permiso para entrar y tan pronto como lo miro, todo lo que tengo que hacer es asentir.

Retrasándose a cada paso, finalmente llega frente a mí obligada a pedirle ayuda para pasar mis zapatos por el suelo.

-Mmmm yo ... ¿puedes ... pasarmelos?

Sin demora los agarra colocándolos y en dos segundos me los pongo.

-¿Cómo ... te sientes?

- Yo ... solo me quiero ir a casa Pablo .. Le dije molesta mirando hacia otro lado

- Por supuesto- dijo el insinuando una sonrisa

Al llegar al final de mis fuerzas, lo único que tengo que hacer es aceptar su ayuda para levantarme de la cama y caminar despacio, ya que las heridas en mi cuerpo arden sin piedad, hacia la salida donde nos espera un taxi.

-¿Quieres que te lleve en brazos?

¡Bajo esos escalones yo sola, decidiendo rechazar este gesto hipócrita después de haber provocado todo lo posible hoy! .

-Yo ... ¡solo caminaré!

Finalmente llego al taxi donde durante todo el trayecto lo pasamos en silencio para mirar por la ventanilla.

Por la gracia divina llegamos a casa donde finalmente podré poner fin a este largo y terrible día.

Siento que el calor de la fiebre sube por mi cuerpo, me doy cuenta sobre la marcha de que ha aumentado, y luego empiezo a respirar con dificultad.

-Marizza ... ¿puedes decirme cómo te sientes? ¡Por favor dime!

Cierra la puerta de entrada con un empujón claro y sorprendido de finalmente escuchar su voz, lo miro, incapaz de hacer nada más que contestarle mal.

-¡Fui atropellada! ¿Cómo quieres que me sienta? ¡Apesta!

-El doctor me dijo que tenías fiebre .. ¿sientes que te ha vuelto?- dice acercándose- Tienes los ojos rojos y estás respirando con dificultad ..

Retrocedo unos centímetros sintiendo que mis nervios se rompen.

¿Solo ahora me calculas?

Ahora te preocupas ¿eh?- dije en un tono frio- ¡¿Cuando te pedí casi de rodillas que pagaras esa maldita factura no me escuchaste ?! Ahora, ¿por qué no vas a tu cita y me dejas morir en una cama en paz?- digo subiendo el tono

DAME TU CALOR.....SWEET BABYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora