Capitulo 5- Pasión 2

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Gruñó y abrió mi blusa, rasgándola. Los botones aterrizaron sobre la alfombra. Agarró mis pechos bruscamente, provocándome un dolor agradable por todo mi cuerpo, y haciendo que mis manos se aceleraran para desabrochar su pantalón y deslizándolos, junto con su bóxer, hasta el suelo. Agarré toda su longitud, gruesa y dura, con mi mano y la acaricié, sintiendo como latía contra la palma de mi mano. “Oh, tengo intención de hacer algo más que eso, señorita Garzon

La manera en que dijo mi nombre debería haberme provocado una oleada de furia, pero ahora mismo solo sentía una cosa. Pura y auténtica lujuria. De repente sentí que me subía la falda sobre los muslos, y eché la espalda hacia atrás sobre la mesa. Antes de que pudiera decir una sola palabra sentí como empujaba profundamente su duro y largo sexo dentro de mi. “Joder!“ grité.

“Eso es“ lo escuché bufar, con los  dientes apretados, mientras sus caderas se golpeaban rápidamente contra mí, empujando su miembro más profundamente. No podía remediar los gemidos y gritos. “A que nunca te han follado de esta manera? No serías tan caliente si te hubieran follado correctamente“

Quién se creía que era? Y por qué demonios me ponía tanto que tuviera razón? Nunca había tenido sexo en otro sitio que no fuera una cama, y nunca había sido como esto. Su miembro dentro de mí me hacía sentir tan bien, y había despertado cosas en mí que ni siquiera sabía que existían. Nunca había sido capaz de correrme durante el sexo. Solía escabullirme al baño después y terminarlo por mi misma. Pero él ya me había llevado al clímax dos veces. “Los he tenido mejores“ me burlé, casi sin aliento, mirándolo con los ojos entrecerrados.

Sus ojos se encolerizaron y se apartó justo cuando estaba a punto de correrme. Le gruñí mientras me bajaba los tobillos. Por un momento pensé que iba a dejarme así, hasta que me agarró del brazo y tiró de mí, aplastando sus labios contra los míos de nuevo. La siguiente cosa que sentí fue la fría ventana contra mi trasero, y gemí por el intenso contraste de temperatura entre la ventana y mi piel. Yo estaba ardiendo, cada parte de mí quería sentir sus bruscas caricias.

“No debería haber dicho eso, señorita Garzon“ gruñó enfadada mientras se apartaba y me dio la vuelta rápidamente, presionando la parte de delante de mi cuerpo contra la ventana y dándome un puntapié. “Abra las piernas, ahora!“

Abrí las piernas para élla, agarró mis caderas, empujándome hacia atrás bruscamente y penetrándome de nuevo. “Joder!“

“Eso te gusta, no?“ dijo con aire despectivo, agarrando el lóbulo de mi oreja con sus dientes. “Ahora todo Chicago puede mirar hacia arriba y ver su caliente y mojado coño siendo follado, y a usted disfrutando de cada momento. Quiere que la vean correrse?“

Maldita sea era lo que más deseo. Daniela calle...

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