Capitulo 37- Estoy Enamorada

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Pov Daniela Se puso de puntillas sobre los dedos de sus pies para alcanzarme, y presionó su boca contra la mía, bruscamente

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Pov Daniela
Se puso de puntillas sobre los dedos de sus pies para alcanzarme, y presionó su boca contra la mía, bruscamente. Me incliné para besarla, dejando que ella tomara el control, perdiéndome en la sensación de dejarme llevar. Sus manos se movieron desde mi pecho hasta mi cintura, sacando mi camisa del pantalón. Se me puso más dura al pensar en estar con ella aquí mismo. Quería ver su cuerpo desnudo a la luz de la luna; quería sentir la fría brisa rozar nuestra piel. Desabrochó los botones uno a uno, hasta que al final, impaciente, la arrancó antes de terminar. Los botones salieron volando y aterrizaron en el suelo de madera, y sonreí contra sus labios. Deslizó sus manos por mis senos y me
estremecí al sentir su piel húmeda tomar contacto con la mía. Subiendo mi mano por su espalda, deshice el nudo que ataba su bikini detrás de su nuca. Mis dedos acariciaron sus pechos por debajo de la tela, agarrándolos con mi mano. Su piel estaba fría, y me encantó la reacción de sus pezones al tacto de mi palma.

"Eres tan perfecta." dije entre besos.

"Tu también." No pude evitar sonreír. Me di cuenta de que nunca había sentido tantas sensaciones durante el sexo. Nunca me había sentido tan conectada con una persona con la que estaba tumbada y desnuda, un sentimiento tan abierto que permitía que mis emociones estuvieran a flor de piel.

Sentí como mi camisa se deslizaba por los hombros me detuve, dejando que cayera al suelo. Puso sus manos a ambos lados de mi cara, y llevó su boca a la mía, deslizando su lengua en mi interior. Me empujó hacia atrás, parando cuando mis piernas chocaron contra la tumbona que tenía detrás. Me senté, gimiendo cuando ella se puso en mi regazo. El respaldo estaba ligeramente inclinado, dándome una perfecta ventaja para observarla, y peleé conmigo misma para mantener los ojos cerrados mientras su cálida boca dejaba besos por mi mandíbula y por mi cuello. Observé como sus manos se movían al unísono arriba y abajo por mi pecho, deteniéndose para abrir mi cinturón.

Sus dedos acariciaron mi miembro a través de la tela y gemí en alto; mis caderas se elevaron involuntariamente para encontrarme con ella. Sentí su risa contra mis pechos y levanté la cabeza para mirarla.

Besando de nuevo mi cuerpo, su pelo frío contrastaba contra mi piel, ardiendo. Se me cortó el aire en cuando vi que su lengua trazaba círculos sobre mi tatuaje.

"Oh joder, cariño."

Se apartó de mi cuerpo y llevó sus labios hasta los míos, mientras yo deslizaba mis manos a ambos lados de su cuerpo. La parte de atrás de mis dedos acariciaron la parte de abajo de sus pechos y sonreí contra sus labios en cuando sentí que se estremecía.

"Túmbate, Daniela." dijo casi sin aliento contra mi pelo, y sentí como empujaba mis pechos. Me tumbé sobre la tumbona.

"Joder, Poche. Eres tan preciosa." Araño mis pechos y pellizcó y mis abdominales con sus uñas, y gemí por la deliciosa combinación de dolor y placer. Lentamente levantó una pierna y puso su pie sobre mi hombro.

"Dios, cariño. Qué estás haciendo?" gemí, sintiendo como sus músculos se movían a mi alrededor. Arqueando la otra pierna, puso el pie de la misma manera que el otro, dejándolo al lado de mi cabeza. Ese movimiento hizo que su cuerpo se moviera hacia donde yo quería que estuviera, y mi cuerpo entero se estremeció por estar tan dentro de ella.

Comenzó a mover sus caderas, elevándolas de mi cuerpo. Sus movimientos eran lentos y rítmicos con la música que sonaba por los altavoces. Puso las palmas de sus manos detrás de ella, descansando sobre mis muslos y echando la cabeza hacia atrás, dejando que pequeñas gotas de agua cayeran desde su pelo hasta mis piernas. Nunca había sentido nada como esto, haciendo que perdiera el control con cada sacudida de sus caderas.

No podía dejar mirar cómo se movía encima de mí, la manera en que sus caderas subían y bajaban al ritmo de la música, la manera en que sus pechos botaban ligeramente con cada movimiento. Mis manos subían y bajaban por sus piernas y mis ojos se comían su cuerpo, parándome ahí donde estábamos conectadas. Era demasiado, verla, sentirla, todas esas sensaciones retorciéndose en mi interior.

Eché la cabeza hacia atrás: cerré los ojos con fuerza, intentado pensar en algo que no fuera la fricción de su interior sobre mi. Sentí la fría brisa en mi piel húmeda, el chispeante sonido del fuego, el murmullo del trafico, la manera en que decía mi nombre.

"Di algo, Daniela." Llevó su boca hasta mi oreja. Retiré su pelo, húmedo y sudado y susurré.

"Je suis à toi" Dejó caer la cabeza y gimió, tensando los músculos a mi alrededor. "Dilo otra vez"


"Je suis à toi" Repetí las palabras una y otra vez, dándome cuenta de lo cierto que era. El sonido de mi propia voz me sonó extraña, desesperada y necesitada. La tensión comenzó a crecer en mi interior, provocándome, preparada para explotar. Ella gritó, dejando caer su cuerpo sobre mis brazos y sentí que mi propio climax me desgarraba. Me vacié en su interior, y mi cuerpo tembló y se sacudió, amarrándome a ella como un ancla.

Con los ojos cerrados, y mi mejilla contra su pecho, sentí su corazón en mi oreja. Me concentré en eso, dejando que me calmara de la experiencia más intensa de mi vida.

Levanté la cabeza. Tenía los ojos cerrados y las lágrimas caían por sus mejillas.

"Poche, cariño que ocurre? Te he hecho daño?" El miedo se podía sentir en mi voz mientras secaba sus lágrimas y besaba sus ojos. Ella sacudió la cabeza y me miró, con una dulce sonrisa en su cara. Sin decir nada, la entendí y me aparté, tumbándonos las dos en la tumbona. De la mesa que tenía a mi lado, cogí un albornoz y nos cubrí. La noche estaba enfriando y temblábamos en silencio, pero no hicimos ademán de irnos.

Cerré los ojos y me concentré en su suave respiración, y la manera en que su cuerpo se pegaba al mío. El dolor de mi pecho volvió en cuanto me di cuenta de lo lejos que habíamos llegado. Apenas podía pensar en dejarla. Pero nuestros corazones sabían que nuestras cabezas habían estado batallando. Ya no había vuelta atrás. Me estaba enamoranda y no sabía cómo pararlo.

Separando un mechón de pelo de su cara, me miró y me pregunté si ella también lo sentiría. Me incliné para besarla suavemente, disfrutando del suspiro que escapó de sus labios entreabiertos. Mañana teníamos que coger un avión y volver a la realidad. Estaba aterrorizada de lo que eso significaba pero ella tomó mi mano entre las suyas, besándola antes de entrelazar nuestros dedos, y supe que nada más importaría. Habíamos llegado a un punto sin retorno, y daba igual si ella me quería o no; yo ya era suya. Por siempre quizá.

"Je suis à toi"

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