Daniela
Pánico. La emoción que me estaba embargando a medida que corría hacia mi despacho solo podía describirse como puro pánico. No podía creer que volviera a cometer el mismo error. Estar sola , con ella, en esa pequeña prisión de metal; su olor, sus gemidos, su roce; volví a sucumbir a su poder. Debería haberme calmado y tranquilizado cuando salí, incluso mantenerlo bajo control, pero cada parte de mí estaba atrapada. Esa mujer tenía un control sobre mí como nada que hubiera experimentado antes.
Finalmente, en la relativa seguridad de mi despacho, me derrumbé en el sofá de cuero.
Me incliné hacia adelante, con los codos sobre mis rodillas, y me agarré el cabello con fuerza, deseando calmarme y que desapareciera mi erección. “Joder!“, exclamé. Las cosas iban de mal en peor, y lo sabía.
Lo sabía desde el primer minuto en que ella me recordó, en la reunión de esa mañana, de que no había manera de que yo pudiera pensar en algo coherente mientras estuviera en esa jodida sala de conferencias. Y ya me podía olvidar de volver a sentarme en esa mesa.
No podría ser capaz de sentarme allí sin recordar cómo me sentía al tenerla abierta ante mí mientras me la tiraba. Entrar allí, y verla inclinada sobre la ventana, inmersa en sus pensamientos, era suficiente para hacer que mi entrepierna temblara. Pero en cuanto se dio la vuelta, y vi ese vestido color chocolate tan sexy y la manera en que se ruborizó cuando la pillé fantaseando, se me puso dura del todo.
Me inventé esa mierda de que la reunión iba a ser en otra planta, y por supuesto lo discutió. Por qué siempre tenía que llevarme la contraria? Así que, como la capulla que soy, le hice un apunte sobre quién estaba al cargo de todo. Pero, funcionó? Maldita sea, no. Como cualquier otro argumento que discutíamos, me lo echó en cara. Pero no de cualquier manera; ella insinuó que mi “actuación“ había sido poco satisfactoria.
Desde luego ella no pareció quedarse insatisfecha la otra noche, sobre la mesa, o contra la ventana, o en el rellano. Joder. Esto no estaba ayudando.
Así que finalmente entró en la sala de reuniones, y yo ya estaba preparada. De ninguna jodida manera iba a dejar que ella tocara la mano de Juliana, cuando le enseñó esos botones, incluso sabiendo que realmente no debería hacerlo delante de ellos, solo podía pensar en mi oportunidad para tocarla.
Yella, claramente, estuvo ardiendo de rabia durante toda la presentación, y salió de la sala pitando. Se pensaba que tenía derecho a encararse conmigo. Pero entonces llegó ese jodido ascensor…
Di un pequeño respingo cuando escuché un ruido sordo fuera de mi despacho, que me sacó de mis pensamientos. Luego otro. Y otro. Qué demonios estaba pasando ahí fuera?
Me levanté de la silla y caminé hacia la puerta, y cuando la abrí me encontré a la señorita Garzón tirando carpetas contra la mesa con más fuerza de lo necesario. Crucé los brazos y me apoyé contra el marco de la puerta, observándola por un momento. La imagen de ella, tan nerviosa, no era la mejor manera de aliviar las palpitaciones de mi entrepierna.
“Señorita Garzón, puedo verla en mi oficina? Ahora“
Giró la cabeza para ver, y frunció el ceño ligeramente. “Por supuesto, señorita calle “ dijo descaradamente, pero con ese tono de voz tan dulce, que hacía que me hirviera la sangre, mientras entraba pavoneándose en mi despacho.
Cerré la puerta con un portazo y caminé hacia ella. “Le importaría decirme cuál es su problema?“
“Por qué no comprueba su bolsillo, señorita?“ dijo con aire despectivo, y puso sus manos bruscamente sobre mi pecho, tirándome hacia atrás, haciendo que aterrizara en el sofá, mientras se sentaba a horcajadas sobre mis piernas. Sus labios chocaron contra los míos en un asalto furioso, y sentí como se me ponía dura mientras gemía contra mi boca.
“Alguna pregunta más?“
Mi única respuesta fue un profundo gruñido en mi garganta mientras agarraba su cola y la apretaba firmemente contra mí, apretujando mi miembro contra sus partes, desnudas. Empezó a acariciarme con los movimientos de su cadera, y eché la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo. Esta mujer me iba a matar; cualquier decisión que había tomado, ahora había desparecido.
“Creo que tenemos asuntos sin resolver que requieren una atención inmediata, señorita calle “ dijo con una voz grave y seductora que jamás había escuchado antes, excepto en ella.
Agarró mi labio inferior con sus dientes, antes de ponerse de pie, y abrí los ojos para ver como caminaba hacia la puerta. Esa zorra iba a salir por la puerta después de esto?
El sonido del pestillo me cogió por sorpresa, y cuando me miró a los ojos, me quedé embelesada con la furia y la lujuria que había en esos enormes ojos color verdes aceituna.
“Parece que tiene un problema justo ahí, señorita“ dijo mientras su mirada oscilaba entre mis ojos y el bulto en mis pantalones. Jodida calienta pollas.
Gruñí profundamente y la agarré por la cintura, tumbándola sobre el sofá y llevando mi dedo hasta su entrada, haciendo círculos; provocándola. “Parece que usted también, señorita Garzon“ le repliqué con voz ronca mientras introducía un dedo en ella, haciendo que gimiera. Me incliné para besarla con fiereza y dejé su labio entre mis dientes, mientras retiraba mi mano. “Pero nunca follo en mi despacho“
“No me sirve“ respondió frustrada, con su voz llena de excitación. “Ya puede hacer algo para terminar lo que ha empezado“
Sentí sus manos en mi cabello mientras empujaba mi cara hacia abajo, entre sus piernas. La esencia de su excitación me estaba intoxicando y antes de que cualquier pensamiento se cruzara en mi mente, cogí su palpitante clítoris entre mis labios. Observé cómo sus preciosos senos subían y bajaban bruscamente con cada jadeo mientras pasaba mi lengua con movimientos lentos por toda su sensible piel. Sentí su pantorrilla moverse contra mi miembro, haciendo que temblara dolorosamente. Sin dejar de trabajar con mi boca, moví mi mano rápidamente hasta mi cinturón y mis pantalones. “Si mal no recuerdo, señorita Garzón, realmente yo no he empezado esto. Creo que, quizás, debería terminar lo que usted ha empezado“
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La Oficina
General FictionPoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.