Pov Poche
Me había sentido aprensiva por sus sentimientos, y que hubiera encontrado la manera de decir que me amaba en el momento exacto en que lo necesitaba. Había estado preocupada buscando mi lugar en su vida, y sin montar un espectáculo o con palabras innecesarias, me entregó su brazalete mientras yo dormía. Incluso ahora, preocupada por mi futuro, y decepcionada a mi misma por haber herido a la gente que me rodeaba, de alguna manera Dani había conseguido que sonriera.
Volví a mirar la hora y gruñí. No iba a haber manera de que me quedara aquí sentada y esperar a ver que iba a pasar. Necesitaba distraerme y debatir mis opiniones. Así que decidí conducir para despejarme.
Conduje hasta las afueras de la ciudad, con la ventana abierta, la música a todo volumen y pensando en todo lo que había pasado. Pensé en nuestra conversación, la manera en que había perdido los nervios cuando mencioné a Johan. Recordé como me presionaba contra la ventana de su despacho y la manera en que mi cuerpo reaccionaba a pesar de su enfado. Recordé la manera en que me había tomado sobre su mesa, perdidas en nuestros cuerpos, olvidando que el mundo seguía existiendo ahí fuera. Me pidió que fuera con élla a París, y aunque al principio la idea me entusiasmo, cuando mencionó ir en Navidad, me di cuenta de que todavía planeaba mantener las cosas en secreto unos cuantos meses más.
Tenía que haber ido por delante. Necesitaba tiempo pero, cuáles eran mis planes para decírselo a todo el mundo? Nos seguía viendo a nosotras, todavía como un secreto?
Negué con la cabeza en cuanto me di cuenta de que no iba a ponerme a considerar eso ahora. Solo podía rezar para que fuéramos lo suficientemente fuertes para sobrevivir a todo esto.
Una hora más tarde, las puertas del ascensor se abrieron y la vi al final del pasillo. Estaba murmurando para ella misma. Su chaqueta y su abrigo estaban tiradas en el suelo, y se pasaba nerviosa las manos por el pelo mientras permanecía de pie frente a la puerta de mi apartamento. Cuánto tiempo llevaría ahí? Paso la mano por su nariz varias veces.
Estaba a diez pasos de élla cuando se detuvo de repente, girándose y acortando la distancia entre nosotras con unos pocos pasos, acogiéndome en sus brazos.
“Mi amor“ suspiró, presionando sus labios contra mi pelo mientras me acercaba a élla. Solo pude responder con un murmullo, relajando mi cuerpo en el suyo, y rodeando su cuello con mis brazos. Cerré los ojos y me entregué al momento; regocijándome en la sensación de su cuerpo presionado contra el mío, su olor y paz al estar entre sus brazos. Me levantó ligeramente, elevando mis pies del suelo mientras nos abrazábamos. Sentí como su corazón latía contra mi pecho, y su aliento caliente en mi pelo mientras sus dedos trazaban pequeños círculos donde me agarraba.
“Te amo“ susurré, plantando un beso en su cuello mientras me volví a bajar al suelo.
Su mano sujetó mi nuca mientras sus ojos buscaban mi cara. Intenté leer su expresión; parecía ansiosa. El ceño fruncido y la mandíbula apretada no hicieron nada para calmar la sensación de incomodidad que se cernía sobre mí. Puse mi mano sobre su cara, acariciando suavemente con mi pulgar el pliegue que formaban sus cejas sobre su frente.
Exhalé, mientras una pequeña sensación de alivio me invadía, sintiendo sus suaves facciones bajo mi mano.
“Gracias,“ dijo en voz baja. Asentí, entendiendo que me agradecía algo más que mi declaración de amor.
“De nada.“ respondí, aguantando la respiración cuando su pulgar acarició mi labio superior, mientras su mirada se fijaba en mi boca.
Con un pequeño, casi tentativo, movimiento, se inclinó hacia mí, rozando con sus suaves labios mi boca antes de apartarse. Vaciló mientras nuestras bocas se quedaban a un suspiro de distancia, y su pecho bajaba y subía al mismo tiempo que el mío. Respiró en mi boca y me estremecí; tenía los labios tan cerca que podía saborearlos, y su aliento era cálido y dulce contra mi lengua. Sentí algo de incertidumbre y me aparté, queriendo mirarla a los ojos para cuestionarla. Su abrazó se tensó y sacudió la cabeza.
“Quédate,“ murmuró contra mi boca, cabeceando, y acariciando mis labios con los suyos.
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La Oficina
Ficción GeneralPoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.