Capitulo 31- Nuestra Entrega

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Pov
DANIELA

Sus manos recorrieron mi cuerpo frenéticamente, sacando la playera de mis pantalones.

Con un solo movimiento, me la quito y después mi top deportivo  aterrizando sobre el suelo de mármol. Con manos temblorosas, deslizó la ropa mojada por mis hombros y la lanzó fuera de la ducha.

La seda mojada de su vestido se aferraba a su cuerpo, acentuando cada curva. Mis manos acariciaron la tela sobre sus pechos, sintiendo sus tersos pezones por debajo.

Gimió y llevó su mano hasta la mía, guiando mis movimientos. La imagen de su mano cubriendo la mía era una de las cosas más eróticas que había visto, e hizo que mi miembro, imposiblemente más duro, palpitara y doliera.

“Dime lo que quieres.“ Mi voz era brusca por necesidad. “Dime las cosas que quieres que te haga“ Me mordí el labio mientras sus ojos verdes oscuros  me miraban. Nuestras manos continuaban acariciando y pellizcando sus pezones a través del vestido.

“Quiero sentirte en todas partes.“ Susurró en mi boca. Me mordí de nuevo el labio y se me escapó un gruñido. Toda ella me llamaba; su cuerpo, su mente, incluso su temperamento.

Pasé mis manos arriba y abajo por su vestido. Nos besábamos y mordíamos la boca, mientras el sonido de la ducha amainaba nuestros gemidos. Deslicé mi mano por sus bragas y sentí su calidez contra mis dedos. Estaba húmeda y preparada, y no podía esperar más para estar dentro de ella.

Necesitando ver más de ella, aparté mis dedos de ella y agarré el dobladillo de su vestido.

Con un solo movimiento se lo quité por la cabeza, y me quedé de piedra al ver lo que había debajo. Dios mío… Estaba intentando matarme.

Di un paso hacia atrás, reclinándome sobre la pared de la ducha para apoyarme. Allí estaba ella, empapada con unas bragas de encaje blancas que se ataban atrás con un lazo de satén. Sus pezones estaban duros y visibles a través del sujetador a juego y no podía resistirme a tocarlos.

Joder, eres preciosa.“ dije, rozando con las puntas de mis dedos sus pechos turgentes.

Un escalofrío recorrió su cuerpo y mi mano viajó hacia arriba, acariciando su clavícula, su cuello, y finalmente, su mandíbula.

Podíamos hacerlo aquí mismo, mojadas y resbaladizas, contra los azulejos, pero quería tomarme mi tiempo. Mi corazón se aceleró al pensar que teníamos toda la noche por delante para nosotras. Sin apurar, o escondernos de nadie. Teníamos toda la noche, y yo iba a pasar todo ese tiempo con ella… en una cama.

Mi cuerpo se estremeció cuando esa idea se apoderó de mi. Iba a hacer que cada momento contara. Acercándola a mi hasta que nuestros pechos se tocaron, estiré el brazo y cerré la ducha. Mis labios acariciaron los suyos por un momento, para luego volver a hacerlo, con más firmeza. Se apretó a mi, presionando con fuerza su cuerpo contra el mío. Sujeté su cara entre mis manos y profundicé el beso, deslizando con facilidad mi lengua contra la suya. Sus caderas se golpeaban contra las mías y abrí la puerta de la ducha, abrazándola, ella iba como un koala pegadita a mi y eso me mataba, hasta que salimos fuera.

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