capitulo 9- Culpa

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Abriendo el calendario, me sentí aliviada al ver que me las había ingeniado para copiar todos los horarios y solo tendría que reemplazarlos en mi iPhone. Mirando la agenda, me di cuenta de que había una presentación para los demás socios el lunes. Hice la mueca al darme cuenta de que no tenía más remedio que hablar hoy con élla. También tenía una convención en Seattle el próximo mes, lo que no solo significaba que iba a estar en su mismo hotel, sino también en el avión, el coche de la empresa y cualquier reunión que surgiera. Iba a ser algo muy incómodo.

Durante la siguiente hora, o por ahí, que estuve trabajando, me encontré a mi misma mirando a su puerta. Y cada vez que lo hacía, empezaban a revolotear mariposas en mi estómago. Esto era ridículo! Qué carajos pasaba conmigo? Cerré el fichero que estaba mirando y apoyé mi cabeza en las manos cuando escuché abrirse su puerta.
L

a señorita Calle salió, sin mirarme a los ojos. Se había arreglado la ropa, llevaba el abrigo sobre el brazo y su maletín en la mano, pero su cabello seguía siendo el mismo desastre desde que lo había dejado.


“Me tomo el resto del día libre, señorita Garzon“ me espetó, “Cancele todas mis citas y haga los ajustes necesarios“

Estaba casi saliendo por la puerta cuando me encendí.


“Señorita Calle “ dije fríamente, haciendo que se detuviera, con su mano en la puerta.

“Usted y sus socios tienen una presentación el lunes a las 10:00“ le dije a su espalda. Seguía de pie, como una estatua, con los músculos tensos y sin mirarme a los ojos.

“Los informes, portafolios y las diapositivas estarán en la sala de conferencias a las 9:30 del lunes“ Estaba disfrutando con esto. No había nada en su semblante que dijera “comodidad“ Asintió y comenzó a abrir la puerta cuando volví a detenerlo. “Y, señorita Calle?“ añadí, con un toque de sarcasmo en mi voz, “Necesito su firma en estos informes de pagos antes de que se vaya“

Sus hombros bajaron ligeramente mientras exhalaba un profundo suspiro, y se dio la vuelta, dirigiéndose a mi mesa. Sin mirarme, se inclinó sobre la mesa y le dio la vuelta a los formularios. Estaba enfrente de élla y puse un bolígrafo sobre la mesa. “Por favor, firme donde están las etiquetas, señorita“


Su mano se detuvo a mitad de las firmas, y levantó lentamente la barbilla, clavando sus ojos marrones en los míos. Nos miramos por lo que parecieron minutos, sin mirar a otro lado, con los únicos sonidos del gran reloj de estilo Art Deco de la pared y nuestras respiraciones descompasadas. Tenía las aletas de la nariz y la mandíbula apretadas mientras sus ojos seguían clavados en los míos. Mis pezones se endurecieron y mi corazón se aceleró, y por un breve momento tuve el impulso irresistible de inclinarme y besar sus labios.

“No me pase ninguna llamada“ espetó, firmando rápidamente el último formulario, y dándose la vuelta para irse, sin decir nada.

“Gilipollas“ murmuré para mi misma mientras veía como desaparecía por la puerta

Decir que mi fin de semana había sido una mierda, era quedarme corta. Apenas comí, apenas dormí y cuando conseguía hacerlo un poco, mis sueños eran interrumpidos con imágenes de escapadas sexuales en diferentes localizaciones, y momentos de desnudos.

La mañana del sábado, me levanté de mal humor y frustrada, pero me las apañé para alejarme de eso, y hacer las tareas a la casa y la compra, junto con las demás tareas mundanas que conlleva la vida cotidiana.

Sin embargo, el domingo por la mañana no tuve tanta suerte. Me desperté jadeando y temblando; mi cuerpo estaba sudoroso y enredado entre las sábanas de algodón blanco.

Había tenido un sueño tan intenso, que realmente me había llevado al orgasmo.

Estábamos en la mesa de la sala de conferencias otra vez, pero esta vez, estábamos completamente desnudas. Élla estaba tumbada, y yo sobre ella a horcajadas, subiendo y bajando sobre élla. Sus manos recorrían todas las partes de mi cuerpo; mi cara, mi cuello, mis pechos, y mis caderas, guiando mis movimientos.

“Mierda“, gruñí mientras salía de la cama. Esto iba de mal en peor. Quiero decir, siempre había fantaseado con esta mujer Era jodidamente guapa, pero con su personalidad la cagaba. Quién iba a pensar que esa malhumorada iba a follarme contra una ventana? Y le había cogido el gusto. Jesús, todos estos pensamientos no me estaban ayudando.

Caminé hasta el baño, y abrí la ducha. Pero estando allí de pie, esperando que saliera el agua caliente, me dejé llevar por esos pensamientos, de nuevo. Su bonito cabello entre mis piernas, sus ojos mirándome desde abajo mientras lamía y chupaba, la mirada de lujuria mientras lo hacíamos, y el sonido de su voz cuando se corría. Dios, estaba muy jodida.

Me duché y me vestí rápido, con el tiempo justo para quedar con Lucia y Abi y tomar el aperitivo. A lu la veía todos los días en el trabajo, pero aby, que habíamos sido mejores amigas desde el instituto, tenía una agenda de trabajo muy apretada. Trabajaba como vendedora en Gucci, y era mi mayor abastecedora para mi adicción a la moda.

Gracias a ella y a sus increíbles descuentos, podía tener la ropa más bonita que el dinero podía comprar. Todavía estaba pagando cada centavo, pero valía la pena. La familia de mi madre era bastante adinerada, y yo había hecho una fortuna en calle Inc., pero aún así no podía gastarme 1900$ en un vestido sin matarme a mí misma. A veces pensaba que Germán me pagaba tan bien solo porque yo era la única que podía aguantar a su hija. Si él supiera…

Decidí que era una mala idea hablarle a las chicas de lo que estaba pasando. Quiero decir, Lucia  trabajaba para su hermana Juliana , y veía al señor calle  por el edifico todo el rato.

Además, mentía fatal. Con que élla le sonriera una vez, le temblarían las rodillas y empezaría a contarle todo acerca de su vida y la mía. Por otra parte, Aby me patearía el trasero. Durante casi un año, me había escuchado cuando le decía lo estúpida que élla era, y no estaría contenta al descubrir que me la estaba follando.




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