Pov Daniela
La miré y no pude reprimir mi sonrisa. No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba escuchar esas palabras, y dejé salir un profundo suspiro, dejando que esa sensación me embriagara. Ella era mía.
La ayudé a arreglarse la ropa y cogí su mano, entrelazando nuestros dedos. “Estás lista?“
le pregunté despacio, esperando que ella entendiera lo que conllevaba mi pregunta.
Asintió una vez y me miró a los ojos, sonriendo dulcemente mientras le daba a su mano un pequeño apretón. Los dos sabíamos lo que significaba dejar este lugar. En el momento en que atravesáramos esa puerta, las dos volveríamos a ser la señorita Calle y Señorita Garzón.
“El botones va a subir a por nuestras maletas.“ le dije, señalando detrás nuestra. Abrí la puerta ligeramente, y volví a ver que la ansiedad había vuelto a su cara. Llevé su mano hasta mi boca y la besé gentilmente. “Je suis à toi.“ Le susurré contra su piel, intentado expresar mis sentimientos con esas simples palabras. En cuando cruzamos el umbral del hall, solté su mano a regañadientes, sintiendo la pérdida al instante. Saludé educadamente a un grupo de pasajeros que pasaron por nuestro lado y cerré la puerta detrás de nosotros, contando los minutos que faltaban para volver a tocarla de nuevo.
La voz del piloto a través de los altavoces me sacó de mis recuerdos, y abrí los ojos para mirar a Poche. Todavía estaba durmiendo, y después de echar un vistazo a los demás pasajeros, me incliné hacia ella. El olor a naranjas me embriagó mientras besaba suavemente su pelo.
“Es la hora?“ me preguntó. Solo pude responder asintiendo. Se sentó, estirando las piernas, pasando sus manos por su pelo.“Poche“ susurré, moviéndome ligeramente para darle otro beso en la frente. “Poche, cariño. Ya casi hemos llegado.“ Pasé mis dedos por su pelo mientras ella comenzaba a estirarse.
Abriendo los ojos, me sonrió y se sentó, mirándome un poco sobresaltada por lo cerca que estaba.
“Está bien.“ comencé a decir, poniendo mi mano en su cara. “Todo el mundo está dormido. Nadie nos ha mirado en todo el vuelo.“ Asintió y entonces apoyó su espalda en mí, cubriendo con nuestras manos entrelazadas con la otra.
“Ya estamos en casa?“ La miré intensamente por un momento, intentando descifrar porque su pregunta despertaba algo en mi interior. Para ser honesta, no se me había ocurrido que no estábamos en casa. Poche estaba conmigo, y aparentemente, eso era todo lo que necesitaba. “Daniela?“ Sacudí mi cabeza ligeramente y sonreí.
“Sí, aterrizaremos en cualquier momento.“ Asintió y miró por la ventana. Comencé a pensar en lo que iba a pasar en cuanto llegáramos al aeropuerto. Un pensamiento en concreto se gestaba en mi cabeza desde la pasada noche: quería que viniera a casa conmigo. Era eso cruzar la línea? Dios, no tenía ni idea. Estaba tan fuera de mi liga. Solo sabía que las cosas ya no podían ser como antes. No iba a haber manera de verla toda la semana y limitar mis caricias a encuentros casuales en sitios aislados. Quería hacerle el amor en mi cama. Quería ver donde vivía, llevarla a cenar y no temer que alguien nos viera. Me aclaré la garganta y decidí que era ahora o nunca.
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La Oficina
Fiction généralePoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.