Yo estaba inclinada sobre la mesa, gesticulando sobre la serie de fotografías cuando lo creía necesario. Su mano se levantó despacio de su regazo, y la puso sobre la parte baja de mi espalda, descendiendo, hasta posarla sobre mi cola. “La compañía de impresión
puede hacer esto-“ Paré a mitad de la frase, con la respiración atrapada en mi garganta, y me helé. Por un instante, un millón de pensamientos azotaron mi mente. En los 9 meses que llevaba trabajando para élla, jamás me había tocado intencionadamente. Esto era, definitivamente, intencionado.
El calor de su mano me quemaba la piel a través de la falda. Cada músculo de mi cuerpo se tensó. Qué demonios estaba haciendo? Mi cerebro gritaba para que apartara su mano, y decirle que no volviera a tocarme jamás, pero mi cuerpo tenía otros planes. Mis pezones se endurecieron, y mi mandíbula se cerró con fuerza. Pezones traidores.
Dejé salir el aire que tenía retenido, y sentí el corazón latir con fuerza en mi pecho. Por lo menos había pasado un minuto, y ninguno de los dos dijo nada, nuestras respiraciones y el débil sonido de la ciudad era lo único que se escuchaba en la sala de conferencias.
“Dese la vuelta, señorita Garzon“ dijo despacio. El sonido de su voz rompió el silencio; suspiré en silencio y cerré mis ojos ante ese sonido. Me di la vuelta despacio, su mano moviéndose conmigo, hasta ponerla en mi cadera. Miré hacia abajo para encontrarme con sus ojos, y me miró con intensidad. Más silencio.
Podía ver su pecho subir y bajar; cada respiración era más profunda que la anterior. Comenzó a mover su pulgar, despacio, de atrás hacia adelante; sus ojos nunca dejaron los míos. Estaba esperando a que la parara; había pasado bastante tiempo para que yo le dijera algo. Pero la odiaba tanto que sabía que no podía decirle esas palabras. Nunca me había sentido así. Cada músculo se tensaba con anticipación. Podía sentir el calor emanando de su mano, recorriendo mi cuerpo, y la humedad comenzaba a filtrarse por mi ropa interior. Con sus ojos clavados en los míos, empezó a bajar su mano. Sus dedos recorrieron mi muslo, hasta el dobladillo de mi falda. La apartó y su mano se paró en el borde de mis medias, enroscando su suave mano alrededor de mi muslo. A medida que su mano alcanzaba mi pierna, mi cuerpo se estremecía, con la rabia y la lujuria batallando en mi interior. Cómo puede atreverse a tocarme? La odiaba más de lo que pensaba, pero ahora mismo, me odiaba más a mi misma. Cómo podía dejar que mi cuerpo reaccionara de esta manera? Quería darle un tortazo y mandarla a la mierda; pero quería que siguiera tocándome más que todo eso. La ansiedad entre mis piernas estaba creciendo, y podía sentir la humedad cuando sus dedos se acercaron más. Alcanzó el borde de encaje de mis bragas y deslizó los dedos por debajo. Lo sentí contra los labios y rozó mi clítoris antes de introducir un dedo en mí. Cerré los ojos y me mordí el labio intentado reprimir un gemido. Cuando la miré de nuevo, sus ojos estaban cargados de lujuria, y en su frente estaban empezando a brotar gotas de sudor.“ Joder“ gruñó en voz baja.Sus ojos se cerraron, y parecía que estaba teniendo la misma batalla interna que yo. Bajé la mirada hasta su regazo y pude ver su miembro duro, tensando la tela de su pantalón. Con sus ojos todavía cerrados, retiró su dedo y agarró la tela de mis bragas con la mano. Estaba temblando y me miró, con furia y lujuria en sus ojos. Con un rápido movimiento, las arrancó de mi cuerpo. El sonido del desgarro rompió el silencio, Alzó mis caderas bruscamente, elevándome hasta la fría mesa y abriendo mis piernas enfrente de él. Sentí como el calor invadía rápidamente mi cuerpo, y solté un gemido cuando sus dedos volvieron a acariciar mi clítoris. Despreciaba a esta mujer y todo lo que tenía que ver con ella, pero mi cuerpo me estaba traicionando; ansiaba que me tocara de la manera que lo estaba haciendo. No era las mismas caricias suaves y amorosas a las que estaba acostumbrada, pero mi cuerpo sentía un frenesí bestial. Eché la cabeza hacia atrás y me apoyé en los codos, sintiendo como el orgasmo se aproximaba con rapidez. Pero entonces ella paró, retirando su mano de mí. Mi cuerpo palpitaba por la pérdida. Levanté la cabeza para mirarla. Me senté rápidamente, agarrando su camisa con mis puños y atrayendo sus labios contra los míos. Incluso su sabor era increíble, y odiaba eso. Mordí su labio inferior mientras mis manos viajaban con rapidez hacia sus pantalones, desabrochando su cinturón sin pensármelo. “Será mejor que se prepare para terminar lo que ha empezado, señorita Calle“
ESTÁS LEYENDO
La Oficina
Genel KurguPoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.