Capitulo 27- Me Haces Falta

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“Papá, admito que mi relación con la señorita Garzon es poco convencional

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“Papá, admito que mi relación con la señorita Garzon es poco convencional.“ comencé, rezando para que ninguno de los dos viera el verdadero significado de esa frase. “Pero te aseguro, que no dificulta en nuestra habilidad para conducir los negocios. No tienes que preocuparte de nada.“ Eso pareció calmar a mi padre, y enseguida comenzamos a tratar otros asuntos mientras esperábamos nuestra llamada.

“Bueno…“ comenzó a decir mi hermana, “Han escuchado algo sobre una pequeña timba de poker que algunos de los becarios montaron la pasada noche en la sala de correo? Me han dicho que fue bastante buena. “ Sacudió la cabeza mientras se reía.

“Son unos personajes“ dijo mi padre, en broma. “Juliana, como diablos te enteras de estas cosas?“ Incluso yo sentía curiosidad.

“Oh, se bastante de lo que suele pasar por aquí.“ dijo, remarcando. Puede que fuera mi culpable consciencia, pero juro que me miró más tiempo del necesario. “Tengo que decir, que algunos de esos becarios me asustan“ Me reí, contagiado por su risa. No podía estar más de acuerdo. Nuestra conversación fue interrumpida por el zumbido del interfono, informándonos de que nuestra llamada estaba lista.

El resto del día fue ajetreado, pero sin incidentes. Cuanto más pensaba en las vacaciones inminentes de la Srta. Garzón más parecía una buena idea. Estaba gastando demasiado tiempo y energía pensando en la situación. Casi no recordaba nada de la reunión de esta mañana, y yo, por encima de todas las demás personas, sabía que no era muy buena manera de hacer negocios. La magnitud de esta distracción era algo tan extraño para mí, que en realidad daba un poco de miedo. Sería mejor conseguir tener las cosas bajo control antes de pasar tres días juntas, con sólo una pared delgada del hotel separándonos. A pesar de mis esfuerzos, el solo pensamiento de este simple hecho fue suficiente para que mi miembro se endureciera un poco. Sabía que estaba frente a otra larga noche.

Los siguientes días fueron de mucho trabajo. No tuve más que unos instantes a solas con ella, lo que extrañamente aumentó la tensión sexual que constantemente vibraba entre nosotras. Los pequeños detalles, como su mano rozando la mía cuando me pasaba algún documento durante una reunión, una mirada sobre la mesa sentados en una conferencia en el almuerzo, o incluso el sonido de su voz en mi buzón de voz, parecía elevar mi libido más aún. Cuando amaneció el martes por la mañana, sabía que íbamos a tener una
conversación. Estaría fuera de la oficina hasta el viernes, y hoy era nuestro último día juntas en el resto de la semana. Ella había estado en una clase con los demás asistentes de dirección toda la mañana, y sentí que me estaba poniendo ansiosa con respecto a lo que le diría. Sabía que quería estar con ella otra vez, no había absolutamente ninguna duda sobre eso. A pesar de mis pensamientos inapropiados, mi conciencia y mi propia necesidad de auto-preservación me habían estado asolando toda la semana.

Tenía razón para poner distancia entre nosotras. Esta atracción que sentíamos cuando estábamos juntas era totalmente enfermiza. Nada bueno podía salir de ahí, y decidí una vez más utilizar el tiempo de separación para crear una especie de resistencia a ella. Al entrar en la oficina después del almuerzo, me sorprendió encontrarla sentada en su escritorio muy ocupada trabajando en el ordenador. Me detuve al llegar a la puerta, una vez más sorprendido por lo hermosa que era realmente. Nunca se lo diría, pero era imposible de ignorar.

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