Pov Poche
Sonrió contra mis labios por un breve momento antes de cerrar sus ojos. Sujetó mi cabeza y me atrajo hacia élla, gimiendo con suavidad mientras acortaba la distancia entre nosotras. Cada nervio de mi cuerpo se incendió en el momento en que su boca cubrió la mía.
Olía a champú y a crema de vainilla , y su piel seguía estando cálida y ligeramente húmeda por la toalla. Mis manos descendieron por sus pechos, acariciando con los dedos el borde de la toalla, deseosa de quitársela, de sentirla en mi mano. Dejó sus labios sobre los míos, provocándome pero sin profundizar el beso. Gimoteé cuando se apartó y apoyó su frente sobre la mía.
“Tenemos que irnos,“ dijo explicándose con respiración laboriosa mientras plantaba un beso en mi pelo.
“Lo se.“ Mis manos continuaron moviéndose gentilmente sobre su piel, acariciando los músculos de sus hombros. Dio un paso hacia atrás y sujetó mi cara entre sus manos.
“Sabes lo que voy a hacer?“ preguntó con sonrisa pícara, haciendo que mi pulso se acelerara. “Voy a llevarte a cenar esta noche con ese vestido puesto.“ Me dio un beso en la mejilla. “Sabiendo que todos los hombres y mujeres estarán observándote, y saber que eres solo mia por el resto de nuestras vidas.“ Sus labios acariciaron las esquinas de mi boca. “Y cuando volvamos...“ su voz se profundizó mientras sus ojos se clavaban en mis labios otra vez. “… voy a hacerte el amor.“ Me besó los labios. “Hasta que salga el sol, por qué quiero pronto alguien aquí“ tocando mi abdomen me hizo estremecer.
Y justo a si fue después de ir a unos de los mejores restaurantes en París, regresamos al hotel y me hizo el amor hasta dejarme casi desmayada de placer. Dios me lo hacia tan suave y de repente duró muy duro, me surraba que me amaba y era su vida. Ella era mi vida de igual manera y lo que más deseaba era ser suya para siempre y pronto empezar a formar a nuestra propia familia.
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Pov Daniela
Dos días más tarde.Caminamos de la mano por las estrechas calles de adoquines, disfrutando de la noche estrellada. La acera todavía estaba mojada por la reciente tormenta, y el aire denso olía a lluvia. Caminábamos lentamente por la abarrotada calle, ambas perdidas en nuestros pensamientos. No había nada incómodo en nuestro silencio; tan solo disfrutábamos de estar juntas.
Doblamos una esquina familiar y sentí una ansiedad conmovedora. Me concentré en donde estábamos y lo que significaba esta noche, dejando que su cercanía me calmara mientras nos acercábamos al café. Las ventanas estaban llenas de carteles luminosos que centelleaban y decoración navideña. Cogí aire profundamente mientras mis pulmones se llenaban con el familiar olor de la piedra mojada, café y canela que venían de la panadería dos tiendas más abajo. Comencé a preguntarme como pude apartarme de esto tanto tiempo, como me las había apañado para no volver al lugar que había significado tanto para mí. Y mientras mis pensamientos volvían a centrarse en la mujer que tenía a mi lado, lo supe:
Tuve que encontrarla primero.
Entonces volví mi cabeza para observarla, sonriendo ampliamente ante su fascinación.
Estaba disfrutando de la ciudad, de simplemente caminar junto a mí, empapándose de todos los detalles de la misma manera que yo hice la primera vez que vine. Tenía grandes esperanzas en nuestra primera vez aquí, pero de ninguna manera estaba preparada para la manera en que su felicidad me afectaba. Sus ojos podrían iluminar las calles por las que caminábamos, deteniéndose en las pequeñas boutiques, las terrazas de las cafeterías, los mercados tan coloridos. Observé la ciudad a través de sus ojos, detallándolo todo - las diferencias, las excentricidades - a través de su excitada mirada.
Su alegría se convirtió en mi alegría, una lección más de como el verdadero amor me había atrapado.
Sacudí la cabeza, mirando a nuestras manos enlazadas balanceándose silenciosamente entre nosotras, haciendo que mi corazón se hinchara por ese gesto tan simple y todo lo que significaba para mí.
Ella suspiró, atrayendo mi atención a su cara. Su nariz y mejillas estaban rojas, y su pelo caía en ondas sobre sus hombros. Los primeros copos de nieve brillaban como diamantes en sus pestañas, y volaban cada vez que respiraba. El frió nocturno de diciembre era suficiente para obligarnos a ponernos abrigos y guantes, considerando incluso no salir. Pero nada en este mundo podría hacer que cambiara mis planes para esta noche.
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La Oficina
Ficción GeneralPoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.