capitulo 22- He aprendido de mi Error

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Pov Poche En el momento en el que el señorita Calle abrió la puerta y nos encontramos cara a cara con Valentina, me quedé helada

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Pov Poche
En el momento en el que el señorita Calle abrió la puerta y nos encontramos cara a cara con Valentina, me quedé helada. Pude sentir la tensión radiando de élla mientras ella se quedó delante de nosotros con los brazos cruzados y una ceja arqueada.
“Bueno, que agradable, no? Qué hacían ustedes dos ahí dentro exactamente?“ preguntó sospechosa, moviendo sus ojos entre nosotras dos. Se me pasó por la cabeza todas las cosas que pudo haber escuchado y sentí que el corazón se me escapaba del pecho.
Intercambié una mirada con el señorita Calle, y luego volví a mirar a Vale y sacudí la cabeza. “Nada, la señorita Calle y yo teníamos algo que discutir. Eso es todo.“ Intenté no darle importancia, pero mi risa nerviosa me delató.
Valentina negó con la cabeza pero sus ojos la miraban más a élla que a mí. “Escuché un ruido dentro pero definitivamente no estaban charlando.“ dijo con tono firme, y se encogió de hombros. “Y aunque no las conociera tan bien, no es un secreto que ustedes dos no charlaban para nada; gritaban. Así qué? Están saliendo?“
No claro que no!“ exclamamos la señorita Calle y yo a la vez. Nuestras miradas se encontraron por un breve momento y rápidamente miramos hacia otro lado.
“Así que… solo tienen sexo.“ continuó cortante, más como una afirmación que como una pregunta, y por un momento ninguna de las dos pudimos encontrar las palabras para contestar. La tensión en aquel pasillo era tan palpable que era imposible que no se diera cuenta. “Desde cuándo?“
“Vale“ comenzó a decir, sacudiendo la cabeza y por primera vez empecé a sentirme realmente mal por su incomodidad. Nunca antes la había visto tan intimidada.
“Desde cuándo, Daniela? Poche ?“ siguió persistente, pero una vez más, ninguna de las dos respondió y ella sacudió la cabeza. “Tienen que arreglar esta mierda YA!“
“Vale, yo.. nosotras simplemente…“
Simplemente qué? Que nosotras simplemente teníamos un sexo increíble? Que éramos como imanes, que nos atraíamos y éramos incapaces de resistir la atracción? Nosotras simplemente…
“Nosotras simplemente hemos cometido un error, Valentina. Ha sido un error.“ Su voz cortó mis pensamientos y la miré en shock.

Mis ojos nunca dejaron de mirarla mientras ella comenzó a hablar. “Error o no, tiene que parar ahora. Qué pasa si hubiera sido Mafe? Y Daniela, eres su jefa! Te has olvidado de eso?“ continuó mirándola, con una expresión de desapruebo en su cara. “Mira, las dos son adultas, y no se que está pasando aquí; pero sea lo que sea, no pueden permitir que German lo descubra.“
Me tensé un poco al pensar en Germán si describiera todo esto, y lo decepcionada que estaría si esto alguna vez saliera a la luz. No podría soportarlo. No quería que pensaran en mí de esa manera. Sabía que no deberíamos haber hecho esto, que probablemente había sido un error. Pero nunca habíamos pronunciado esas palabras, y odiaba admitir que escucharlas, dolía. Esto tenía que terminar.
“Eso no será un problema.“ Contesté ligeramente enfadada, clavándole puñales a élla con los ojos. " He aprendido de mi error. Si me disculpan...“
Pasé entre ellas hacia las escaleras, con la rabia y el dolor que me causaron sus palabras clavadas en el pecho. Por qué debería esperar algo diferente de élla? Por un momento pensé que vería una pizca de compasión; una vulnerabilidad de la que nunca antes había sido testigo. Pero tan rápido como vino, se fue, y todas las razones que tenía para despreciarla volvieron a ser claras. Y juro por Dios que si no pensara que nadie se ha dado cuenta, le sugeriría a su familia que le trataran su especie de desorden de personalidad. Antes de salir fuera, intenté componerme a mi misma y me senté de nuevo junto a Mario. “Todo bien?“ me preguntó con una amable sonrisa.
Giré la cabeza para mirarlo durante un rato. Era muy atractivo; pelo oscuro bien peinado, un rostro amable y unos ojos lindos. Tenía todo lo que
yo debería desear. Aparté la mirada cuando el señorita Calle volvió a la mesa con Valentina, pero rápidamente dejé de mirarla y sonreí dulcemente a Mario. “Sí, es solo que… no me encuentro muy bien. Creo que debería dejarlo por hoy.“
Me puse de pie para besar a Mafe en la mejilla, y Mario hizo lo mismo tras de mi. “Te acompaño al coche.“ dijo con voz preocupada, y una vez que me despedí de todos, sentí su mano en mi espalda mientras caminábamos hacia la casa.

Ya en el garaje, al lado de mi coche, me dedicó una sonrisa tímida y estrechó mi mano.

“Ha sido muy agradable conocerte, Poche. Me gustaría llamarte algún día, y quizás, salir a comer.“

Le devolví la sonrisa y aparté mi mano de la suya. “Dame tu teléfono.“ Me mordí el labio mientras él sacaba su móvil del bolsillo. Una parte de mí se sentía mal por hacer esto; acaba de estar con una mujer teniendo sexo escaleras arriba no hacía ni 20 minutos, y ahora le estaba dando mi número de teléfono a otro. Pero era hora de pasar página con este enfermizo y enredado juego entre ella  y yo; y una cita para comer con un chico tan agradable parecía una buena manera de empezar. Sonrió más ampliamente mientras le devolví su móvil y me entregó una tarjeta con su número en ella. Su mano estrechó la mía de nuevo y la llevó hasta sus labios. “Te llamaré el lunes; espero que las flores no están del todo marchitas.“

Me encogí de hombros ligeramente y me reí. “Es la intención lo que cuenta. Gracias.“ Dije suavemente mientras retiraba un mechón de pelo de mi mejilla que el viento había puesto ahí. Un gesto tan caballeroso y tierno que debería hacer brincar mi corazón. Pero en vez de eso, me puse tensa; preocupada por si lo siguiente sería un intento para besarme.

“Debería irme“

Mario asintió, abriendo la puerta del coche para mí y sonriendo. “Por supuesto. Conduce con cuidado, y buenas noches, Poche”

Me detuve para mirarlo y sonreí. “Buenas noches Mario.“ Cerró la puerta y arranqué, con la mandíbula apretada y aceleré antes de salir del garaje, observando como desaparecía su silueta en mi espejo retrovisor.

Eché la cabeza hacia atrás en el asiento, con las manos sujetadas con fuerza al volante.

“Estúpida, estúpida, estúpida.“ me repetí a mi misma. Cómo pude dejarme a mi misma hacer eso otra vez; dejar que élla volviera a tomar el control de mi mente y de mi cuerpo?

Por qué un chico tan agradable como Mario no era suficiente para hacerme decir “no“?


Cuando llegué a casa, prácticamente corrí hacia el baño para ducharme y cambiarme de ropa, eliminando cualquier traza física de lo ocurrido esa noche. Me puse una camiseta y unos pantalones cortos de chico y me metí en la cama, esperando a quedarme dormida, aunque solo fueran unas horas. Poco a poco mis ojos se cerraron, esperando que el sueño me liberara de esta pesadilla.

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