Y en su mayor parte, las cosas parecían ir acorde con el plan. Yo estaba en un constante estado de incomodidad, y las semanas parecían prolongarse, pero aparte de un montón de sucias fantasías, podía tenerlo todo bajo control. Hice mi mejor esfuerzo para mantenerme ocupada fuera de la oficina, pero durante los momentos que teníamos que estar juntas, mantuve una distancia constante, y en su mayor parte, nos tratábamos con la misma cortesía despreciable que teníamos antes.
Pero una parte de mí estaba convencida de que ella intentaba romper todo eso. Cada día parecía que la señorita Garzon estaba más sexy que el anterior. Cada día había algo en lo que decía o llevaba puesto, que hacía que todo mi plan se fuera por la borda. Me hice un trato conmigo misma; no habría más “sesiones“ a la hora de comer. Tenía que parar esto, e imaginarmela mientras me masturbaba no iba a ayudar.
El lunes llevaba el pelo suelto. Y todo lo que podía pensar mientras se sentaba en nuestra reunión, era sujetárselo mientras se agachaba. El martes llevaba una falda apretada hasta la rodilla y medias con la costura en la parte de atrás. Parecía algún tipo de secretaria pinup.
Eso fue peor, porque no podía quitarme de la cabeza como sería deslizar esas medias por sus largas piernas. El jueves llevaba una preciosa blusa chocolate con escote en V, y de nuevo, cuando ella se agachó para recoger mi bolígrafo, las vistas a través de su escote eran buenas. Y una de esas veces fue a propósito. El viernes pensé que iba a explotar. Llevaba toda la semana sin masturbarme, e iba por ahí con el peor caso de “pelotas moradas“ que jamás había tenido.
Mientras entraba el viernes por la mañana, recé para que llamara diciendo que estaba enferma. Pero sabía que no iba a tener tanta suerte. Estaba muy salido, y de un humor de perra, y cuando abrí la puerta de la oficina casi me da un infarto. Estaba doblada, regando una planta, con un vestido gris perla, corto, con escote barco y descubierta su espalda. Cada curva de su perfecto cuerpo estaba marcado a la perfección. Alguien ahí arriba me odiaba.
“buenos días señorita.“ dijo dulcemente, parándose cuando pasaba por delante de ella. Algo pasaba. Nunca me decía nada en ese tono. Me giré despacio, mirándola con sospecha.
“Buenos días, señoritaGz. “ le respondí fríamente. “Parece de excelente humor hoy. Ha muerto alguien?“ Le pregunté, sin intentar ocultar mi enfado.
Su sonrisa desapareció por una fracción de segundo antes de que la esquina de su boca se elevara en una sonrisa diabólica. “Oh no. Es solo que estoy deseando conocer a su amigo, Mario, en la cena de mañana. Juliana me lo ha contado todo sobre él. Creo que tenemos mucho en común.“ Hija de perra. Mi boca de abrió y fruncí el ceño. “Oh si, la cena de mañana. Se me había olvidado por completo. Si, usted y Mario… bueno, ya que él es un niño de mamá y usted una arpía manipuladora, seguramente harán buena pareja. “ Que buena, Daniela. “Tomaré un café ahora, señorita Garzon.“ respondí con autoridad, dirigiéndome a mi despacho. La regla de no discutir con ella. Mientras dejaba mis cosas sobre la mesa, se me ocurrió que lo mejor sería que no me hiciera ella el café. Cualquier día podría poner algo en el. Sentada en la mesa, intenté trabajar. Dios, por qué me molestaba tanto el tema Mario? Consideré el hecho de que podían ser celos. Pero eso era ridículo; no quería ningún tipo de relación con ella. Solo quería follármela en cualquier sitio, y sin ningún tipo de ataduras. Eso era tan malo? Dios. Eso era malo incluso para mí. Además, ella no iba a interesarse por él, no? No había dicho Juliana que estaba fuera de su alcance? Lo estaba? Joder sí, lo estaba. Y sabía que cualquier día, tarde o temprano, alguien me la iba a Robar. Espera… Acabo de decir “me la iba a robar?“ Tenía que tranquilizarme. Sabía que ella tenía citas. Había visto que le mandaban flores a la oficina una o dos veces. Pero nunca me había sentido… posesiva con ella. Sí, esa era la palabra. Posesiva. No estaba celosa, porque eso significaba que tenía sentimientos románticos por ella. Posesión implicaba que yo… bueno, que nosotras… follábamos. Frustrada, me puse de pie y me pasé las manos por el pelo mientras caminaba hacia la gran ventana. Ni siquiera podía hacer que eso no pareciera una locura. Cómo había pasado esto? Hace nueve meses estaba viviendo mi vida felizmente en Paris. Tenía todo lo que una mujer podía desear. Tenía salud y éxito. Podía tener a cualquier mujer que quisiese. Y ahora? Aquí estaba, hecha un jodido lío por culpa de una desagradable mujer que ni siquiera deseaba. Bueno, la deseaba, pero no en el sentido de… Dios, no podía seguir pensando en eso. Una llamada en la puerta interrumpió mis insanos pensamientos. “Pase“ gruñí irritada. Era obvio que ella todavía me cabreaba, cuando entró y fue derecha a mi mesa, dejando el café sobre ella. Se giró y me miró. “Vamos a planificar la agenda esta mañana, señorita Calle?“ Estaba de pie junto a mi mesa, mientras la bañaba la luz del sol. Las sombras cubrían todo su suero, acentuando su escote. Hacía frío aquí dentro? Como podía hacer frío si yo estaba sudando a chorros? Solo pensar en como eran sus pechos desnudos, me la puso dura. Joder! Tenía que salir pitando de aquí. “No. Olvidé que tenía una reunión abajo esta tarde. Así que me marcharé el resto del día dentro de 10 minutos. Mándeme por email los detalles. “ respondí rápidamente, y me senté en mi silla, buscando seguridad. “No me habían avisado de ninguna reunión hoy“ respondió escéptica, frunciendo el ceño. “No, no ha sido avisada. “ dije, interesándome de repente en los papeles que había en mi mesa. “Es personal“. Cuando ella no respondió, levanté la mirada. Tenía una extraña expresión en su cara. Obviamente parecía enfadada, pero había algo más. Estaba… celosa? Dios, eso espero. Pero que coño dices, Calle? “Oh“ respondió lentamente, mordiéndose el labio inferior. “Es alguien que yo conozca?“Nunca me preguntaba a dónde iba a ir. “Quiero decir, en caso de que su padre o hermana necesiten algo de usted.“ añadió con voz acelerada.
“Bueno“ hice una pausa, intentando torturarla un poco. “Si alguien necesita algo de mí, pueden llamarme al móvil.“ Si esta no fuera mi vida, sería hasta divertido.
Aparte de nuestro primer encuentro, nunca, desde que la conocía, había actuado completamente serena enfrente de mí. “Algo más, señorita Garzón?“ le pregunté, mirándola.Se quedó allí de pie sin hablar por un momento, y parecía que estaba teniendo algún tipo de batalla interna. De repente, levantó la barbilla y echó los hombros hacia atrás. “Ya que no va a estar aquí, estaba pensando que me gustaría empezar el fin de semana temprano. Quizás comprar algo para mañana.“
Sentado en mi silla, intenté descifrar la expresión de su cara. Estaba jugando a algo? Seguí repitiéndome a mí mismo de que si ella salía con alguien, era algo bueno. Si estaba con alguien, dejaría de ser una tentación para ella y podríamos volver a la normalidad.
“Sin problemas.“ le respondí con frialdad. “La veré mañana.“ Nuestras miradas se clavaron, y la electricidad en el aire era tan palpable que pude sentir como mi corazón empezaba a latir con fuerza. Esperó un minuto más, y yo intenté por todos los medios no mirar a sus perfectos pezones que se notaban a través de su vestido.
“Que lo pase bien en su cita, señorita“ dijo a través de sus dientes apretados, saliendo de mi despacho y cerrando la puerta con un portazo. Me quedé aturdida. Qué demonios estaba pasando? Se pensaba que había quedado con alguien? Y por qué iba a importarle? Me sentí aliviada cuando la escuché irse quince minutos más tarde. Decidí que era un momento seguro para dejar mi despacho, y recogí mis cosas. Estaba saliendo de la oficina cuando me encontré con un hombre que llevaba un ramo de flores.
“Puedo ayudarle en algo“ le pregunté, observando lo que llevaba.
Buscó en sus papeles y miró alrededor de la oficina. “Traigo una entrega para la señorita María José Garzón “Pero qué? Quién coño le mandaba flores? Es que estaba viendo a otro mientras
nosotros…? Ni siquiera pude terminar de pensar eso.
“La señorita Garzon a salido a comer. Volverá en una hora“ mentí con un tono de voz más brusco de lo habitual. Tenía que mirar esa tarjeta. “Yo las firmaré y me aseguraré de que las reciba “ Me entregó las flores y las dejé en la mesa. Firmé el recibo rápidamente, le di la mano y lo miré agradecido mientras se marchaba. Durante tres largos minutos, me quedé allí mirando a esas flores, deseando dejar de ser tan ******* y no mirar la tarjeta. Rosas.Ella despreciaba las rosas. Me reí porque fuera quien fuera el que le mandaba las flores, no sabía nada sobre ella. Hasta yo sabía que odiaba las rosas. Se lo escuché decírselo a lu n un día que una de sus citas le mandó rosas a la oficina. Inmediatamente las devolvió.Finalmente, mi curiosidad se llevó lo mejor de mí y arranqué la tarjeta del ramo. Menudo hijo de perra…
Contando los días para que nos conozcamos.
Sinceramente, Mario Ruiz.
Hijo de Perra que se cree para mandarle Flores a Mi... Que idiotez estoy diciendo.
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La Oficina
Fiksi UmumPoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.