capitulo 10- Reunión

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Giré la esquina para entrar en la sala, y mis ojos se encontraron inmediatamente con los del señorita Calle. Sentada en su silla, con las manos tendidas enfrente de mí, aparentemente seguía enfadada, por la expresión de su cara. Pero mi atención se volvió rápidamente hacia la persona que estaba detrás de mí. “Déjame ayudarte con eso, Maria Jose “, dijo amablemente, con tono paternal mientras le daba a su hija una mirada de reproche.

“Gracias, señor Calle“, dije en agradecimiento, mientras cogía la pesada caja de mis manos.

“Poche“ dijo, con una sincera sonrisa en su cara, “Cuántas veces tengo que pedirte que me llames German?“ Puso la caja en la mesa de la sala, y se sentó junto a su hija. German era tan atractivo como sus dos hijas. Alto y delgado, compartían las mismas perfectas facciones. Tenía canas en las patillas, pero seguía siendo uno de los hombres más guapos que había conocido.

“Lo siento, German“, respondí alegremente. “Cómo está Mafe?“ Una sonrisa iluminó su cara al pensar en su esposa.

“Bien, está bien. Sigue diciéndome que vengas a cenar“ añadió con un guiño. No se me escapó que el señorita calle  resopló y puso los ojos en blanco.

“Pronto. Lo prometo“ añadí asintiendo con la cabeza. “Dale un abrazo“

Escuché pasos detrás de mí, y no sorprendí cuando sentí un cálido beso en mi mejilla, haciendo que me riera. “Buenos días, poch“ dijo Juliana  mientras entraba en la sala.

“Siento llegar tarde, Padre y hermana Supuse que la reunión sería en nuestra planta“

Intercambié una mirada de suficiencia con el señorita Calle. Miré hacia otro lado y sonreí abiertamente para Juli. mientras colocaba los documentos sobre la mesa. “Buenos días, señorita Calle. Cómo está su guapa mujer?“

“Poche “ gruñó. “Por favor llámame Juliana o juli. El señor Calle  es mi padre. Y esa mula pedante de ahí“ dijo señalando a su hermana, que se levantó y la miró. “Y Valentina  está perfecta, como siempre. Quiere que le presentes a esa amiga tuya que trabaja para esa casa de diseño“ dijo cogiendo una silla.

Oh, Abisambra? Por supuesto, Juli. Dile que la llamaré algún día de esta semana“ añadí, pasándole sus documentos.

Me moví por la mesa y puse la carpeta de la presentación enfrente de la idiota de mi jefa.

Aquí tiene, señorita Calle“ dije fríamente.

Sin mirarme apenas, empezó a leer sus papeles. “Señorita Garzon“ respondió, “Asegúrese de que el equipo de proyección está preparado antes de tomarse su café“ Bien, no iba a decir eso de “Llámame Daniela “. Gilipollas.

Justo cuando iba a irme, la voz de juliana  me detuvo. “Oh Poche, mientras estuve arriba esperando, encontré esto en el suelo“ Miré hacia abajo, y vi dos botones de plata vieja en la palma de su mano. “Podrías preguntar por ahí por si alguna de las otras secretarias los han perdido? Parecen muy caros. Y cómo puede alguien perder dos botones de la camisa sin darse cuenta?“ dijo, riendo y sacudiendo la cabeza.


Igual era yo, pero juro que el aire se me escapó con un sonoro jadeo. Había olvidado por completo los botones. “Umm… sí… claro, Juliana “ dije, tartamudeando.

“Juliana, puedo verlos un momento?“ la idiota de repente se metió en la conversación, cogiendo los botones.

“Pero, señorita Garzón…“ dijo, con su sonrisa petulante, “No tiene usted una blusa con botones como estos? Me da la sensación, bueno, no soy una experta, pero parecen bastante caros“ eché una ojeada a la sala; Juliana y Germán  parecían no estar atendiendo, inconscientes de la conversación que estaba teniendo lugar delante de ellos.

El señorita calle se puso de pie, y rodeó la mesa. Cogió mi mano, y pasó un dedo desde el interior de mi brazo hasta mi mano, dejando los botones en mi palma y cerrándola. Mi respiración se quedó atrapada en mi garganta, y mi corazón palpitaba con fuerza contra mi pecho. Sentí como se me endurecían los pezones y la garganta se me quedaba seca.

Se inclinó, acercándose a mí, y con su aliento caliente en mi oreja, susurró. “Quiero decir, no me gustaría pensar en algo tan bonito hecho trizas. Debería intentarlo y tener más cuidado“

Intenté mantener la calma mientras apartaba mi mano de la suya. “Gracias, señorita Calle“ respondí entre dientes, antes de que élla se apartara. Rápidamente dispuse el proyector y tomé asiento mientras élla comenzaba la reunión. Eso no está bien, hija de perra. A qué estaba jugando? Solo llevaría un momento para que su padre y hermana se dieran cuenta, escucharan algo, y ataran cabos. A pesar de ser buena en mi trabajo, tirarme a mi jefa en salas de conferencias y en escaleras no iban a ayudarme en mi carrera.

Durante la reunión, intercambiamos miradas la una con la otra; las mías cargadas de rabia y las suyas llenas de vanidad. Era jodidamente buena en lo que hacía y lo sabía.

Demasiado bueno. Miraba a los documentos que tenía frente a mí continuamente para evitar mirarla. Tan pronto como la reunión terminó, recogí mis cosas lo más rápido que pude y salí pitando de allí. Pero tal y como me esperé, me siguió los talones durante todo el camino hasta el ascensor, mientras las dos ardíamos en silencio a medida que caminábamos hasta la oficina.

Me quedé de pie en el ascensor, enfrente del señorita Calle, con la libido por los aires ante la burla que me había hecho en la sala de conferencias. Por qué este ascensor no puede ir más rápido, y por qué todo el mundo en esta planta ha decidido usarlo justo ahora?

Cuando íbamos por el piso 11, el ascensor estaba casi al tope. Cuando se abrió la puerta, y tres personas más decidieron apretujarse y entrar, me empujaron contra élla, con mi espalda contra su pecho, y mi cola contra su… oh Dios…

Sentí como el resto de su cuerpo se endurecía y lo escuché soltar un profundo suspiro; y aunque incluso mi clítoris palpitaba por el contacto de nuestros cuerpos, no pude hacer otra cosa que sonreír. Te la debía, gilipollas.

En el piso catorce, había suficiente espacio para moverse y me permití tirar al suelo una de mis carpetas. “Ups, perdone, señorita Calle. He tirado algo“ dije en voz baja y comencé a agacharme hasta el suelo, despacio, dejando que mi cuerpo se frotara firmemente contra su erección. Me aguanté la risa mientras repetía los mismos movimientos para subir, con su miembro apoyado en mi cola de nuevo. Gracias por los tacones, Aby pense mientras me apretaba contra él discretamente. “Siento esto, señorita“


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