6 meses Antes

1.9K 77 0
                                    

Me quedé sin palabras por un momento hasta que levantó sus ojos marrones y se encontró con los míos, arqueando una ceja. Me repuse del trance, al darme cuenta de la verdad sobre Daniela Calle. Aunque era mil veces más guapa en persona, no era como me lo había imaginado. Y no tenía absolutamente nada que ver con sus padres y su hermana.

“Como el cristal, señorita“ respondí tartamudeando, mientras rodeaba su mesa para dejarle el café. Pero justo cuando iba a dejarlo, mi tacón se trabó con la moqueta del suelo y me abalancé hacia delante. Escuché un sonoro Mierda! escaparse de sus labios; el café era ahora una enorme mancha sobre su carísimo traje. “Oh dios mío, señorita Calle. Lo siento muchísimo“
Corrí hacia el lavabo de su cuarto de baño para coger una toalla, y volví. Me puse de rodillas enfrente suya y comencé a limpiar la mancha. Y cuando pensaba que mi última humillación no podía ser peor, de repente me di cuenta de que estaba frotando furiosamente su entrepierna. Aparté la mirada y la mano, sintiendo como el rubor calentaba mi cara y se extendía hasta el cuello mientras alcancé a ver un notable bulto en sus pantalones. Carajo como había olvidado que élla era intersexual me lo habían comentado su familia. Pero marica esa cosa era enorme y se veía bastante gruesa.


“Debe irse ahora, señorita Garzon“ pronunció con un tono tenso, y rápidamente asentí, saliendo a toda prisa de su despacho. Ese, definitivamente, no era mi plan. Y no podía creer que le hubiera causado esa terrible primera impresión.

Por suerte, me había puesto a prueba a mí misma después de eso. Hubo momentos en que incluso parecía impresionada por mí, aunque siempre era cortante y borde. Acababa de atribuirle a su personalidad el calificativo de “tonta del culo“, pero siempre me preguntaba si había algo en mí que le fastidiara tanto. Aparte de esa toalla, claro.

------------------------------------------FIN FLASHBACK---------------------------------------------

En el momento en que terminé el viaje infernal por mis recuerdos, eran las 5:45.

Maravilloso, justo a tiempo para levantarme e ir a trabajar. Pero incluso mientras me duchaba y dejaba que el agua tibia relajara mis dolorosos músculos, mis pensamientos seguían estancados en porqué seguía pensando en todo esto.
Cuando llegué al trabajo, choqué con Lucia mientras me dirigía al ascensor. Hicimos planes para comer la próxima semana y me despedí de ella cuando llegó a su planta.

Llegando al piso 18, me di cuenta de que la puerta del despacho de la señorita Calle estaba cerrada como siempre, así que no estaba seguro de si élla ya estaba allí. Encendí el ordenador, e intenté prepararme mentalmente para el día. Por qué todos los días, cuando me sentaba en esta silla, me sentía tan ansiosa? Sabía que iba a verla esa mañana; nos reuníamos para verificar la agenda de la siguiente semana, todos los viernes. Pero no sabía si estaría de mal o buen humor. Aunque me había dado cuenta de que sus rabietas habían ido a peor. Niña estúpida.

Sus últimas palabras de ayer habían sido, “Llévese también el liguero“. Y lo hice. De hecho, lo estaba llevando ahora mismo. Por qué? No tenía ni idea. Qué demonios quería decir con eso? Se creía que iba a tener la oportunidad de verlo? De ninguna jodida manera. Entones, por qué lo llevaba puesto? Juro por dios que si lo arranca… me detuve antes de poder terminar. Esa era la cosa más guarra que había pensando. Por supuesto no iba a arrancármelo. Nunca iba a darle esa oportunidad. Sigue diciéndote eso, Maria Jose.

Respondiendo algunos emails, y haciendo algunos preparativos para el hotel, conseguí apartar mi mente de toda esa situación, y una hora después, la puerta de su despacho se abrió. Mirando hacia arriba, me encontré con una calmada, y muy bien vestida señorita Calle. No quedaba ni rastro de la imprudente y animal Calle que me había tirado en el probador 12 de La Perla hacía 14 horas.

La Oficina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora