Capitulo 10- Tarde de Amigas

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Dos horas más tarde, estaba sentada con mis mejores amigas, bebiendo Mimosas en la terraza de nuestro restaurante favorito; hablando de hombres, ropa y trabajo. Abisambra me sorprendió con un vestido nuevo de Gucci al que ya le había echado el ojo, y que no podía haber comprado sin su descuento del 60%. Era un vestido marrón chocolate de asas, hecho con la tela más suntuosa que había sentido nunca. Colgué la bolsa en la silla, junto a mi nuevo iPhone que había comprado en el centro comercial.

“Bueno, como te va en el trabajo, Poche ?“ preguntó Aby mientras se comía el melón. “Esa jefa tuya todavía te obliga a trabajar duro? Cómo lo llamabas? Capulla o algo así?“

“Capulla buenorra“  la corrigió Lucia, conteniéndose la risa. La miré, deseando que parara. “Dios, deberías verla, Aby. Es el apodo más perfecto que escuché nunca. Es una diosa. Te lo juro. No tiene un defecto, físicamente. Cara perfecta, cuerpo, ropa, cabello… oh dios, el cabello. Es como si acabara de tirarse a alguien“ se inclinó sobre la mesa, riendo y yo puse los ojos en blanco, sin poder evitar sonreír.

“Pero eso no es todo“, dijo ella, secándose las lágrimas de los ojos. “Es la mayor cabróna que he conocido. Quiero decir, casi no pude respirar los 15 primeros segundos cuando la conocí“

“Dios. Eso es verdad, poche?“ preguntó Aby, con sus ojos cafés  prácticamente fuera de sus órbitas.

“Si, tal cual. Es guapa, y la mayor cabróna que he visto nunca. No se cual es su desgraciado problema“ dije con indiferencia. Esta no era la conversación que quería tener en este momento.

“Bueno“ dijo Aby, encogiéndose de hombros y dando un sorbo a su bebida. “A lo mejor está cabreada porque tiene lo tiene chiquito“

Me derrumbé sobre la silla mientras mis dos amigas se partían de la risa. Ciertamente, ese NO era su problema. Lo tiene bastante grande y grueso, dios.

El lunes por la mañana, yo era un puñado de nervios mientras entraba en el edificio. Había tomado mi decisión; No iba a sacrificar mi trabajo por nuestra falta de juicio. Había trabajado muy duro para llegar a donde estaba, y era mucho más fuerte que todo eso.

Solo iba a hacer frente a la situación y seguir adelante. Necesitaba un empuje de confianza, así que me puse el vestido nuevo que me había dado Aby. Marcaba cada curva de mi cuerpo, dándome un aspecto muy provocativo.

Pero mi arma secreta era mi ropa interior. Siempre había tenido debilidad por la lencería cara. Me sentía más poderosa llevando algo sexy debajo, y el par que llevaba me hacía sentir más que eso. Eran de tul negro, adornadas con bordados, y en la parte de atrás tenía una serie de cintas de delicado tul, cruzadas hasta el centro, cerca de mi coxis, en un lazo negro. Casi dejaban al aire mi cola, haciendo que me sintiera sensual y con confianza.

Podía pasar de cualquier cosa que ese cabrona me dijera.

Llegué con tiempo suficiente para preparar la presentación. La recepción estaba casi vacía cuando atravesé el vestíbulo. El suelo y las paredes de granito pulido brillaban en el amplio espacio de tres pisos. Mientras se cerraban las puertas del ascensor, hice un repaso mental. Haciendo un recuento de todos los argumentos que habíamos tenido y los comentarios que esa idiota me había dirigido, encontré la solución. Podía hacer esto.

Esa capulla había escogido a la chica equivocada para tontear, y que me espantó si iba a dejar que me intimidara. Bajé la mano hasta mi cola y sonreí maliciosamente…. Bragas poderosas.

Tal y como me lo esperaba, la oficina seguía vacía cuando llegué. Recogí todo el material que necesitaba, y me dirigí a la sala de conferencias para organizarlo. Ah… la escena del crimen. Observé como el sol iluminaba toda la sala; caminé despacio, dejando los archivos y las carpetas sobre la gran mesa. Acaricié con los dedos la madera, suave, pensando en la última vez que la había tocado. Sacudí la cabeza levemente, intentado no pensar, y comencé a preparar la sala.

Veinte minutos más tarde, las propuestas estaban preparadas, el proyector encendido y las bebidas servidas. Con bastantes minutos de sobra, me encontré a mi misma distrayéndome en la ventana. Tocando el cristal, abrumada por los recuerdos que me traía; el calor de su cuerpo contra mi espalda, el frío del cristal contra mis pechos y el sonido bestial de su voz en mi oído. Cerré los ojos y me eché hacia adelante, poniendo mis manos y mi frente contra la ventana y dejando que me embriagaran todos esos recuerdos.

Estaba atascada con mi fantasía cuando escuché el sonido de una garganta aclarándose detrás de mí.

“Señorita Calle“, dije, dándome la vuelta. Nuestros ojos se encontraron por un momento, y una vez más me maravillé con su belleza. Rompiendo el contacto con mis ojos, su mirada recorrió la sala.


“Señorita GArzon“, dijo secamente. “Haré la presentación para los socios en la cuarta planta“

“Perdone?“ pregunté, sin poder ocultar el shock de mi voz. “Por qué iba a hacer eso? Siempre usamos esta sala. Y por qué ha esperado al último minuto para decírmelo?“

Porque, señorita Garzon“, añadió, poniendo los puños sobre la mesa. “Yo soy la jefa. Yo pongo las normas, y yo decido cuando y donde se hacen las cosas. Quizás si no estuviera soñando con ventanas, tendría tiempo para hacer su trabajo. Cree que puede arreglárselas, señorita Garzón?“- dijo clavándome la mirada. 

Maldita*******. Dónde está el esparadrapo cuando se necesita? Imágenes mías cortando su cuello y cogiendo un bate de baseball para romper su deportivo negro invadieron mi mente. Tuve que controlarme para no saltar la mesa y estrangularla. Una sonrisa petulante se cruzó en su cara; y con cada segundo que permanecí callada, su placer parecía crecer más y más.

Ohhh… así iban a ser las cosas. Bueno, a este juego podían jugar dos. “Oh, por supuesto, calle . No se preocupe por nada.“ le dije para pincharla, sonriendo dulcemente para élla.

“De todos modos en esta sala nada dura más que unos pocos minutos“


Bien, eso borró su sonrisa petulante. Abrió la boca como si me fuera a responder, pero la volvió a cerrar. Apretó los puños con fuerza, y parecía que temblaba de rabia. En todo el tiempo que llevaba trabajando para élla, nunca la había visto tan enfadada; y yo disfrutaba cada minuto de esto.

Nos quedamos de pie, mirándonos la una a la otra, solo separados por la enorme mesa; la electricidad podía palparse por toda la sala. Una vez, abrió la boca para hablar, pero cambió de idea. Y sin decir nada, se dio la vuelta con rapidez, saliendo de la sala, dando un portazo detrás de élla.

Era incapaz de aguantar la risa que se acumulaba en mi pecho. Con quién se creía esa cretina que estaba tratando? Una vez más, me toqué el trasero y sonreí… bragas poderosas. Me sentía literalmente embriaga de poder. Recogí todo, colocando los documentos en una caja y salí hacia el ascensor.


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