Sabía que estábamos cerca. Seguía escuchando las voces a nuestro alrededor, ajenos a lo que estaba pasando en este probador. Sabía, por nuestras pasadas experiencias, que nos podrían descubrir en cuanto ella se corriera si yo no hacía nada para evitarlo. Así que cuando sus movimientos se volvieron más bruscos y su mano agarró mi pelo con más fuerza, llevé mi mano hasta su boca para suavizar sus gritos.
“Joder!“ gemí contra su hombro, y con unas cuantas embestidas más, sentí como explotaba en lo más profundo de su interior. Su cuerpo se derrumbó contra el mío en cuanto me apoyé en la pared, subiendo y bajando por la pesada respiración.
Sabía que tenía que vestirme y salir de allí, pero mis temblorosas piernas no iban a dejarme. Cualquier esperanza de que el sexo iba a volverse menos intenso, y que podría parar esta obsesión, desapareció de repente. La razón empezó a filtrarse lentamente de nuevo en mi conciencia, junto con la decepción de haber caído en la tentación una vez más.
En cuanto me encontré con su mirada en el espejo, supe que había pasado algo entre nosotras. Había sentido lo mismo que yo? Era para ella el mismo error que para mí? Y que íbamos a hacer? La levanté y me vestí rápidamente, intentando no volver a mirarla a los ojos. De repente, el probador se quedó demasiado silencioso y pequeño, y era demasiado consciente de su respiración.Me anudé mi camisa, y me agaché en el suelo para recoger sus bragas desgarradas, guardándolas en mi bolsillo. Agarré el pomo de la puerta y me detuve, alzando una mano para acariciar el encaje que colgaba de uno de los ganchos de la pared.
Finalmente la miré a los ojos, y dije. “Llévese el ligero también“ Y sin mirar atrás, salí del probador.
Pov Poche
Había ochenta y tres respiraderos, veintinueve tornillos, y montón de polvo en el techo de encima de mi cama. Genial. Me di la vuelta, notando como ciertos músculos se estaban burlando de mí, recordándome el hecho innegable de porqué no podía dormir. Un escalofrío recorrió mi espalda y mis pezones se endurecieron en cuando recordé sus palabras de ayer por la tarde.
“No, quiero que mires justo ahí. Quiero que veas como te lo hago. Y mañana, cuando estés irritada, quiero que recuerdes quien te hizo esto“
Realmente no estaba bromeando. Mis caderas y mis muslos jamás me habían dolido tan dulcemente cada vez que los movía esa noche. Dejando escapar un suspiro y metiéndome bajo las sábanas, gruñí frustrada mientras me quitaba mis bragas húmedas y las lanzaba al suelo. Estas se estaban quedando viejas. Nunca me había importado tanto mi ropa interior… y no era cosa suya. Si fuera cosa suya… bueno, eso es otro asunto. Mis pobres, pobres bragas. Ese hombre había destruido casi 500 dolares en lencería. Lencería buena. Mis bragas poderosas. Bueno, supongo que hemos visto hasta que punto me había pillado.
La situación era tan demente que no podía hacer otra cosa que reír en mi silenciosa habitación. Me había follado en un probador hacía siete horas. Bien follada.
Cuando el señorita calle se fue de la oficina por la mañana, terminé mi trabajo y me fui temprano, intentado escapar de los constantes pensamientos sobre ella. Qué mejor manera de distraerme que ir de compras? Y entonces, a pesar de todos mis esfuerzos para evitarlo, ahí estaba élla, mirando lencería en La Perla.
Esa tia tenía que ser una completa capulla, pero no podía negar que sabía lo que se hacía.
Y a pesar del hecho de que no podía aguantarlo, disfrute de cada minuto. Dios, mi cuerpo me traicionaba.Sin darme cuenta, mi mano viajó hasta mi pecho; pellizcando mi pezón sobre mi camiseta de punto. Cerré los ojos y solté el aire que no sabía que estaba reteniendo, mientras el tacto de mis propias manos me llevaron de vuelta a mis recuerdos. Sus largos y gloriosos dedos recorriendo la parte de abajo de mis pechos, sus pulgares rozando mis pezones, cogiéndolos con sus manos… maldita sea. Dejé escapar un sonoro suspiro y le di una patada a la almohada, tirándola de la cama. Sabía a dónde me llevarían toda esta serie de pensamiento. Había hecho exactamente lo mismo tres noches seguidas y joder, tenía que pararlo ahora mismo. Casi sin aliento, me puse boca abajo y cerré mis ojos con fuerza, deseando que me venciera el sueño.
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La Oficina
Ficción GeneralPoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.