capitulo 17- Nadie como ella

2K 85 4
                                    

Pov Daniela

El ardor en mi pecho era casi suficiente como para distraerme de la tormenta que había en mi cabeza. asi. Alcé la mano e incrementé la inclinación de la cinta de correr y me di más caña. Siempre funcionaba. Así vivía yo mi vida. No había nada que no pudiera lograr si le daba más caña; escuela, carrera, familia, mujeres. Mierda. Esa mujer. Disgustada, sacudí la cabeza y subí el volumen de mi iPod sujeto a mi bíceps, esperando que distrajera mi mente lo suficiente para conseguir algo de jodida paz.
Debería haber sabido que no iba a funcionar. No importaba cuanto lo intentara, siempre estaba allí. Cerré los ojos y todo volvió; …. sobre ella, sintiéndola agarrada a mí, sudada, dolía, queriendo parar pero sin ser capaz. Estar dentro de ella era la tortura más perfecta. Saciaba el hambre que sentía en ese momento, pero como un yonki, me encontré a mi misma consumida por la necesidad de más tan pronto como se terminó. Había estado con un montón de mujeres en mi vida, pero nunca había experimentado nada como esto. En esos momentos con ella, habría hecho cualquier cosa que ella me pidiera. Me puso de rodillas y me hizo temblar. Y esa era la razón por la que esto tenía que terminar; porqué tuve que decir las palabras en voz alta. Así que estaba claro para las dos que no podría volver a pasar. Realmente nunca habíamos hablado sobre lo que estaba pasando, y pensé que era lo mejor. Porque una vez que se dice, se hace real. Y sabía que si conseguía controlarme a mí mismo lo suficiente y me desenganchaba de esta adicción, la sacaría de mi sistema. Tenía que hacerlo. No había otra opción.

Sentí que alguien tiraba de mi auricular, deteniendo súbitamente la música a todo volumen. Traté de mantener el ritmo en la cinta, pero tuve que pararla para no caerme. Giré la cabeza para ver la fuente de mi disgusto en la máquina de al lado. “Juliana, qué?!“
“Sigue así, y tendremos que recogerte del suelo con heridas irreparables antes de que cumplas los 36, hermanita“ respondió, sacudiendo la cabeza. “Qué hace Poche para fastidiarte todo el rato?“
Vi como ponía los ojos en blanco mientras hablaba, y sentí que el estómago se me encogía al escuchar su nombre. Volví a centrar mi atención en la cinta e incrementé la velocidad. “Qué te hace pensar que la señorita Garzon tiene algo que ver en esto?“
“Um, quizás porqué acabas de apretar la nariz, como si entraras en cólera, cuando lo has dicho“ Juliana me señaló y la miré para ver su cara de sabelotodo.

“Para tu información, listilla, no hay absolutamente nada que me fastidie. Y aunque lo hubiera, no tendría nada que ver como asistente“ dije de manera indiferente, intentando volver a concentrarme en el ejercicio.

Estás tan lleno de mierda“ dijo riéndose, moviendo la cabeza. “Nunca había conocido a alguien que causara esa reacción en ti. Y sabes porqué, verdad?“ había apagado su máquina y ahora toda su atención estaba puesta en mí. Mentiría si dijera que no me estaba poniendo nerviosa.  Mi hermana era muy perceptiva; demasiado perceptiva a veces.
Y

si había algo que quería mantener alejado de élla, era todo esto.
Mantuve la vista al frente mientras corría, intentado no mirarla a los ojos. “No, pero algo me dice que me vas a poner al corriente.“
“Porque las dos son iguales“ dijo orgullosa. Había perdido la jodida cabeza?
“Qué?!“ La gente se dio la vuelta para ver porqué le estaba gritando a mi hermana en mitad del gimnasio. Paré la máquina y la miré a la cara. “Cómo puedes pensar eso? La señorita Garzon y yo no somos para nada iguales.“ Estaba sudada, sin aliento y exhausta después de correr seis millas; pero ahora mismo, el aumento de mi presión arterial no tenía nada que ver con la gimnasia.

Tomó un largo trago de su botella de agua, y continuó con la sonrisita en la cara. “Con quién crees que estás hablando, hermana mayor? Nunca he conocido a dos personas tan parecidas. Para empezar…“ se detuvo, aclarándose la garganta y contando con los dedos. “… las dos son inteligentes, determinadas, trabajadoras, leales y tienen los corazones más grandes que he visto nunca. Y..“ continuó, señalándome con el dedo, “… es la primera mujer en toda tu vida que te planta cara y no te sigue como un perrito abandonado.“
Es que todo el mundo se había vuelto loco? En efecto ella tenía alguna de esas cosas; aunque quisiera negarlo era increíblemente inteligente. Y era trabajadora; solía sorprenderme con cómo resolvía las cosas. Era definitivamente determinada, aunque yo al describiría más bien como cabezota, o terca. Y no me cuestionaba su lealtad; podía habérmela jugado cien veces desde que empezamos este juego. Pero, un gran corazón?

La Oficina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora