Capitulo 57- Duele tanto depcionar

1.8K 74 3
                                    

Pov Poche

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pov Poche

Sentí como me mareaba y me incliné sobre la mesa para apoyarme, intentando reprimir las nauseas que sentía. Mi estómago se encogió, y aunque sentía que jadeaba, me faltaba aire en los pulmones. Tenía la garganta seca, y mientras intentaba respirar mi cuerpo temblaba por el esfuerzo.
Poche?“ Daniela se giró y comenzó a caminar hacia mí, con una inconfundible
preocupación en su voz. “Estás bien?“
Sacudí la cabeza y cerré los ojos, intentando calmar mi respiración; el sonido de mi pulso taladraba mis oídos.
“Se como te sientes, pero-“
Que sabes qué?“ le pregunté, mientras la rabia quemaba mi pecho.
“Se como te sientes,“ volvió a decir, deteniéndose enfrente de mí y tomando mis manos entre las suyas. “Pero todo saldrá bien. Pasaremos esto y estaremos bien.“
Cómo puedes decir eso ?“ le pregunté, conmocionada por su indiferencia y separando mis manos de las suyas. “Cómo puedes decir que todo saldrá bien?“
“Porque saldrá bien,“ respondió, manteniendo la calma de su voz. “Esto terminará, y todos se olvidarán. No dejes que te ganen, Poche.“
Una lágrima de rabia se deslizó por mi mejilla al darme cuenta de que, de alguna manera, me estaba dejando vencer.
Maria Jose, necesito que te tranquilices.“ Puso sus manos a ambos lados de mi cara y me miró a los ojos. “Hay gente ahí fuera.“ dijo, señalando la puerta del despacho. “Y este no es el lugar adecuado para tener esta discusión.“
Asentí, sabiendo que tenía razón e instintivamente me incliné hacia élla, rodeando su cintura con mis brazos y presionando mi frente contra su pecho. Me recorrió el cuerpo un escalofrío mientras sus brazos me abrazaban, acercándome a élla como si pudiera protegerme de cualquier cosa.
Si tan solo pudiera hacerlo…
La agarré con fuerza, mientras sus labios acariciaban mi pelo, haciéndome sentir cómoda sus caricias, su olor, su cercanía. Por un momento sentí desaparecer el peso del mundo.
La amaba, y élla me amaba.
El pánico del principio comenzó a desaparecer mientras permanecía abrazada a élla. Mis pulmones comenzaron a abrirse, y los estruendos de mis latidos se volvieron más normales, mientras su mano trazaba círculos en mi espalda.
“Te amo, Mi amor“  murmuró contra mi pelo. “Todo saldrá bien. De alguna manera, las cosas se arreglarán.“

Cerrando los ojos para reprimir las lágrimas, asentí ligeramente; mi habilidad para traducir mis pensamientos desordenados y erráticos en palabras, me había abandonado. Nuestro momento de paz se vio interrumpido cuando unos cuchicheos, desde recepción, comenzaron a invadir el despacho. Daniela se aclaró la garganta y se apartó un poco, flexionando las rodillas hasta que sus ojos se quedaron a la altura de los míos.

Estas bien?“ frunció el ceño, evidenciando la preocupación en su cara.

“Yo solo…“  comencé a decir, sintiendo de nuevo que la calma me abandonaba. “Necesito irme.“ Mi voz no era más que un susurro, y su preocupación comenzó a aumentar.

Poche-“

Sacudí la cabeza. “No puedo… esto es demasiado.“

La Oficina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora