Capitulo 49- Te amo Poche

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Pov Poche

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Pov
Poche

Por culpa del tráfico, entré en mi apartamento exactamente quince minutos antes de que élla llegara. Corrí hacia el baño, me retoqué el maquillaje y me aseguré de todo estuviera perfecto. Tendría que pedir la cena. Saqué un montón de menús y comencé a buscar entre ellos cuando sonó el timbre. Mi corazón latía rápido y me levanté de la encimera, caminando hacia la puerta.

Eché un ojo por la mirilla y la maldije en silencio. Estaba de pie, pasándose la mano por el Cabello, sin la chaqueta de su traje y con las mangas de su camisa blanca recogidas hasta los codos. La luz del pasillo caía justo en su cabeza, iluminando su pelo dorado, brillando. Tomé aire profundamente, sabiendo que no iba a haber manera de que esa mujer saliera de mi cama. Abrí la puerta y sin decir nada, se aproximó a mí, poniendo sus manos a ambos lados de mi cara y atrayéndome hacia élla. En el momento en que sus labios se abrieron, las dos gemimos. Mis sentidos estaban desbordados y quería perderme en élla; su esencia mientras me besaba, el sabor de su lengua cuando acarició la mía, los sonidos que salía de sus labios y la dureza de cuerpo presionándose contra mí.

Amor, he estado esperando esto todo el día.“ Sus palabras abanicaron mis labios, y me aparté ligeramente, necesitando mirarla.

“Entonces por qué has llegado tarde?“ le pregunté con falsa seriedad. Me miró confusa antes de ver su reloj.

“De qué estás hablando? No llego tarde. Te mandé un mensaje diciéndote que el tráfico era horrible, es solo que-“ arqueé una ceja, mirándolo.

“Llegas. Tarde.“

Sígueme el juego, Daniela.

“Tienes razón. Llego tarde. No habías dicho algo sobre un castigo?“ preguntó con una sonrisa, mientras se daba cuenta.

Buena chica.

“Lo dije.“ llevé mi mano hasta sus pechos, mientras observaba como mis dedos acariciaban la suave tela de su camisa, sintiendo como se tensaban sus músculos bajo mis caricias. Volví a mirarla a los ojos, observando cómo se tensaban las aletas de su nariz y su pecho subía y bajaba, incrementando su respiración. Agarré su camisa con mis manos, y enarqué una ceja, haciendo que un gemido escapara de su pecho. La retorcí, y lo atraje hacia mí, despacio.

“Dios, Poche.“

“Sígueme.“ Di un paso hacia atrás, trayéndola conmigo, encantándome la manera en que se dejaba manejar por mí. Di otro paso y me siguió obediente. Sonreí para mi misma, y me giré despacio, agarrando su camisa con firmeza sobre mi hombro mientras lo guiaba a mi habitación.

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