Capitulo 36- Ya me tienes Poche

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Pov Daniela

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Pov
Daniela

Caminé despacio hacia la gran piscina y tuve una perfecta vista de una preciosa mujer nadando en la iluminada agua azul. Casi me sentí culpable por observarla sin que lo supiera, y decidí sentarme en una de las tumbonas de las cabañas. Necesitaba hablar con ella, y no podía esperar.

El aire todavía era frío, pero las pequeñas fogatas calentaban la azotea, manteniendo alejado el frío. Desde donde estaba sentada, podía ver como alcanzaba el otro extremo de la piscina, y se daba la vuelta para seguir nadando. Mis ojos estaban divididos entre la belleza de la mujer que estaba nadando, y las luces de la ciudad que nos rodeaba. Me eché hacia atrás en la tumbona, cerrando los ojos y dejando que los sonidos de la atmósfera me calmaran. Una suave música sonaba desde su celular, ya la había escuchado pero me llegó una parte de esa canción. y si prestaba atención. Cómo si me la dedicará...

Como te enloqueces por una persona
Si ya van tres meses y tú no reaccionas
Y aunque la razón te advierte, el corazón traiciona, uoh-oh
Pero no hay invierno que sea para siempre
Ya se fue un verano, ya vendrá el siguiente
Y aunque la tormenta vuelva, vas a ser más fuerte...
SIN DUDARLO ESA PARTE ME LLEGÓ

También podía escuchar el murmullo del tráfico que había abajo. La cálida brisa acarició mi cara, revolviendo mi pelo, y me encontré a mi misma pensando en lo perfecto que era este lugar para pasar una noche con ella.

El sonido del agua cayendo me llamó la atención y me senté, cortándome la respiración en cuando vi que estaba saliendo de la piscina. El agua caía por su cuerpo, haciendo que su piel mojada brillara por el parpadeo de la luz del fuego. Mi cuerpo parecía que iba a salir propulsado hacia ella, y rápidamente me levanté de la tumbona, agarrando una toalla blanca de la pila que estaba cerca de la cabaña.

Llevaba un pequeño bikini de rayas blancas y rojas que enseñaban cada centímetro de su bronceado cuerpo, y tragué saliva con fuerza mientras me acercaba a ella. Obviamente la había visto con mucha menos ropa, pero la manera en que la tela marcaba sus suaves curvas, me hizo recordar a la fuerza la verdadera razón por la que estaba aquí.

Se alertó de mi presencia en cuanto me aclaré la garganta, y me encontré con una expresión sombría. Parecía sorprendida de verme, pero no había ninguna otra emoción más intensa visible. Mi pecho se tensó de nuevo al recordar su risa de esa mañana contrastada con la mirada despreocupada que tenía ahora. Le ofrecí la toalla y observé como la miraba, esperando un momento antes de cogerla.

Gracias“ dijo, mirándome a los ojos.

Tengo que hablar contigo ,“ me quede mirándola, mientras una extraña sensación de pavor se apoderaba de mí. Y sí ya era demasiado tarde? Y sí ella ya se había cansado de mi indecisión?.

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