Terminé rápidamente de ducharme, y me cubrí con la toalla, deseando tener la ropa ya puesta. Con un profundo suspiro, abrí la puerta y salí. Élla estaba sentada en la cama, y sus ojos me miraron en cuando entré en la habitación.
“Solo necesito…“ me callé en cuando vi mi maleta. Asintió pero ni se movió ni habló. Por lo general, nunca me había preocupado mucho por mi cuerpo. Pero al estar allí de pie, sin nada más que una toalla, sabiendo que élla me estaba mirando, me dejó una sensación extrañamente incómoda. Cogí unas cuantas cosas, pasé por su lado, sin pararme hasta que volví al baño. Me vestí rápidamente, y decidí ponerme una coleta. Me terminaría de arreglar más tarde. Cogí las llaves de la encimera, y volví a la habitación.
No se había movido. Estaba sentada en el borde de la cama, con los codos sobre sus muslos, y parecía perdida en sus pensamientos. Estaba pensando? Durante toda la mañana había sido un manojo de nervios, pero élla parecía tan… tranquila Tan segura. Pero de qué estaba tan segura? Qué había decidido?
“Quieres que te traiga algo en particular?”
Levantó la cabeza, y me miró sorprendida, como si no hubiera pensando en eso. Esto no podía ser más incómodo.
“Mmm… tengo que dar una charla hoy, no?“ Yo asentí, un poco preocupada al darme cuenta de que no estaría con élla en todo el día. “Cualquier cosa que cojas estará bien.“
“Claro… ahora vuelvo.“ Salí rápidamente de la habitación, y solo me paré para coger aire una vez que cerré la puerta. Estaba tan jodida.
Solo me llevó un segundo localizar su habitación; estaba en la misma planta, a unas pocas puertas de la mía. Sus maletas ya estaban allí, y me detuve un momento, dándome cuenta de que tenía que rebuscar en su equipaje.
Cogí la más grande y la puse sobre la cama. Al abrirla, su esencia me golpeó con tanta fuerza que casi me caigo. Agarré una de sus camisas y la llevé hasta mi cara, inhalando el delicioso aroma que me volvía loca. No, no había nada extraño en eso.
Todas sus cosas estaban muy limpias y organizadas, y me pregunté cómo sería su casa.
No había pensado mucho en eso, pero de repente me pregunté si alguna vez la vería, si alguna vez vería su cama. Me paré en cuanto me di cuenta de que quería verla. Y élla, querría que la viera?
Me di cuenta de que estaba perdiendo tiempo, y seguí buscando en su maleta, hasta que encontré un precioso traje gris carbón de Dior, una camisa blanca, tome unos boxer, unas zapatillas color negras y tú top deportivo. Recogí todo lo demás, agarré la ropa y salí de la habitación. Fui incapaz de calmar mi risa nerviosa mientras caminaba por el pasillo, y sacudí la cabeza ante lo absurdo de la situación. Gracias a Dios, me las apañé para recuperar la compostura en cuanto llegué a mi puerta. Abrí con la llave tarjeta, y entré, no sin antes quedarme paralizada.
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La Oficina
General FictionPoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.