68- Paris

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Han pasado 6 meses desde que Daniela y Poche iniciaron su relación.

Pov Poche

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Pov Poche

Élla suspiró satisfecha, con la cabeza hacia atrás, rodeando perezosamente mi hombro. La vi estirar sus largas piernas, para a continuación descansarlas en el borde de la bañera de porcelana. El agua goteaba en su pelo, cada gota aterrizaba rítmicamente contra mi pecho antes de gotear hacia abajo por el desagüe. El vapor perfumado de vainilla se arremolinaba a nuestro alrededor, los sonidos de las animadas calles de París flotando por la ventana abierta.
Presioné mis labios contra su sien, cerrando los ojos, sintiendo la paz.
-“¿Sabes que vamos a coger una pulmonía no?” dijo en broma, su tono me causó una sonrisa.
-“Hmmm” suspiré, mi sonrisa cada vez mayor. “No estoy segura de que me importe en este momento”
Se rió en voz baja, las profundas vibraciones me hacían cosquillas en mi pecho. “Debería importarte antes de que estés demasiado enferma como para disfrutar de nuestras vacaciones” me contestó, inclinando la cabeza hacia atrás para mirarme.
Miré abajo hacia élla, incapaz de resistir besarle con su boca tan cerca.
-“Suena tan hermoso” suspiré, mis ojos vagaron hacia la Torre Eiffel iluminada en el cielo oscuro. El cielo por la noche aquí no estaba lleno de estrellas, pero se veía la ciudad. No es que haya visto mucho de ella, desde nuestra llegada nos resultaba difícil salir de la habitación. No me quejaba, había disfrutado cada minuto de mi tiempo aquí con élla. El suave sonido de su risa, el tintineo de las copas de vino y las cuerdas de un violín que llegaba a nosotras desde una cafetería varios pisos debajo de nuestro ático. “Pero…puede que tengas razón”
La besé una vez más antes de que ella se acercara al borde bruscamente, llegando a cerrar el pestillo del ornamento de la gran ventana.
Observaba, fascinada la forma de sus brazos extendidos, hipnotizada por el juego de los músculos de su espalda mientras eran flexionados y contraídos. El agua se derramó alrededor de nosotros mientras se volvía para encontrar mi mirada, elevando la comisura de su boca, su risa haciendo eco en los elaborados azulejos del baño.
Sacudió la cabeza y se inclinó para besar mis labios suavemente antes de volver a su asiento entre mis piernas. “Quiero tu atención indivisa”
-“Confía en mi, ya la tienes” le aseguré.
-“¿Estás segura de que no quieres ir a otro lugar?” preguntó de nuevo con sus manos acariciando alrededor de mis músculos, poco a poco masajeando.
-“Mmmmm” gemí ante la sensación, mirándole estupefacta “De ninguna manera, estoy perfectamente contenta como estoy”
Élla volvió a reír. “Estoy segura de que lo estas”
Envolví mis brazos alrededor de sus hombros, atrayéndola hacia mí, besando un lado de su cuello antes de pasar mis dedos por su pelo “¿Cómoda?”
-“Mucho” inclinó la cabeza y suspiró, haciéndome cosquillas en mi piel húmeda “¿Pero esto es todo lo que quieres que te enseñe de París?
-“¿De que estás hablando? Hemos visto toneladas” le tranquilicé, pensando en todo lo que había compartido conmigo. Mis dedos rozaron a lo largo de sus pechos, la línea de pelo y el duro músculo tan familiar bajo mis manos.
-“Sí” comenzó “Sin embargo, las noches aquí son hermosas, y siempre parece que terminan aquí” sonrió, señalando a la bañera.
-“O en la cama” me burlé, mis dientes raspando su cuello “O en la silla, o en…”
-“Cariño” gimió, sonreí notando la piel de gallina de sus brazos.
-“Lo se, lo se. Sólo unos minutos más”
Asintió con la cabeza, volviendo a besar mi barbilla “Si sigues así nunca saldremos… como ayer”

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