63- No escaparemos Jamás

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Les recomiendo que escuchen está canción completa. Espero que les esté gustando los últimos capítulos.

Pov Daniela
Poche parpadeó como respuesta, frunciendo el ceño frustrada, sin tener ni idea de lo que Irina había dicho. Con una última sonrisa, Irina nos dejó enfrente del ascensor.
Mientras se marchaba, me di cuenta de que por primera vez en un año, era totalmente libre.
Miré hacia abajo, hacia las gafas que todavía tenía en mis manos.
“Son tuyas?“ le pregunté suavemente.
Los ojos de Poche se entrecerraron mientras las miraba, y se las ofrecí.
“No me había dado cuenta de que se me habían caído,“ susurró cogiéndolas de mis manos. Asentí, confirmando mis sospechas. Me acerqué un poco más, metiendo las manos en los bolsillos para evitar tocarla.
“Estabas aquí… hace un rato?“
“Sí,“ respondió en voz muy baja. Mi pecho se estrechó mientras mis brazos dolían por abrazarla. Ahí estaba ella, insegura de lo que había pasado y de alguna manera, con suficiente fe en mí para volver.
Nunca me la merecería.
Exhalé y me moví más cerca, tomando con cautela sus manos. Levantó la barbilla para mirarme a los ojos y sonreí al ver la determinación en su cara.
“Vienes conmigo?“ le pregunté, trazando círculos en su palma con mi pulgar. Asintió y me dio un pequeño apretón en las manos antes de dirigirnos al ascensor, presionando el botón que nos llevaba a mi planta.
Nos quedamos de pie, en silencio, con su brazo apretado contra el mío, tanto que podía sentir el calor a través de su camisa. No quería dejar su mano. Las puertas se abrieron y salimos, dirigiéndonos por el pasillo hasta mi apartamento. Le hice un gesto para que entrara primero y cerré la puerta silenciosamente, deteniéndome antes de girarme para mirarla. Mi mente estaba acelerada por los cientos de cosas que necesitaba decirle, sabiendo que ninguna de ellas arreglaría lo que, probablemente, sentía Poche esta noche.
Se quedó frente de a la ventana, esperando, seguramente preguntándose que estaba haciendo aquí.
“Poche“ comencé a decir, respirando fuertemente, mi suspiro fue lo único que se escucho en la sala.
“Fui a la oficina,“ dijo suavemente. “Esta noche..después de irme.“
Fruncí el ceño, confusa, preguntándome por qué había empezado por ahí, y deseando poder verle la cara. Me moví para encender una pequeña lámpara al lado del sofá antes de que ella me detuviera.
“No, no lo hagas,“ protestó. “Es que… me gusta que esté así. Con las luces encendidas no puedo ver la ciudad.“
Mi corazón dio una sacudida al ver esa pequeña similitud entre las dos. Asentí, aunque sabía que no podía verme, y me senté en el brazo del sofá, cerca de donde ella estaba.
Desde donde estaba sentada, podía ver su perfil; podía ver como se mordía el labio, como jugaba ansiosa con uno de sus rizos que caían por su hombro.

Fuiste a la oficina?“ le pregunté, dándome un brinco el estómago, mientras mis respiración se aceleraba. Ella asintió, contemplando el precioso horizonte de la ciudad al otro lado del cristal. “Lo has dejado,“ dije afirmando, tragando saliva mientras las nauseas me invadían. Me incliné hacia delante, poniendo mis manos sobre mis rodillas mientras intentaba calmar el terror abrumador que llenaba cada célula de mi cuerpo. Sabía que pasaría tarde o temprano. Si no era honesta con ella ahora, toda la culpa sería mía.

 “Amor… por favor… por favor no me dejes, dame una oportunidad por favor, tu eres mi todo.“ Mi voz estaba rota, y mi cuerpo temblaba mientras la imagen de ella dejándome se repetía una y otra vez en mi cabeza. “Deja que te lo cuente todo, por favor. Por favor, Poche. Te amo demasiado… haré lo que sea, pero no te vayas de mi vida te lo suplico.“

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