Pov
PocheTirado, en una pila húmeda y cara, en una esquina de la ducha, estaba mi vestido.
"Mald*ita sea!" Me incliné para recogerlo, y lo agarré para verlo. Aunque, ciertamente, no me quejé cuando me lo arrancó la pasada noche, no pude evitar horrorizarme cuando recordé cuanto había pagado por el. O por todas las demás cosas que él había arruinado por el mismo motivo. Un vestido de diseñador de 256 dólares estaba arruinado.
Estaba considerando seriamente hacer una factura.
Dejándolo sobre la encimera, me detuve, recordando la cuenta, todavía sin utilizar, en La Perla que él me había abierto. Por un momento consideré usarla para darle una lección, quizás buscar un orgasmo inducido y gastarme hasta el último centavo, pero descarté enseguida esa idea. No quería ni siquiera imaginarme lo que implicaría hacer eso.
La maldije interiormente, y colgué el vestido en el secador de toallas, para después comenzar a ducharme. Probé el agua con las manos, y recordé como había comenzado la pasada noche. Los celos era algo a lo que no solía estar acostumbrada. Aunque esa era la segunda vez que esos sentimientos me empujaban a hacer algo desesperado. Por lo menos habíamos sido completamente honestas la una con la otra, por fin. Por primera vez, desde que esto había empezado, sentía que tenía una imagen clara de cómo era élla.
En el calor del momento, había revelado cosas que preferiría haber mantenido en secreto, pero me hacía sentir bien el poder decirle finalmente en voz alta. La mayor sorpresa fue su reacción. Me sentía con miedo, y vulnerable, sin poder seguir peleando contra los sentimientos que giraban velozmente en mi interior. Sin embargo, élla me había calmado, diciendo a regañadientes lo que necesitaba escuchar. Me deseaba. Solo a mí. Tan confusa como me dejaron sus palabras, también me sentí reconfortada.
Pero a dónde nos llevaba todo esto? Una sensación de inquietud se asentó en mi estómago mientras consideraba todas las opciones. Mientras admitía que comenzaba a verlo de diferente manera, no cambiaba lo que élla era, o mejor dicho, lo que élla había sido.
Hubo momentos en que podía ver a otra Daniela Calle, pero desaparecían con la misma rapidez.
Fruncí el ceño, más confusa que nunca y todavía sin una respuesta, mientras me ponía debajo del chorro de agua caliente. Cerrando mis ojos, suspiré, sintiendo como desaparecía la tensión de mi cuerpo. Mi mente, sin embargo, no era tan fácil de calmar.
Daba igual lo que hiciera, seguía sin ver cómo podría funcionar esto. No podíamos volver atrás, pero no podía ver como esto podría ir hacia delante. El sexo era... indescriptible.
Iba más allá de cualquier cosa que me hubiera imaginado. Y a pesar de la fuerza de nuestra conexión física, podría vivir con solo eso? Ella es una diosa en la cama y jamás había sentido tanto.
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La Oficina
Художественная прозаPoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.