Pov
Daniela“Es que has perdido el juicio?“ me gritó detrás de mí. Me giré para mirarla mientras cerraba la puerta y caminaba hacia mí, chocando sus palmas contra mis pechos. “No vuelvas a hablarme así nunca más.“
“Vayamos al grano, Maria Jose,“ le dije caminando hacia ella. Dio tres pasos hacia atrás, dejando salir un pequeño jadeo mientras su cuerpo chocaba contra la ventana que había al lado de mi despacho. Puse cada mano a ambos lados de su cabeza, atrapándola.
“Tú...“ susurré con voz grave, acercando mi boca a ella. “… eres mía. De nadie más. Ni de Mario, ni de Johan. Nadie te va a separar de mí. Es mi nombre el que gritas por las noches. Soy yo la que hace te corras como nunca, soy yo quien te hace el amor, te besa, te abraza y te ama. Soy yo a quien amas, Poche. Yo.“
Sus ojos se cerraron y tembló cuando mi mano sujetó su mejilla, mientras su pecho subía y bajaba con rápidas respiraciones.
“Mírame,“ dije gruñendo, mientras mi mano acariciaba su mejilla. “Te amo más allá de cualquier razón, Maria Jose Garzón. Nadie te va a separar de mí.“
Con un jadeo tembloroso, abrió los ojos y deslizó su mano por mis caderas. Nuestras miradas se clavaron, mientras me agarraba con fuerza, acercándonos. Este momento era tan parecido a cuando comenzamos y a la vez tan diferente. Dos personas obstinadas, llenas de ira y lujuria insaciable, de pie al borde de un precipicio, sabiendo que el siguiente paso lo cambiara todo.
La diferencia, sin embargo, reafirmó cualquier emoción que me precedía. Esta vez mi deseo no era conducido por la necesidad de consumir mi control, si no por el amor que sentía con cada respiración y con cada latido de mi corazón.
Sería completa mi vida si seguía escondiendo mi amor por ella?
La respuesta era no.
Mi siguiente paso ya estaba decidido. Iba a hacer las cosas bien.
Pero primero…
Llevé mi mano hasta su pelo y lo agarré, acortando la distancia entre nosotras. Mi pulso palpitaba en mis orejas mientras la saboreaba, dejando escapar un pequeño gemido mientras mi lengua acariciaba la suya. Ese sonido fue directo a mi entrepierna. Sus dedos se enroscaron con fuerza en mi pelo, guiándome hacia donde ella quería. Paseé mis manos por sus curvas, encontrándome con piel cálida mientras acariciaba su muslo. Con un movimiento fluido, coloqué su pierna en mi cadera, presionándola contra la ventana.
Acarició con sus uñas mi piel mientras me quitaba la chaqueta con furia, dejando que cayera al suelo desde mis hombros. Jadeó mientras la levantaba ligeramente, recolocando nuestros cuerpos y presionando mi erección contra ella. Mis labios encontraron su cuello, chupando y mordiendo su garganta, sin preocuparme dejarle alguna marca. Ella era mía; su corazón, su mente y su cuerpo. Apartándola del resto del mundo, me acerqué más a ella, sin dejar de besarla mientras daba los cuatro pasos hasta mi mesa. La solté para sentarla sobre la madera y me puse entre sus piernas abiertas.
“Nadie podría separarme de ti,“ susurró contra mi boca abierta, sacando mi camisa de mi pantalon. “Nunca he querido tanto a nadie…“ Jadeó en cuanto deslicé su vestido por sus hombros, exponiendo tanta piel como podía; mis dientes mordisquearon su perfecta y suave piel. “Es como si no pudiera respirar hasta que no estoy contigo.“ Su voz era ronca y desesperada. Se deshizo de mi reloj, mientras sus palabras rompían el nudo de celos que tenía en el pecho. “Ya no controlo lo que pienso. Todo… todo de mi te pertenece.“
Sus dedos comenzaron a desabrochar mi camisa, arrancándo la, exponiendo mis pechos a sus fervientes besos, mientras los botones de marfil caían al suelo. Puse mis manos sobre sus caderas, mientras la acercaba a mí, gruñendo cuando sentí el calor a través de su ropa interior. Con dedos temblorosos bajó la mano por mi estomago hasta el cinturón.
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La Oficina
General FictionPoche es una secretaria que trabaja para la gran empresaria Daniela Calle. Su aventura empezó solo con sexo y se convirtió en un gran amor. Daniela Calle es intersexual.