3. You got that James Dean daydream look in your eye

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You got that James Dean daydream look in your eye

Federer tiene de altura una cabeza más que yo, cabello bien oscuro y peinado, hombros anchos y cintura extremadamente delgada. Sus piernas son largas y huesudas, mientras que mantiene una piel increíblemente pálida ―a pesar de los torneos bajo sol que ha superado a lo largo de su carrera―, incluso más pálida que la mía.

Sus ojos negros y pequeños, están hundidos bajo la sombra de sus largas y medianas cejas. Jamás conocí a alguien tan raro como él físicamente.

Me llama la atención todo su físico.

Llegamos a la pequeña ―pero lujosa― cancha sintética del jardín de mi casa, que fue construida por mi padre con la única intención de que yo pueda entrenar allí.

―Bien, tú de un lado, yo del otro, empezarás recibiendo ―dice con una voz oscura y apenas entonada en forma alegre, como si estuviera sin ganas―. Demuéstrame todo lo que tienes.

―Aunque no tengo nada ―susurré.

Creí que solo yo me había escuchado, pero Federer giró su rostro para mirarme con los ojos achinados. Sus cejas hacen un gesto seductor sin siquiera intentarlo.

Me entregó una raqueta y él tomó otra.

Me hizo señas para que me dirija a mi lugar. Desgraciadamente se me entrecorta la respiración en camino de la cancha sintética hasta detrás de la línea blanca. ¿Por qué es tan difícil hacer lo que tantos aman y no tienen la posibilidad de jugar profesionalmente?

Noto a mi padre sentándose a un costado, en una silla blanca, mientras las nubes comienzan a ausentar el sol.

Federer hace el primer saque; estira su brazo hasta lo alto de su cabeza, suelta la pelota, y antes que caiga, la golpea en mi dirección atravesando la red.

Intento ir a ella, pero viene con tanta velocidad que me aterro y me doy la vuelta.

―Vamos devuelta ―dice Federer.

Repite el saque; estira su brazo, cruza sus piernas, golpea, salta como un Dios, y... Ni siquiera voy a buscarla.

Intento no mirarlo a los ojos, enfoco mi vista en el suelo.

Federer no dijo una sola palabra. Se tomó un tiempo al estudiar mi postura, que apenas puedo mirarlo, y repite el saque.

Voy hasta la pelota, y como si no fuera digna de responderla, la reboto con inseguridad y sin mucho esfuerzo. Cae en red, ni siquiera logra atravesarla.

Federer me hace señas con su mano de que me acerque. Me dirijo hasta él, viendo a lo lejos a mi padre con una sonrisa, y cuando los dos quedamos sobre la red, mis ojos se enfocan únicamente en su pecho... Que, por cierto, se ve tan varonil y ancho.

―¿Te gusta el Tenis? ―pregunta casi como un susurro para que mi padre no nos oiga, aunque bastante firme y serio.

―Sí.

―¿Entonces?

No respondí, quedé enfocada en su pecho.

―¿Puedes mirarme a los ojos?

Me costó, pero de manera lenta y tratando de desviar mi vista disimuladamente hacia los costados, me encontré con él... Con esos ojos oscuros, llenos de logros, experiencias y astucia.

―No importa qué te trajo aquí, qué te obliga a estar aquí, y qué olvidas por estar aquí, lo único cierto es que tienes que estar aquí.

Me cuesta comprender lo que intenta decir, no puedo sostenerle la mirada al mismo tiempo de prestarle atención.

La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora